Faltaba una semana para que empezaran las fiestas, pero el ambiente en el departamento ya estaba cargado de nervios. Sofía tenía el teléfono entre las manos desde hacía diez minutos, respirando profundo y soltando el aire con desesperación.
Will salió de la cocina con dos platos de sopa de cebolla y la miró con una sonrisa suave.
—¿Lo vas a hacer ahora? —preguntó mientras le extendía un plato.
—Tengo que hacerlo. Si no, me voy a estresar todo el día.
—Perfecto. Yo me sentare aqui, como tu guardia emocional —dijo Will, acomodándose a su lado.
—Will… —Sofía lo miró con media sonrisa—. Eso no existe.
—Lo acabo de inventar. Así que sí existe.
Ella negó divertida, pero apretó el botón de llamar.
La cara de su madre apareció enseguida en la pantalla.
—¡Hola, hija! Pensé que ibas a llamar más tarde.
—Necesito contarte algo. Sobre… las fiestas.
La abuela y Emma, como era costumbre, aparecieron detrás sin que nadie las llamara.
—¿Qué pasa con las fiestas? —preguntó la abuela ajustándose los lentes.
Sofía tragó saliva.
—Este año, el 23 voy a cenar con Will. Bueno… con los papás de Will.
Su madre abrió los ojos con sorpresa.
—¿El 23? ¿En su casa?¿No vendrás?
—Sí, no, quiero decir... Ellos nos invitaron. Y Will quiere que vaya. Es importante para él.
La abuela inclinó la cabeza como un detector de mentiras.
—Ajá… interesante.
Sofía apretó los labios.
—Abuela, no hagas eso.
Emma interrumpió con emoción infantil.
—¿Van a usar suéteres navideños? ¿Me tráeran regalos? ¿Se van a casar?
—Emma… por favor…
Su mamá intervino antes de que la abuela empezara a afilar sus preguntas.
—Espero que todo salga bien, que disfruten su cena.
Sofía sintió alivio instantáneo.
—Gracias, má. Y… bueno, también quería confirmar con ustedes que el 24 , como siempre, lo paso con ustedes. Will vendrá conmigo para Nochebuena.
La abuela sonrió de inmediato.
—Eso sí me gusta.
Emma saltó en el sofá del fondo.
—¡Will viene el 24! ¡Va a comer el postre de la abuela! ¡Se va a quemar la lengua!
—Emma… —dijo su madre, reprimiendo una carcajada.
Pero Sofía no había terminado.
—Y hay otra cosa.
Las tres se quedaron en silencio.
—Los padres de Will… quieren que el 25 hagamos una cena conjunta. Las dos familias.
Su madre abrió la boca sorprendida.
—¿Ambas familias? ¿Todos juntos?
—Sí —respondió Sofía—. Ellos quieren conocerlas y a Will le gusta la idea de que pasemos ese día todos reunidos.
Hubo un silencio lleno de sorpresa y, enseguida, emoción.
—Me parece hermoso —dijo su madre, tocándose el pecho—. Hace tiempo que no tenemos una reunión así… grande.
La abuela asintió con energía.
—Yo voy a llevar algo especial. Algo que deje a su familia impresionada.
Emma levantó la mano.
—Yo llevo la buena onda. Y espero doble regalo.
Sofía rió.
—Entonces… ¿estamos de acuerdo?
—Claro que sí, hija —respondió su mamá—. Dile a Will que lo esperamos con gusto.
Colgaron.
Dejó el teléfono en la mesita y se dejó caer en el sofá como si hubiera corrido un maratón.
Will la miró con expresión divertida.
—¿Saliste viva?
—Mi abuela ya planea conquistar a tu familia. Mi mamá está emocionada. Y Emma… bueno, Emma me preocupa.
Will soltó una risa suave.
—Va a estar bien.
Sofía lo miró de reojo, más seria.
—Es extraño… Pensar en una cena familiar sin mi papá. Él hacía todo en el 24. Es difícil no sentir el hueco.
Will se acercó sin dudar y tomó su mano con suavidad.
—No tienes por qué sentirte bien todo el tiempo. Es normal extrañar. Y si en algún momento te duele… estoy aqui para ti.
Sus palabras entraron como calor, como algo que ella no sabía que necesitaba escuchar.
—Gracias —susurró.
Él apretó su mano con delicadeza.
—Vamos a hacer que esta Navidad sea buena. Diferente, pero buena.
Ella lo miró, y por un instante pareció que él iba a acercarse un poco más. Sus ojos, cálidos, la desarmaron.
Will no la besó.
Pero la forma en que la miró dijo demasiado.
— Come y mas tarde voy a prepararte chocolate caliente —dijo él bajito—. Es parte del plan antiestrés.
—¿Otro plan inventado?
—Todos los buenos planes lo son —sonrió Will.
Y Sofía sintió que, por primera vez en mucho tiempo, las fiestas se veían como algo que podía sanar… y no romperla.