Natalie

Capítulo 2

El sábado en la tarde había llegado, y estaban en la plaza, vigilando la entrada del colegio. Esperaban a que el personal de fumigación, terminara de colocar sus cosas dentro de la furgoneta. Al descuidarse el vigilante del colegio, entraron sigilosamente, y se escondieron en el cuarto del conserje, detrás de unas cajas. Debían esperar a que él guardara las llaves de las aulas en ese cuarto. Pasaron como 30 minutos antes de que entrara al cuarto. El vigilante arregló algunas cosas, tomó una de las cajas donde estaban escondidos, pero por suerte, no logró verlos. Puso la caja sobre un escritorio, abrió una de sus gavetas, y tiró las llaves adentro. Tomó la caja, y salió del cuarto, cerrando la puerta tras de sí. No se movieron por un rato, y luego salieron con precaución. Nael tomó las llaves del escritorio, y puso su oído en la puerta. Natalie estaba muy asustada, y le temblaba ligeramente el cuerpo. Se escucharon unos pasos que se acercaban a la puerta, y corrieron a esconderse de nuevo detrás de las cajas. Alguien giró bruscamente el pomo de la puerta, tratando de abrirla, y desistió. El vigilante había regresado para asegurarse que había cerrado la puerta con llave. Los chicos salieron de su escondite, y se dirigieron a la puerta a esperar que el vigilante se alejara. Natalie se asustó y dijo en voz baja:

—Esto es una locura, vámonos a casa, antes que nos descubran.

Nael le hizo señas para que no siguiera hablando, ya que no le dejaba oír lo que sucedía detrás de la puerta. El silencio reinaba en los pasillos del colegio, y abrieron ligeramente la puerta para observar. El pasillo estaba vacío, sin señales de que alguien estuviera cerca.

—¿Qué vamos a hacer ahora? –preguntó Natalie.

Nael tomó dos cajas vacías, y le hizo señas para que salieran del cuarto del conserje. Caminaron sigilosamente hasta una de las aulas, la abrieron con las llaves del conserje, y entraron. La miró a los ojos con travesura y le contestó:

—Vamos a regresar los adornos a sus cajas, y dejarlas en el cuarto del conserje

Natalie se sorprendió, se suponía que habían venido a robar la navidad, no a recogerla. Tocó suavemente el hombro de Nael para llamar su atención, y le preguntó:

—¿No íbamos a robar la Navidad?

La vio con escepticismo. No podía creer la ingenuidad de su amiga.

—Por todos tus dioses, ¿dónde llevaríamos los adornos? ¿A tu casa o a la mía? Te aseguro que a la mía no.

Natalie se sonrojó, y lo ayudó a recoger los adornos y colocarlos en las cajas. Se aseguraron que quedaran las marcas de donde estaban algunos adornos, de forma de dar el aspecto que habían visto en la caricatura, cuando El Grinch se robaba la navidad. Después de guardar todo en las cajas, salieron del aula con una gran sonrisa, y llevaron las cajas al cuarto del conserje, vigilando que nadie los viera. Tomaron otras dos cajas vacías, y se fueron a otra aula. Hicieron lo mismo toda la tarde, dejando de último, el pasillo donde estaba el cuarto del conserje. Ya casi era de noche cuando terminaron, y debían salir sin que el vigilante los notara. Nael regresó las llaves a la gaveta, y regresaron a su salón de clases, cerrando tras de sí la puerta del cuarto del conserje. Las ventanas de su salón facilitaban la salida a uno de los jardines, que llevaba al exterior del colegio. Entraron al salón, cerraron la puerta, y salieron por la ventana. Trataron de cerrarla por fuera, pero sólo lograron arrimarla un poco. Nael ayudó a Natalie a saltar la reja, y caminaron de regreso al edificio. Después de lo que ocurrió la última vez que corrieron, Natalie lo obligó a caminar. Nael estaba sumamente fatigado por saltar la reja, y debía mejorar su respiración antes de llegar a casa.

—La pasaste bomba, ¿no es cierto? –preguntó Nael.

Natalie lo vio a la cara mientras caminaban, y le sonrió pícaramente. Aún tenía miedo de que los descubrieran, pero era la mejor tarde que había tenido en mucho tiempo. Saludaron al señor López al llegar al edificio, y subieron las escaleras riéndose.

El lunes en la mañana, caminaban sonrientes hacia el colegio. Querían ver la cara de todos, cuando se dieran cuenta que les habían robado la navidad. Aunque desde la plaza se veía todo en calma, al entrar al colegio, todos estaban hablando del robo de la navidad. Por primera vez, Nael caminaba por los pasillos, sin que sus compañeros lo saludaran «Hola Grinch». Estaba un poco demacrado, pero su cara estaba iluminaba de felicidad. Sus ojos color avellana brillaban como nunca. Rápidamente, se dirigieron a la ventana para cerrarla, pero alguien se les había adelantado. Natalie lo miro fijamente a los ojos, y preguntó en voz baja:

—¿Crees que nos descubrieron?

La miró con cariño y negó con la cabeza. La salida por las ventanas de esa aula, era la única que permitía escapar sin ser visto. Eso no significaba, que un estudiante de ese curso fuera el culpable.

Sonó el timbre del colegio, y el resto de sus compañeros entraron al aula, acompañados por el señor White. Al iniciar la clase, el profesor se dirigió a ellos, informándoles sobre el incidente. Les pidió colaboración, para encontrar a la persona responsable de haber recogido los adornos de navidad. Nael se levantó de su asiento, y lo corrigió:




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