Fui yo, fue mi culpa, yo lo mate. Mi día, aquel día empezó con normalidad, no fue sino hasta las doce de la tarde que recibí una llamada, mi mejor amigo me invito a pasar navidad en su casa, acepte, llevaba tiempo separado de todo el mundo, el camino hacia el éxito es muy solitario y eso lo tenía muy presente. Luego de graduarnos de la universidad ambos decidimos vivir en la ciudad y hacer dinero mientras gozábamos de nuestra juventud, pero el conoció a alguien y se casó, creí que era un tonto por hacerlo, se fue del departamento en el que vivíamos y se mudó a una casa en los suburbios con su nueva esposa, luego de eso nos veíamos muy ocasionalmente, pero no iba a rechazar su invitación, era la familia más cercana que tenía y aquella navidad estaba un poco melancólico. Mi vida parecía ir a pique, la empresa en la que laboraba las cosas no iban bien y mi cargo como gerente de ventas peligraba, había luchado mucho para llegar hasta ahí y de la noche a la mañana estaba a un paso de que me saquen a patadas como un simple pasante. Quise resguardarme en las personas que me rodeaban, le preguntaba si no había puestos disponibles en caso de que me corrieran, pero solo recibía ademanes despreciativos, al darse cuenta de mi situación, uno a uno fue alejándose hasta que me vi solo, desolado, vacío ¿Cómo paso esto?
Encerrado en la oscura soledad de mi departamento me debatía si ir o no a la casa de mi amigo, él no tenía la culpa de nuestro distanciamiento, yo me aleje de el por vivir una vida pagana con desconocidos a los que llamaba “amigos” pero eran tan falsos como un espejismo en el desierto, que prometen saciar tu sed y cansancio, pero solo hacen que te adentres más profundo en el desierto. Voy a ir, tomo las llaves de mi auto y miro el mini bar para ver que vino llevar, pero no tenía vino, pensé el llevar algún otro licor, pero mejor compraría un vino en el camino. Baje al estacionamiento y Salí en mi auto. Aquella noche Salí mas tarde de lo que había planeado, fui hasta el centro de la ciudad y pude conseguir un Selentein Primus Malbec. Me encamine a ver a mi amigo, hace rato no nos vemos, desde el cumpleaños número siete (7) de la pequeña Sofía, debía darme prisa para no llegar a importunar a la familia. Conducía a toda prisa entre calles oscuras y desoladas, me saltaba de vez en cuando uno que otro semáforo para poder llegar a tiempo y en aquella esquina pensé; si tan solo hubiera tenido un vino, no habría salido a las carreras a buscar uno, o quizá si hubiera dudado menos en si salir o no, en este momento estaría en la casa de mi amigo, o tal vez sino estuvieran a punto de despedirme no habría sentido la duda si ir o no, si tan solo hubiera sido un mejor amigo, podría haber planeado con antelación una reunión entre los dos. Una persona salió de la nada corriendo, sin mirar, sin pensar, intente esquivarlo, intente frenar, era demasiado tarde, el tiempo se detuvo por un instante, pude ver su rostro, era mi amigo, era Rene. Me sorprendí al verlo salir de la nada, me preocupe al reconocerlo e intente frenar o esquivarlo, pero me entristecí al darme cuenta que era demasiado tarde, no pude quitarle la vista en cima, lo golpee por su costado izquierdo y se elevó un par de metros por encima de mi auto, no pude ver como callo. Freno y salgo del auto para ver en qué estado se encuentra, su cráneo está totalmente roto, jamás había visto tanta sangre en mi vida, saco mi teléfono móvil para llamar a los paramédicos y las lágrimas salen de mis ojos como cataratas, no puedo contenerlas, luego oí el susurro de su voz –debo ir a casa- dijo. Me arrodille –lo siento- le dije –tu saliste de la nada. No era mi intención hacerte esto- era inútil, había exhalado su último aliento.
Actualidad: aquel entonces, no pude darles la cara a Laura, ni a los niños, pague todos mis ahorros en una gran indemnización, pero como imaginaran, el dinero no revive a los muertos, pague un tiempo en prisión, perdí mi empleo, pero nada puede quitar este dolor de culpa que crese con mi ruina. Estoy frente a su casa, hace un rato salió Laura a recoger un pequeño gato negro que apareció en frente de la puerta, quiero ir y tocar su puerta, pedir perdón por lo que paso aquel entonces, poder tener paz conmigo y con ella –ve amigo- escuche en mi corazón –ten esperanza- camine a la puerta de su casa y toque, pero nadie habría, toque de nuevo y ante la demora me invadió el pánico y quise salir corriendo, di media vuelta y una luz ilumino mi espalda y una voz detuvo mi huida -¿Raúl?- dijo -¿Qué haces aquí?- voltee y vi a Laura al rostro –lo siento- le dije mientras caía arrodillado a sus pies -todo fue culpa mía- Laura lloro –Raúl- dijo –lo que nos hiciste fue algo que nunca podrás borrar- no podía mirarla a los ojos –mírame- me dijo –mírame- no quería hacerlo –mírame- lo hice –te perdono- me dijo –feliz navidad- una lagrima suya callo en mi rostro y recorrió mi mejilla y mi corazón se ilumino.
FIN