2 Meses atrás.
La mesera dejo mi pedido sobre la mesa y en su rostro pude ver la compasión al ver la silla frente a mi vacía; cómo las últimas cinco veces que habíamos reservado cena para dos en este mismo sitio. Suspiré con resignación al tiempo que ella vertía un poco de vino en mi copa, uno que yo no pedí e inmediatamente quise hacerle ver su error.
-Lo siento señorita, pero yo no ordené la copa.
Ella me sonrió amablemente y sus ojos me demostraron que no era por maldad.
-Lo sé, es cortesía de la casa. Si me lo pregunta, un hombre que deja plantada siquiera una vez a una mujer como usted, no merece otra oportunidad y mucho menos cuando ya son cinco.
-¿Usted lleva la cuenta?
-Yo y el resto del equipo y todos opinamos igual, debería dejarlo.
-Si, ojalá fuera tan fácil.
Murmuré mientras ella se iba para atender otra mesa donde la solicitaban. Mire el teléfono una vez más para comprobar si había algún mensaje de Jon, pero no había nada y en su lugar el reloj me indico la hora como mofándose de mí; las diez y diez de la noche, más de tres horas de retraso, eso ya no era un atraso. A penas probé bocado y en cambio la copa quedo vacía antes de que dejara el pago por el plato, la bebida y la propina de Sharon; ya hasta el nombre de la mesera había memorizado.
Cuando llegué al apartamento de Jon supe que algo andaba mal. Su camisa estaba abandonada en el pasillo y unos pasos más adelante una blusa femenina y que no formaba parte de mi guardarropas estaba en el suelo junto a una mini falda de cuero negra. Una parte de mi me grito que saliera de ese lugar mientras que otra parte muy morbosa me instó a continuar para verlo con mis propios ojos a aquello que ya sabía estaba pasando. Por supuesto siendo como soy decidí hacerle caso a la segunda parte de mi ser poco viable y emprendí mi camino a la habitación principal. Abrí la puerta de golpe y mis ojos vieron la cama revuelta y las sábanas abandonadas tristemente en el frío piso del cuarto, las risas de Jon y una mujer llegaron desde el baño así que me asomé y entonces vi sus siluetas a través de la cortina de la bañera, ambos se reían a carcajadas mientras se duchaban. Salí de ese sitio sin emitir palabra alguna y no permití que mis lágrimas escaparan de mis ojos. “En el fondo tu ya lo sabías Molly.” Una voz molesta susurro dentro de mi mente y lo peor es que tenía razón; en el fondo yo lo sabía.