Navidad inolvidable

Capítulo 5

Al llegar a su casa,  luego de hablar su amiga Bela se siente sola, vacía, así que sin pensárselo mucho decide ir a dar una vuelta, le prometió a Berni hacer un esfuerzo por cambiar todo lo relacionado a sus abandonos,  hoy lo intentaría. 

Jaime y Humberto llegan al bar,  sus amigos ya están allí,  los saludan entra risas,  nadie hace referencia a la presencia de Jaime, lo tratan como si siempre hubiera estado con ellos,  para ellos es un enorme avance que este ahí,  sobre todo en esa época del año.

Entre risas y anécdotas de juventud la noche fue pasando, todos estaban contentos incluso Jaime,  se sentía vivo,  alegre,  no como era antes pero era un buen momento que hacia tanto no disfrutaba.

Al mirar a una esquina del bar ve a una joven tomándose una margarita y viendo su teléfono como si todo aquello le fuera totalmente indiferente,  se notaba triste.  Sin pensarlo mucho se levanta ante la mirada interrogante de sus amigos y se dirige a aquella mesa.

Al llegar ella levanta su cara y lo observa,  ambos se miran y es como si se conocieran de toda la vida, sus miradas se conectan, sus almas se comprenden.

-puedo sentarme?? –la mujer lo mira en silencio,  indecisa,  momento que el aprovecha y simplemente se sienta, la observa,  es muy bonita, pelo negro ojos azules,  labios sensuales,  nariz fina y pequeña,  su cara es un conjunto perfectamente combinado.

-soy Jaime,  Jaime Díaz

La mujer no sabe cómo actuar,  hacia tanto tiempo que no permitía que ningún hombre se acercara que sus palabras no salían –este es el momento en que me dices tu nombre y agregas que es un gusto conocerme-dice el hombre para romper el hielo y nota que la chica sonríe

-quien dice eso?? Algún manual que este leyendo? Dice por fin

-algo así,  funciona,  valió la pena comprarlo, ya me dirás tu nombre??

- Soy Isabella,  Isabella Erarte,  es un gusto –ella lo miraba,  tenía que reconocer que era todo un bombón,  pero rubio,  ojos muy miel muy claros,  grandes y con cejas muy pobladas,  nariz totalmente refinada y por lo que vio cuando se detuvo frente a ella estaba muy bien tonificado,  sus labios definitivamente la invitaban a algo más que hablar. Hacía mucho que no sentía nada eso.

-es un gusto Bella – dijo el hombre procediendo a tomar su mano y besarla como un caballero,  un estremecimiento los recorrió a los dos.

Pasaron horas hablando de todo y de nada en particular,  la charla para ellos salía natural,  cada uno se sentía cómodo con el otro,  parecían amigos de toda la vida.

-Jame –dijo Humberto acercándose –nos vamos,  te quedas un rato más??- pregunto esperanzado en que dijera que sí,  todos en la mesa en donde había estado Jaime antes estaban felices por el

-sí,  sí,  ve,  ve,  yo me iré por mi cuenta, puedo llamar a un taxi –le dijo,  ya que habían ido en un solo vehículo para después recoger el suyo cuando salieran.

-pero puedo dejarte el mío,  me lo devuelves mañana,  Carlos puede llevarme –dijo mirando al aludido quien sin saber que decían dijo que si en un movimiento de cabeza.

-no, tranquilos,  yo lo llevo a recoger su auto o lo dejo en su casa,  según me dices donde vives estamos relativamente cerca –dijo Isa

-no quiero causarte molestias, puedo pedir un taxi

-ya,  esta decidido,  disfruten su noche,  es un gusto concerté,  soy Humberto el hermano de este mal educado que no me presenta

-soy Isabella,  un gusto Humberto,  ve en paz yo me encargo de dejarlo sano y salvo en su dirección,  si quieres te llamo luego de dejarlo –dijo en tono jocoso-

-no,  cómo crees?? Puedes hacer con él lo quieras,  buenas noches –dijo despidiéndose

-disculpa a mi hermano,  vive preocupado siempre por que no salgo

-no  te preocupes,  es bueno tener gente a tu lado que te ame, tengo una amiga que actúa de la misma manera,  ha estado conmigo desde hace más de 10 años, me ha visto en mis peores momentos y nunca ha perdido la esperanza de que yo cambie.

Las horas siguieron pasando y ambos la estaban pasando tan bien que no se dieron cuenta que el local poco a poco se fue quedando vacío y solo quedaban ellos.

-disculpen señores –les dijo un camarero –pero ya debemos cerrar

-ay santo, disculpe usted por habernos quedado aquí como que estuviéramos en casa –dice Bela escondiendo una sonrisa.-vamos tengo que llevarte a tus castillo,  se lo prometí a tu hermano.

-tenga,  cobre y quédese con el cambio-dijo Jaime –gracias

Ambos salieron,  eran casi las 5 de la mañana –Dios,  es otro día ya-dijo el hombre –hemos hablado tanto y aun no tengo tu numero

-claro,  dame el tuyo-cuando este le entrega el aparato registra su número y se lo devuelve –ahí tienes el mío,  envíame un hola para yo registrarlo porque mi aparato esta sin carga

Ambos abordaron el vehículo en silencio,  uno bastante cómodo para ser prácticamente dos extraños,  él iba indicándole en silencio como debía hacer el recorrido

-llegamos príncipe,  realmente estas a diez minutos de mi casa




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