Navidad por Contrato

XV

El timbre volvió a sonar, insistente, como si la madre de Will presintiera que la estaban ignorando.
Sofía respiró hondo, alisándose el cabello con las manos, aunque de los nervios ni siquiera notó que tenía un mechón rebelde apuntando hacia arriba.

Will, en cambio, parecía a punto de desmayarse.

—Ok —dijo él, acomodándose la camiseta como si eso fuera a ayudar en algo—. Podemos hacerlo. Es solo mi mamá. Una mujer. Una señora normal. No es una criatura sobrenatural.

Sofía lo miró.

—Will… tu mamá es aterradora.

Will abrió la boca, luego asintió.

—Sí. Tienes razón. Buena suerte.

—A ti también.

Respiraron hondo.
Y Will abrió la puerta.

—¡Buenos días, mis tortolitos! —entró la madre de Will con un tupper enorme y una bolsa llena de algo que olía peligrosamente dulce—. Les traje desayuno navideño. Porque ustedes necesitan energía. Para… ya saben.

—¿Para…? —preguntó Sofía, tragando saliva.

La madre de Will le guiñó un ojo.

—Preparativos. Son muchas cosas cuando uno está comprometido.

Will casi se atraganta con su propio aliento.

—Mamá, podemos hablar de eso…

—Después —dijo ella, entrando como si fuera su casa—. Primero, panecillos glaseados. Omelets para darles energia para todo el día . Y jugo natural. No quiero que mi futura nuera coma mal.

Sofía sintió cómo la palabra nuera le chocaba contra el pecho como un ladrillo caliente.

—Señora, yo—

—Nada de “señora”, Sofi. Llámame Maggie. O mejor… “mamá ”. Pero paso a paso, no quiero apresurarte.

“Mamá ”
Will se llevó la mano a la cara.

—¿Dónde está tu padre? —preguntó él.

La mujer suspiró teatralmente.

—Se quedó en el auto. Dice que respeta su privacidad. Traducción: sabe que si entra va a poner cara de desaprobación, así que decidió ahorrarnos la incomodidad.

Sofía rió sin querer.
Era probable que fuera cierto.

Margaret dejó todas las bandejas en la mesa y los observó a los dos con ojos entre emocionados y analíticos.

—A ver… —dijo juntando las manos—. ¿Cómo amanecieron mis enamorados?

Will quiso responder, pero la mujer levantó una ceja.

—Primero Sofía.

Sofía sintió un flashback inmediato a la noche anterior: la presentación, el brindis, las felicitaciones, la palabra prometida rebotando en su cabeza.

—Eh… amanecí bien —respondió.

La madre de Will frunció los labios, evaluándola como si fuera un examen.

—¿Y Will? —preguntó ella, sin mirarlo siquiera.

—Yo… amanecí… bien también —contestó él, confundido.

—Ajá —respondió Maggie, como si hubiera descubierto un patrón psicológico profundo—. Se nota.

—¿Qué… se nota? —preguntó Will.

—La tensión romántica y sexual. Tan obvia. Casi se puede cortar con un cuchillo. Parece que tendre el anhelado nieto mas pronto que tarde.

Los dos se pusieron rojos al mismo tiempo.

—Mamá —protestó Will— no hay—

—NO MIENTAS —lo interrumpió ella—. Una madre sabe cuándo su hijo está enamorado.

Silencio.

Will quedó petrificado.
Sofía abrió los ojos, sorprendida.

Margaret sonrió satisfecha.

—Y tú, Sofía…
La mujer se acercó con paso firme y puso una mano suave en su mejilla.
—No tienes idea de lo feliz que estoy de que mi hijo haya encontrado a alguien que lo mire como tú lo miras.

Sofía sintió que el corazón le temblaba.

Pero antes de que pudiera responder, ella dio media vuelta, sacó una libreta y comenzó a escribir.

—Ahora sí —anunció—. Hablemos del 25. Cena conjunta, 20 personas mínimo. Yo puedo encargarme de la cena. Sofía, tú puedes traer postre. ¿Y para el 24? ¿Ya hablaron con tu familia?

Sofía tragó saliva.

—Sí. Vamos a cenar allá. Mi abuela, mi mamá y mi hermanita estarán. Sera algo íntimo.

Su no- suegra solo sonrió.

—Ahora bien… —dijo— tengo que irme antes de que tu padre toque la bocina como un loco. Los veo mañana. Y recuerden: si me dicen la fecha de la boda, puedo reservar el salón con descuento.

—¡NO HAY—! —empezó Will.

—Después hablamos —dijo Margaret, ignorándolo totalmente mientras salía con el mismo entusiasmo con el que entró.

La puerta se cerró.

Silencio.

Un silencio enorme, cargado, lleno de cosas no dichas.

Will y Sofía se quedaron mirándose un largo rato.
Sin palabras.

Hasta que Sofía habló primero:

—Tu mamá… piensa que estás enamorado de mí.

Will tragó saliva.

—Sí.

—¿Y tú… qué piensas?

Will respiró hondo.

Muy hondo.

Se acercó un paso.
Luego otro.

—Creo… —dijo despacio, con la voz más suave que ella le había escuchado jamás— que por primera vez… no quiero fingir.

El corazón de Sofía dio un salto.

Y ahí, en su pequeña cocina, rodeados de panecillos glaseados y caos sentimental, Will levantó una mano…

Y rozó su mejilla con los dedos.

No la besó.

No todavía.

Pero el roce fue suficiente para decirlo todo.



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En el texto hay: romace, navidad, relacion falsa

Editado: 28.11.2025

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