Paul me miró sorprendido y sin comprender de que demonios estaba hablando mi madre y yo no sabía como carajos salir de ese embrollo.
-Mamá, yo nunca utilicé ese termino, fuiste tú quien lo describió así.
-Pues ser sí, pero aún así, no explica el hecho de que te quejaras permanentemente de tu trabajo.
-Lo sé, pero justamente, era del trabajo de lo que me quejaba, no de Paul. Trabajar en Chicago puede ser muy estresante a veces mamá.
-Eso cierto señora Bradford; como un hombre de negocios desde muy temprana edad, puedo afirmar que es algo más que estresante trabajar en una ciudad como Chicago, es como intentar nadar en un océano de tiburones. Por eso no culpo a Molly de que se haya quejado unas cuantas veces del trabajo, a pesar de que no me enteré sino hasta ahora.
El tono de voz implícito me indicaba que ese era un detalle que de seguro le habría gustado saber cuándo estábamos planeando está locura.
-Niños creí que fuera necesario saber eso cariño.
-Entonces. ¿Dónde está la madre de los pequeños?
-¡Mamá!
-¿Qué? Solo hice una pregunta.
-Eleonor, querida; lo que nuestra hija quiso decir es que quizá ese tipo de preguntas no deberías hacerlas frente a los pequeños. Además, lo que importa es que nuestra hija sea feliz con la nueva familia que está armando. ¿Eres feliz mi pequeña?
Mi padre, como siempre salió al rescate, estoy segura de que en el fondo el sabía que era mi héroe de toda la vida. Siempre estaba ahí, pronto para ayudarme a salir de cualquier embrollo en el que me hubiera metido.
-Si, soy muy feliz papá. Por cierto; ¿Cuándo llegarán Víctor y Loreley con los niños?
Mi madre miró el reloj de la sala por en sima de mi cabeza e inmediatamente su rostro recobro el aire de anfitriona de la fiesta con una gran sonrisa ensayada, pero al mismo tiempo natural y reconfortante.
-Ellos ya están aquí querida. Tú hermano dijo que llegaría un poco tarde porque Loreley insistió en pasar por la clínica primero.
-¿Ella está bien? ¿Le pasó algo?
-No, no, no Molly, tranquila. Solo que ya sabes como es ella con todo y quería estar segura de que el bebé está bien.
En ese momento el timbre sonó y mi madre corrió hacia la puerta para abrirle a mi hermano y su esposa con los dos pequeños diablillos con los que contaba para que se hicieran amigos de los míos.