Navidad por Contrato

II

La nieve caía con más fuerza cuando Sofía y William entraron al pequeño café de la esquina. El viento helado los había empujado, literalmente, hasta el interior.

El cafe de "Franky" era el mejor de toda la ciudad. Aveces necesitaban un latte o un mocca con desesperación, antes de sucumbir a la locura. Will la traia al menos 2 o 3 veces al mes, mas por su seguridad que por la mia. El café instantaneo puede hartar facilmente a alguién.

—Te juro que ese viento quiere matarme —dijo Sofía, sacudiéndose los copos del cabello.
—Chicago está vivo, Sofi. Y tiene hambre —respondió William, frotándose las manos con teatral dramatismo.— Alimentalo... amalo...Superalo.

El lugar estaba lleno de gente escapando del frío. Olor a vainilla y espresso, música suave, luces cálidas. Un lugar perfecto para… bueno, lo que estaban a punto de hacer.
Planear su mentira.

Fue al mostrador a pedir sus bebidas y al regresar se sentó frente a él y tragó saliva.
—Bien, si vamos a hacer esto, necesitamos reglas claras.

William levantó una ceja.
—Sofi, nunca pensé que tendría que firmar un contrato para ser tu novio.

—Falso novio —aclaró ella, apuntándolo con el dedo.
—Ay, ok, no le quites glamour a mi papel.

Ella abrió su cuaderno, uno que normalmente usaba para listas de mercado pero que hoy se convertiría en el documento más peligroso del mes.

—Primero —empezó—, nada de besos reales.
William la miró con fingido dolor dramático.
—Ya estás rompiendo mi corazón.
—Cállate. Estoy siendo práctica.

— Le quitas diverción a la vida.

Escribió:

1. Prohibidos los besos reales. Solo simulados.

—Perfecto. Siguiente regla —dijo él, inclinándose hacia delante—: nada de dormir juntos.

Sofía levantó la mirada, escandalizada.
—¿Por qué saltaste directamente a eso?
—Porque es importante. No quiero que tu abuela decida que somos lo suficientemente adultos para “compartir cama”, entre comillas enormes.
—Oh, Dios, mi abuela haría justo eso —Sofía se cubrió la cara con las manos—. Anotado.

—¿ Pensate que me referia a otra cosa?

— Claro que no, concentrate.

2. No dormir juntos bajo ninguna circunstancia.

—Regla tres —continuó William—: nada de miradas intensas.
Sofía frunció el ceño.
—¿Qué significa eso?
—Sabes, esas miradas de película donde la pareja se queda mirando tres segundos más de lo normal.
—Eso no pasa en la vida real.
—Pues créeme, pasa.
—¿Te ha pasado?
—Obvio. Soy irresistible.
—Cállate.

Anotó, aunque entre risas:

3. Evitar miradas sospechosamente románticas.

—Ok —dijo ella—. Regla cuatro: no involucrar sentimientos.
William asintió con exagerada seriedad.
—Sí, sí. Cero amor verdadero, cero declaraciones dramáticas, cero “eres lo mejor que me pasó en la vida”.
—Exacto.
—Qué triste —dijo él llevándose una mano al pecho—. Yo que ya estaba practicando mi discurso.

Sofía rodó los ojos.

4. Nada de sentimientos reales.

—Y número cinco —añadió ella—: esto termina después de Navidad.
—¿El 26?
—El 26. A la medianoche.

William tomó su pluma y firmó el final de la lista.

—Hecho. Ya soy oficialmente tu novio temporal.
—Falso novio.
—Falso novio oficial. Profesional. Certificado. Mejorado.
—William…
—Ok, ok. Solo falso.

Ambos rieron, pero hubo un segundo, apenas un parpadeo, en el que se quedaron mirándose.
Demasiado intensamente.
Justo lo que la regla tres prohibía.

Carraspeó y miró a otro lado.

El mesero llegó con dos chocolate calientes decorados con crema y pequeños bastones de menta. William tomó el suyo y sonrió de forma traviesa.

—¿Lista para avisarle a tu familia?
Sofía sintió que el estómago le daba un vuelco.

—No.

—Pues vamos a hacerlo igual.

Sofía sacó su celular.
Pulso acelerado.
Miedo.
Vergüenza.
Y un poco de emoción absurda.

Abrió el chat familiar.
Respiró.
Escribió:

“Mami, sí… voy a ir con mi novio esta Navidad.”

Miró a William.

—Dios mío…
—¿Qué pasó?
—Le acabo de mentir a toda mi familia.
—Sofi —dijo él, con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora—, bienvenida al club.

Y mientras ella enviaba el mensaje, el celular de William vibró al mismo tiempo.

Era su madre.

William lo miró, pálido.
—Creo que mi mamá ya presintió algo.

Sofía abrió los ojos.
—¿Qué te escribió?

William leyó en voz alta:

“Hijo, Becky me acaba de decir que su hija quiere conocerte. ¿No te ENCANTARÍA? A demas hay otra chica que me guataria presentarte”
Un segundo mensaje llegó de inmediato:
“¿Estás viendo a alguien? Dime que sí o te juro que…”

William levantó la mirada, derrotado y dramático.

—Ok. Sí. Definitivamente te necesito.

— Deberias contestarle.

—No quiero.

Sofía no pudo evitar sonreír.

—Entonces… ¿estamos oficialmente en esto?
—Más que oficial —dijo él, chocando suavemente su taza con la de ella—.
Somos un contrato navideño en proceso de desastre.

— Ni que lo digas.



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En el texto hay: romace, navidad, relacion falsa

Editado: 28.11.2025

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