Cuando me desperté note que mi cabeza subía y bajaba suavemente, como al ritmo de una respiración y la tibieza que sentía junto a mi cuerpo era reconfortante. Cuando elevé la cabeza me encontré con los ojos cerrados de Paul; él estaba durmiendo plácidamente en la misma cama que yo, junto a mí y yo no me había enterado hasta ese momento. Inmediatamente me senté de golpe provocando que él se removiera en el colchón, pero afortunadamente no se despertó. Comencé a rebobinar lo sucedido en la noche anterior, pero en ningún recóndito lugar había quedado grabado el momento en el que él había llegado hasta ahí y tampoco de que hubiéramos hecho nada.
-Al menos espero que no haya sucedido nada.
Inmediatamente levanté la ropa de cama y el alivio surgió de mi pecho al ver que ambos estábamos vestidos.
-Molly hicimos nada inapropiado anoche si es lo que te preocupa.
Llevé mi mano al pecho cuando la voz repentina de Paul me sobresalto y al mismo tiempo sentí mis mejillas ruborizase e intenté disimularlo mirando hacia otro lado.
-No, yo no pensé en eso…
-Molly, te conozco. Pero tranquila, cuando llegué a la habitación tú estabas profundamente dormida y no quise despertarte. Pero supuse que sería mejor que durmiéramos en la misma habitación para que tú familia no sospeche nada.
-Si, tienes razón en eso, no había pensado en ese detalle.
En ese momento mis neuronas se encendieron y mis manos volaron hacia mi cabello; podía imaginar lo desordenado que debía de estar, perfecto para que una ratonera anidara en el. No pude disimular mi preocupación por el pelo y Paul se rio mientras extendía su mano y tomaba un mechón del mismo para colocarlo suavemente detrás de mi oreja. Ese simple gesto provocó una oleada de corriente por mi vientre ya que sus dedos rosaron la piel de mi rostro y luego su mano se quedó inmóvil sobre mi hombro.
-Molly, no debes preocuparte por tu aspecto en las mañanas; es tan bueno como el del resto del día.
-¿Entonces estás diciendo que me veo como trasnochada todo el día?
-¿Qué? – Ambos reímos alegremente.- No, me refiero a que eres igual de linda por las mañanas que por las noches o todo el día. En resumen, eres perfecta sin importar la hora del día.
Estaba segura de que mis mejillas estaban tan rojas que podría ser la guía del tránsito. Entonces Paul fijó sus ojos en mi labios e instintivamente pasé la lengua por ellos para humedecerlos ante la anticipación de lo que estaba por pasar. En el fondo una vocecita molesta me decía que esto estaba mal, parecía que en cierto modo estaba engañando a Jon. ¿Pero cómo eso era algo razonable? Él era quién me había engañado y por ese motivo habíamos terminado la relación, pero jamás habíamos vuelto a hablar después de que lo encontré con otra mujer, de hecho, yo di por sentado que Jon había entendido el mensaje de que lo nuestro se había terminado. ¿Pero realmente él sabía eso?
-¿Está todo bien?
La voz preocupada de Paul me trajo de vuelta al prese e inmediatamente me golpeé mentalmente por haber matado el momento.
-Si.
-¿Segura?
-Muy, todo en orden de verdad.
Yo no había fallado en el compromiso con Jon, no, él fue quién nos falló a ambos cuando decidió que una aventura valía más que los 4 años de relación que tuvimos. Él fue quién asesino nuestra relación y yo no debería sentir culpa por estar comenzando a sentir cosas por otro hombre, y menos cuando al parecer, lo conozco más de lo que creí conocer a Jon. Mis ojos buscan los de Paul y cuando estos se encuentran soy yo quién avanza hacía él. Nuestros labios están a tan solo un milímetro de distancia, cuando la puerta de la habitación es abierta de manera brusca y sin previo aviso. Ambos nos sobresaltamos; y siento cierta vergüenza, como si hubiéramos sido descubiertos robando en una tienda.
-¡Oh! ¿Interrumpo algo importante?
Suspiré algo resignada ante la falta de tacto de mi tía y la mire significativamente para demostrarle que necesitaba seriamente una clase de respeto a la privacidad de terceros.
-No, Nesa, nada importante. ¿Qué sucede?
-Solo que tú madre me dijo que te dijera que está el desayuno.
-Bien, ya vamos.
Ella se quedó parada en la puerta de la habitación mirándonos como si esperara algo.
-¿Algo más?
-¿No?
-¿Entonces? – Al ver que no comprendía le aclaré. – Un poco de privacidad tía, por favor.
-¡Oh, claro si!
Cuando ella se marchó al fin, Paul comenzó a reír como si hubiera contado un chiste, pero al ver que yo no me reía decidió ponerse en pie.
-Creo que mejor me visto para desayunar.