Paul.
Observó el reloj en lo alto de la pared de mi oficina y espero con ansias la llegada de mi secretaria; ella suele ser muy puntual, pero últimamente está tardando en llegar y ahora eh entendido el motivo gracias al constante murmullo del resto de las oficinistas. Ellas no paraban de hablar del rompimiento de Molly con su prometido hace un par de meses, aún sigo sin entender como es que ellas supieron de la situación incluso antes que yo; siendo su jefe debería estar más atento.
Mis ojos viajan hacia la foto enmarcada sobre mi escritorio y sonrió hacia ella donde tres pequeños diablillos me devuelven la sonrisa con ojos brillantes por la picardía constante. Sally es la mayor de los tres y junto a ella Peter y Neitan los pequeños gemelos pelean por quien destaca más en la foto. Entonces recuerdo lo sucedido durante el desayuno y mi sonrisa se borra rápidamente. Sally insiste constantemente en que debo conseguir una novia, mientras que los gemelos se niegan a dicha situación alegando que su madre va a volver algún día y yo no tengo el corazón suficiente para decirles lo contrario. Ella se marchó cuando ellos tenían 4 años y Sally apenas seis; se fue sin más y jamás regreso ni quiso saber de los niños, desde entonces no he vuelto a confiar en una mujer y dudo alguna vez lo haga. Cuando tocan a la puerta mi mente regresa al presente y veo a Molly con su cabellera castaña y ondulada ingresar a mi oficina.
-Buenos días Sr. Murray; lamento haber llegado tarde.
-Buenos días señorita Bradford, no se preocupe por lo sucedido.
-Oh, gracias. Señor.
-Pase a la oficina, no se quede ahí fuera.
Ella me miró con sus ojos cafés y entonces vi el cansancio de estos últimos días, el agotamiento estaba presente allí. Molly tomo asiento frente a mi escritorio y comenzó a retorcerse sus dedos con nerviosismo.
-¿Qué es lo que le pasa?
Molly elevó su cabeza de golpe y sus ojos miraron directamente a lo míos e intuí que se estaba debatiendo entre sí debía o no decirme, pero al parecer el cansancio le ganó y decidió hablar. Suspiro resignada y sus hombros se arquearon en señal de rendición.
-Señor Murray. ¿Recuerda que le pedí está semana entrante completamente libre?
-Si.
-Se que le sonara un tanto descabellado, pero ¿podría cancelarla? No sé, póngame trabajo extra o a limpiar las oficinas, cualquier cosa para que así no pueda librar.
Yo la miré un tanto extrañado, sabía cuan importante era está fecha para ella, siempre me pedía la semana previa a las fiestas libre por una tradición familiar y este año incluso me lo recordó a mitad de año y ahora de la nada quería cancelar.
-Aguarde señorita. ¿No cree que está actuando precipitadamente? ¿Qué problema podría ser tan grave cómo para que no quiera ir a ver a su familia?
Comenzó a mordisquear su labio inferior con nerviosismo y eso provocó que mis ojos se depositaran en ellos más de lo debido y notara detalles que antes no; como el color rojizo natural como una manzana fresca, gruesos, pero atractivos. Sacudí mi cabeza y eso atrajo su atención nuevamente.
-Eso que se suponía que iba a presentar a mi prometido este año, pero terminamos hace un par de meses y no le dije a mi familia. Ellos aún creen que estamos saliendo. Jamás lo vieron, no saben siquiera su nombre y estaban muy entusiasmados por conocerlo.
Sus palabras se quedaron grabadas en mi mente “jamás lo vieron, no saben su nombre.” Esto parecía ser una señal; ella necesitaba un hombre que presentar a su familia y yo una mujer para que nos acompañara a mis hijos y a mi en las fiestas.
-Usted no cancelará esas vacaciones Molly.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque yo le tengo una solución. ¿Por qué no somos la pareja del otro en estás fiestas?