Navidad con mi jefe.

Capitulo 9.

   No hemos terminado de subir el pórtico de la casa cuando la puerta es abierta abruptamente y una mujer altamente elegante y alegré se asoma por ella. De inmediato siento la extrema necesidad de esconder mi cabeza bajo tierra para intentar ocultar la vergüenza, no es que me avergonzara mi familia, pero cuando ves a tu madre salir de la casa vistiendo un atuendo de cóctel para nada acordé a un día nevado con varios grados bajo cero y con un maquillaje que rivalizaba con el de una adolescente enamorada, digamos que la vergüenza era lo primero que afloraba.  

-¡Molly, querida pequeña! ¡Al fin has llegado! -Hizo una pausa mientras miraba a Paul quién estaba a mi lado con la cara merecedora del Oscar al desconcierto total.- ¿Y debo suponer que tú eres el prometido misterioso de mi hija? 

-Mamá. ¿Podrías al menos dejar que entremos a la casa antes de comenzar con la tortura? 

-¿A qué te refieres con tortura?  

-Ah, no lo se; ¿Quizá al interrogatorio que llevas planeando desde que te dije que este año vendría con mi prometido? 

-Ah por favor, ni que utilizará los métodos chinos. 

-Eleonor, deja que pasen; serán unas paletas de helado para cuando tú termines con ellos, recuerda que no todos tienen tu tolerancia al frío.  

  La voz de la cordura y sensatez había llegado al fin a nuestro rescate. Mi padre se asomo por detrás de mi madre con una gran sonrisa de bienvenida mientras sujetaba a mi madre por la cintura y la hacia a un lado para que pudiéramos entrar. 

-Hola papá. 

-Hola mi pequeña especial. 

  No hacia falta decirnos más que eso para transmitirnos cuánto nos habíamos extrañado el uno al otro. Le hice un gesto a los niños para que pasar delante de nosotros e inmediatamente al ver el rostro de mi madre supe que tenía mucho que explicarle. Una vez dentro la primera en saludarnos fue mi tía Nesa quién se me abalanzó tan desprevenidamente que si no fuera por los reflejos de Paul, habríamos terminado ambas en el suelo.  

-¡Molly! ¿Cómo está mi sobrina favorita? 

-Hola tía Nesa, estoy bien gracias. ¿Y tú? 

-Pues, traje una pareja este año. 

  Cuando nos separamos del abrazo la mire a los ojos intentando contener la risa al igual que ella. 

-Pero tía. ¿Dime en qué año o festividad has estado tu sola? Siempre traes compañía y n precisamente siempre la misma. 

-Bueno mi niña, cuando llegues a mi edad comprenderás que hay mujeres que no estamos hechas para el matrimonio. 

-Pero si estuviste casada durante un año y medio. 

-¿Y en qué terminó dicho matrimonio? 

-En un divorcio. 

-Exacto, además, el simple hecho de que solo duráramos un año y meses debería haber encendido tus alarmas. Tu tía no está hecha para pasar su vida con un solo hombre. Pero por lo que veo tu si. Mírate, que galán has conseguido. 

  Antes de que pudiera detenerla ella se tiró sobre Paul y luego a los pequeños para saludarlos, aunque en ellos fue con mucho menos empeño y entusiasmo.  

-Hola, soy Dyn el novio de Nesa. 

  Un hombre de cabello negro entrecano, con ojos almendrados chocolate y una sonrisa de actor de cine me saludo con latente alegría.  

-Hola Dyn, soy Molly.  

-Lo sé, mi pequeña Femme no a parado de hablar de ti desde que supo que al fin presentarías a tu pareja. 

  Mi tía se posicionó junto a él y volteó su rostro para besarlo justo en los labios frente a mi haciendo que mi estómago diera un vuelco de incomodidad. 

-Nesa, por favor, hay niños aquí. 

  Al escuchar esas palabras mágicas dejo de succionar los labios de su “novio” y colocó su peor cara de repulsión mientras echaba un vistazo a los niños que estaban saludando a mis padres muy educadamente, entonces Nesa me susurro apartando a Dyn.  

-Hablando de eso. Está muy guapo y todo tu prometido, pero ¿No podías conseguirte uno sin niños? 

-¿Qué? ¿Qué tienen de malos los niños tía? 

-¿Qué que tienen de malo? ¿Es una broma? Son unos sacos de mañas, llantos, mocos, berrinches y ni hablemos de cuando son bebés; necesitan permanente atención de uno, debes cambiar pañales cada media hora y por supuesto olvídate de tener un sueño decente. ¡Oh! ¡Y aún más importante! ¡Olvídate de volver a tener sexo!  

-¡Vanesa! ¡Cuida las palabras que utilizas, recuerda que hay niños en la casa ahora! 

  Mi madre le llamó la atención y mi tía solo chasqueo la lengua y gesticulo con la boca imitándola y eso hizo reír a los pequeños. 

-Si, que madura eres Vanesa.  

-Y tu eres una pequeña molestia amargada hermana mayor. Y tú, querida sobrina. ¿En serio estás preparada para esto de la maternidad? 

-Ah, no lo sé, supongo que sí o no. Es decir, nadie lo está; no es como si existiera un manual para padres o algo parecido, eso sí que facilitaría las cosas, pero como no existe y de hecho nacemos sin saber ser padres, supongo que nadie sabe si está o no preparado. Es algo que aprendes durante el camino, es un proceso.  

-Si, un proceso hacia la locura total en eso estamos de acuerdo. 

-¿Qué te molesta tanto de los niños tía? Además, ten cuidado porque ellos están aquí con nosotros. 

-No es que me moleste que tu prometido tenga hijos, es solo que me preocupas tú Molly. ¿De verdad estás lista para esto tan abruptamente? Si me dijeras que serás madre o madrastra de un niño, bien, pero son tres niños de los que estamos hablando y dos de hecho parecen ser… 

-Si gemelos.  

-Si, eso mismo. ¡Imagínate! En un futuro podrían tenerlo a su propio bebé y podría ser por partida doble, créeme eso te quitará tu poca estabilidad mental y emocional, te consumirá la vida. 

-¿Y me succionará el alma como tú succionas los labios de Dyn? Por favor tía, no puede ser tan malo, además los niños son lindos y me agradan y al parecer yo les agrado. Bueno, al menos a Sally. 

-¿Quién es Sally? 

-¡Tía! Acabas de conocerla, es la mayor de los tres pequeños. 

-¡Oh Sally! Bueno, al menos tienes una ventaja en todo esto. 

-¿Cuál? 

-Que ya te saltaste la etapa de los pañales, pero aún estás en la de cero relaciones porque hay niños en la casa. Hazme caso y espera antes de concebir un pequeño tu misma y confórmate con ser la madrastra de los otros tres. 

  Por alguna extraña razón el hecho de que dijera que seria su madrastra me molestaba y sentí la urgencia de corregirla.  

-Tía, sabes que te quiero mucho y eres la mejor, pero te voy a pedir que no vuelvas a llamarme así. 

-¿Así como? 

-Madrastra, no seré madrastra de nadie, seré mamá y punto.  

  No espere respuesta de ella y en cambio fui a la sala común dónde mis padres o mejor dicho mi madre torturaba a preguntas a un pobre Paul quién al verme sonrió con alivió y sus ojos se iluminaron. Por otra parte, sin darme cuenta había comenzado a frotar mi vientre mientras hablaba con Nesa sobre los bebés y cuando ella mencionó lo de esperar para tener uno yo misma, sentí una opresión en el pecho y supuse que sería de angustia. Guarde las manos en los bolsillos de mi saco y me senté junto a Paul y en el sofá de en junto estaban los niños tan quietos que parecían estar jugando a las estatuas.  

-Entonces Molly. ¿Cómo y dónde se conocieron tú y Paul? 

  Miré a mi madre que estaba sentada frente a nosotros y en su rostro pude ver que no dejaría de preguntar hasta ponerse al día, así que lo mejor era comenzar para terminar lo más pronto posible. 

-Mamá, Paul es mi jefe y yo soy su secretaria personal. 

  Mi tía Nesa chilló desde la puerta de la sala y saltó junto a Dyn gritando entusiasmadamente. 

-¡Lo sabía! 

  Por otro lado mi madre me miró extrañada y de inmediato me arrepentí de todas las veces que la había llamado por teléfono quejándome de mi trabajo… y de mi jefe. 

-¿Es el Sr. Murray? Ese jefe esclavista para el que trabajas ¿es tu prometido?  

  Y eso fue todo, quería estar 20 metros bajo tierra o 5 bajo nieve, a esas alturas me daba igual con tal de huir de esa situación. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.