Navidad con mi jefe.

Capitulo 1.

En la actualidad. 

     El despertador sonó por tercera vez en la mañana y por tercera vez lo apagué sin asomar la cabeza de debajo de las mantas tratando de evitar lo inevitable. Entonces recuerdo que día es y mis ojos se abren de repente; de un salto un tanto torpe salí de la cama para tomar mi teléfono. Y es cuando mis sospechas se confirman; en la pantalla en letras negras y pequeñas me indica que tengo 5 llamadas perdidas de mi madre.  

-¿En serio mamá? ¿Cinco llamadas; a quién se le ocurre llamar a las seis de la mañana?  

     De seguro estaba pateando al suelo porque a pesar de que ella me llamo a las seis de la mañana yo le devolvía la llamada a las ocho. Pero en el fondo se que no era accidental; he estado tratando de esquivar este día desde que descubrí a Jon engañándome y como consecuencia cambié la cerradura de mi apartamento y lo bloquee en cada red social que tenía dándole así el mensaje de que lo nuestro se había terminado. No, él había terminado con lo nuestro no yo. Suspiré y marque a mi madre; al segundo tono escuché su voz estridente y algo enojada. 

-¡Molly Bradford! ¿Dónde te habías metido? 

-Mamá por favor son a penas las ocho de la mañana… 

-¿¡Y eso debería indicarme algo!? Llevo llamándote desde las seis de la mañana niña. 

-Lo sé mamá, pero ayer trabajé hasta tarde y… 

-¡Ah es culpa de ese jefe esclavista que tienes entonces! Espero que al menos te haya dado está semana que entra libre.  

-Mamá… 

-No, nada de peros Molly; sabes que es una tradición familiar, toda la familia se reúne al menos una semana antes de noche buena y tú no serás la excepción a eso.  

-Mamá. ¿Cuándo te he fallado? Cada año asisto a la cena familiar.  

-Oh, genial y por supuesto ya aparte el lugar para tu misterioso prometido. ¡Al fin vamos a conocerlo! Deberías ver lo emocionada que está tu tía Nesa porque nos presentarás al futuro nuevo integrante de la familia. 

-Mamá es de la tía Nesa de quien hablamos, ella saltaría de emoción aunque mi acompañante fuera un gato. 

-Si, tienes razón, pero aún así todos lo estamos y… - Hizo una pausa y grito algo lejos del teléfono antes de volver a hablarme.- Cariño debo dejarte, tu padre me necesita. Nos estamos hablando, te quiero. 

-Y yo a ti mamá. 

     Antes de terminar la llamada ya me estaba arrepintiendo de no haberle dicho que había terminado mi compromiso. Pero esa no era mi mayor preocupación en ese momento ni por asomó, mis ojos se dirigieron al cajón de la mesa de noche donde guardaba aquello que confirmaba mi peor temor y mi mayor bendición. Parpadee varías veces para disipar las lágrimas y corrí al baño para ducharme y volar a la oficina.  
 




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