Navidad con mi jefe.

Capitulo 5.

Cuando llegamos a la casa de Paul estaba tan nerviosa que el hipo afloro como un ataque de alergia; rápido, molesto y sin previo aviso además de cero ganas de querer detenerse. Al mismo, tiempo no había dejado de admirar el anillo que ahora adornaba mi dedo haciéndolo más elegante. Paul abrió la puerta de mi lado para ayudarme a bajar y cuando mis ojos vieron la casa de inmediato pude detectar el calor y amor de un hogar.  

 

-¿Te gusta? 

 

   Me preguntó Paul al ver que yo me había quedado anonadada con la fachada de su hogar. Era como ver una cabaña, pero a tamaño familiar. Sus paredes de un color caoba al igual que su porche, pero este tenía las barandas recubiertas de enredaderas y los adornos navideños se entrelazaban entre ellas. En una de las ventanas superiores donde suponía estaban los cuartos, logré ver la sombra de dos pequeños y cuando notaron que los veía se escondieron. Sonreí suponiendo que se trataba de los hijos de Paul. 

 

-Dicen que una casa es buena por quienes viven dentro; ellas son las que la convierten en un hogar, así que sí, me gusta. 

 

-Me alegro de escuchar eso. Ahora entremos antes de que a Sally le dé torticolis de tanto espiar a través de la cortina del living.  

 

Dijo al tiempo que señalaba con el mentón hacia la ventana junto a la puerta y efectivamente se podía ver la cabellera rubia de una jovencita.  

 

-No la hagamos esperar entonces y entremos a cenar.  

 

Él se adelantó hacia el pórtico y la puerta se abrió incluso antes de que él la tocara, entonces se volteo hacia mí y con una sonrisa me dijo. 

 

-Después de ti Molly. 

 

“Bien Molly, ya no hay marcha atrás; tú aceptaste esto y ahora debes cumplir.” 




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