Navis y el coleccionista de mundos (saga Navis 1)

El colegio Whitlacier

Navis despertó con el sonido de la alarma. Abrió un ojo y volvió a cerrarlo. Le gustaba dormir en época de frio, así que estaba acostumbrado al calor de Borka y quería seguir durmiendo, de no ser porque tocaron la puerta.

—¿Quién es? —preguntó mientras se vestía con un pantalón negro, su camisa blanca y el mismo abrigo.

—Soy Kitty, Merry ya preparó el desayuno y quiere que bajemos todos a desayunar.

Navis salió del cuarto.

—Buenos días, Kitty —saludó el chico.

—Buenos días, Navis. ¿Todavía no estás vestido?

Kitty traía puesto un uniforme compuesto por una falda roja, medias y blusa manga larga blancas, un chaleco negro, un moño grande con tirantes en el cuello y una boina roja en la cabeza. Navis solamente parpadeó rascándose el cuello por el malentendido.

—¿Hoy es día de escuela?

—Sí, Merry pasó la noche haciendo un uniforme a tu medida usando tu ropa del orfanato. Lo sé porque Warren se lo contó a Rufio.

—¿Y dónde está mi uniforme?

—No lo sé —en ese momento Mistral salió del cuarto de al lado de Navis, leyendo un libro y con el mismo tipo de uniforme—. Mistral, ¿sabes dónde puso Merry el uniforme de Navis?

Mistral detuvo su lectura y miró de pies a cabeza al chico sorprendida.

—No me digan que todavía no se lo ha dado —dijo con un tono molesto, cerró su libro y caminó deprisa bajando las escaleras. Los dos hermanos sólo la siguieron para no perderla de vista. La joven entró al comedor donde los demás ya estaban desayunando y quedaron atónitos por la entrada repentina de la hermana mayor. Arthur dejó caer su cuchara en el plato de cereal.

—¿Dónde está Merry? —preguntó la chica.

—En la cocina —señaló Meredith a la puerta de la pared derecha.

Mistral no dijo nada y fue a la cocina ella sola. Kitty tomó asiento en la esquina y le mostró que su lugar era en el otro lado de la mesa, a un lado de Caronte y enfrente de Rufio. Navis tomó asiento, su plato estaba servido y estaba formado por un jugo de manzana, su cereal de leche de mragnes y huevos revueltos.

—¿Por qué Mistral está muy alterada? —preguntó Rufio a nadie en específico, untando crema de maní a su pan tostado.

—Es por lo del uniforme —dijo Warren en la esquina extrema de la mesa, después de tomar su jugo—. Te dije que lo estaba haciendo casi a la media noche.

—¿Tú siempre escuchas todo? —preguntó Navis dirigiéndose a su hermano mayor.

—A veces, sólo cuando estoy aburrido —no dudó en hacer una pequeña broma—. Una vez oí que Baby Boom eructó cuando estaba en su habitación.

Baby Boom le dio un codazo para que se callara. Warren sólo soltó una risita traviesa. Caronte casi de ahoga al intentar tomar de su mini vaso por lo que Warren contó.

—Así que, si intentas hacer una escapada con amigos, habrán dos personas en saberlo primero: Merry y yo.

—Dios, le diste oídos, ¿por qué no lo dejaste mudo? —imploró Baby Boom.

Navis dejó salir una sonrisa. Nunca había probado la leche de mragnes, sólo sabía que la leche de mragnes era de alta calidad, seguida de la leche de Or y la leche de vaca. La probó. Tenía un sabor ligeramente dulce. Observó que al parecer todos tenían un orden para sentarse, porque las cuarto primeras sillas estaban desocupadas, aclarando que habían otros cuatro hermanos más, después la quinta silla tenía el desayuno, pero faltaba Mistral, dando a entender que ese era su lugar, seguía Rufio y en la esquina Kitty. Del otro lado se encontraban Warren, Baby Boom, Arthur, Meredith, Caronte y él.

Mistral salió de la cocina, con Merry tras ella, y la joven se sentó en su lugar al lado izquierdo de Rufio.

—Merry dice que vayas a tu cuarto después de desayunar, te dejará tu uniforme colgado en el ropero.

 —Gracias, Mistral.

 

 

 

 

 

Navis tomó el uniforme que estaba en el ropero y empezó a vestirse lo más rápido posible. Su indumentaria sólo diferenciaba una capa abierta oscura, el pantalón negro, y una corbata roja en vez de un moño. La boina roja se le caía a cada rato.  También notó que tenía un maletín en el pie de la cama. Lo abrió en la mesa de estudio y adentro de él estaban libretas con forro rojo y otras de forro negro, algunas hojas blancas y plumas con el tintero cerrado. Tomó en su ante brazo la capa y con la otra mano agarró su maletín para mirarse al espejo.

Ahora parecía una persona distinta. Sus pupilas heterocromáticas empezaron a brillar de gozo. Nunca imaginó vestir así, ni siquiera se le pasó por la cabeza que un día como ese llegaría. Salió del cuarto para ir a la entrada principal donde sus hermanos lo esperaban. Los varones portaban sus capas puestas y las damas una capa de croquet oscura. A excepción de Caronte que portaba otro modelo de uniforme, pero en blanco. Faust tocó el claxon y un segundo claxon sonó después.

—Que tengan un buen día, muchachos —los despidió desde la entrada Merry.

—Ven Navis —Mistral subió en la parte de enfrente de la camioneta donde Faust ya la estaba esperando —, tu vienes con nosotros.




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