Un año atrás: el sol empezaba a caer y el cielo se pintaba de distintos colores, aquel día vi el atardecer más hermoso de mi vida, abrí la ventana de mi oficina para que entre el aire, se sentía un poco frio, aquel día llovería. Miraba la hora cada que tenía oportunidad, tenía prisa, tenía mucha prisa, no había comprado ningún regalo para mis hijos, siempre me decía -aún hay tiempo- y luego ya no hubo. Por fin dieron las 5:00 pm, debía darme prisa y comprar algún regalo.
Caminaba por la calle pensando en que les gustaría, caminaba de tienda en tienda, de juguetería en juguetería, todo estaba agotado, solo quedaban juguetes viejos y feos, no podía darle eso a mis amados hijos, tenía que seguir buscando. Después de un tiempo la tarde se hizo noche, estaba cansado, mis piernas temblaban un poco y la cabeza me dolía, busque donde descansar y encontré una banca al lado de un poste de luz, me senté en ella y suspire profundo – ¿Qué he hecho?- me dije –jamás encontrare un buen regalo, le arruine la navidad a mi familia- mire hacia el cielo y suspire profundo de nuevo. Me levante de la banca para seguir mi travesía, me dispuse a seguir buscando, camine un par de cuadras oscuras iluminadas a penas por una pequeña luna menguante, sentí un escalofríos recorrer mi cuerpo, camine un poco más rápido y doble la esquina. Pude ver una pequeña tienda que se encontraba en la otra esquina. Corrí, quería darme prisa, ya era un poco tarde, corrí sin pensar, corrí sin mirar, no pensé en eso, en aquella calle desolada ¿Qué podrá pasar? Cruce la calle ¡la tienda tenia juguetes! Perfecto, llegaría a tiempo.
La vida como la muerte es incierta, en promedio nace más de 372.000 mil niños al día, niños que no deciden nacer, algunos embarazos son accidentales, por negligencia o falta de conocimiento de los individuos, otros si son planeados, ya sea si se planeó o no, la vida nace, crece, en ocasiones se reproduce, en ocasiones no, pero una vez que la vida este solo hay una cosa segura. En promedio mueren al día mas de 155.000 mil personas, algunas deciden morir, la gran mayoría no, pero al ser tan incierta la muerte, también es natural y nos llega en el momento que menos lo esperemos. Dicen que cuando estas a punto de morir el tiempo se detiene, y para mí fue así, recuerdo ver los juguetes que había en aquella tienda, un carro para mi pequeño Nicola y un peluche de pantera negra para mi pequeña Sofía, la cual, ama a los animales. También vi el auto que estaba a punto de arrollarme y la expresión del sujeto que iba manejando, estaba asustado, sorprendido y preocupado, no era mi intención causar problemas, solo quería llegar lo antes posible a casa. Guardaba la esperanza de que pudiera sobrevivir, entonces cerré los ojos y sentí como el tiempo tomaba su curso, un golpe me estremeció en mi costado izquierdo y me elevo, me hizo dar vueltas como un muñeco hasta estrellarme en el pavimento frio, no fue sino hasta ese momento que abrí mis ojos, una muchedumbre me rodeaba, el sujeto llamaba a alguien y las lágrimas caían en cantidad de sus ojos –despertó- dijo alguien entre el montón, quería decirles que no había problema, que solo me dolía un poco la cabeza –ayúdenme a levantar- dije –estoy bien- nadie respondió, las personas se empezaban a desvanecer una por una y fue hasta que solo quedo aquel sujeto que lo reconocí, fue hasta ese momento que me di cuenta que moriría allí, solo pude pensar una cosa –debo ir a casa-