Navis y el coleccionista de mundos (saga Navis 1)

El señor Niccals

El diseño del plato de Navis fue el que ganó el premio para exentar la clase de Artesanía. Lo hicieron con sumo cuidado para recrear cada una de los grabados que tenía. Runas o algo por el estilo. La profesora se encontraba tan entusiasmada con el recipiente que mandó cartas de felicitaciones a cada uno de los tutores.

En la mansión Niccals las cosas empezaban a mejorar, Navis estaba adaptándose mas rápido de lo esperado y cada vez recorría sus pasillos para encontrar nuevos entretenimientos. Las clases de música de Warren eran conciertos nocturnos para su alma cada que estaba a punto de dormir, o las travesuras de Baby Boom lo hacía reír, las interesantes clases de esgrima de Rufio la admiraba con atención por la disciplina del muchacho con el florete, o cuando Meredith necesitaba un conejillo de indias para confeccionar ropa, o las horas de diversión jugando juegos de mesa con ellos, hacían que valiera la pena ser parte de esa familia.

Hacía una semana descubrió que tenían un jardín trasero con techo de cristal para que el frío del planeta no maltratara las plantas. Incluso Mistral le preguntó su pasatiempo favorito, y cuando le dijo que era leer, la chica lo llevó al tercer piso para mostrarle la biblioteca de padre, y que podían tener acceso a ella siempre y cuando mantuvieran todo en orden. El Sr. Niccals tenía una gran colección de libros, que las paredes estaban repletas de ellos. A veces Navis leía en la silla de su padre porque le parecía cómoda, y otras veces leía en el jardín porque le agradaba tener una vista tan bonita del verde pasto con la blancura de afuera. Nunca terminó de leer Mitos Borkianos en el orfanato, pero hallarlo en la biblioteca de la mansión fue un gran alivio, así podía seguir leyendo la leyenda de un Tragaluz que absorbía mundos con tan sólo abrir la boca.

Cada que podía, traía un libro distinto a mano y cómo su cabello era rebelde, utilizaba los broches que Warren le regaló el día de su cumpleaños. No le molestaba que tuviera adornos de florecitas, siempre y cuando le sujetara el cabello hacia atrás bastaba. Hasta ocupaba los broches para comer y su cabello no estorbaba. Warren nunca pensó que Navis llegara a ocuparlos, más bien, creía que se lo regalaría a Kitty o a Meredith.

Ahora Navis tenía una carta de felicitaciones para entregar a su padre, pero le daba pena no saber nada de él o cómo era. Sólo veía una gran pintura suya en la pared de la oficina.

Merry les avisó que el Sr. Niccals llegaría más pronto de lo esperado de su viaje.

           

 

 

 

 

Un día de clases mientras que Navis estaba en clases de la profesora Breena, se escuchó una pequeña explosión seguida de humo proveniente del segundo piso y a varios estudiantes correr y asomarse por los pasillos para ver qué pasaba. Algunos de los que estaban dentro de la clase de reacciones salían apresurados con sus gafas protectoras puestas, y pañuelos para no respirar los vapores, entre ellos Baby Boom y Warren. Sus caras reflejaban pánico.

—Vuelvan a sus clases. No haya nada que ver aquí —dijo el prefecto Prudence mientras que los estudiantes regresaban a sus salones.

Más tarde, en el comedor corrió la voz de que lo que ocurrió en la sala de reacciones fue culpa de uno de los Niccals. Navis estaba comiendo con sus amigos cuando escuchó eso al pasar dos estudiantes de séptimo año. Kitty se lo contó a Ruffio, y Rufio a Meredith, Meredith a Arthur y Arthur a Mistral. Y ella a Navis.

—Tiene que ser Baby Boom, es muy irresponsable.

Lo peor de todo es que terminando las clases se llevaron a ambos hermanos a la dirección. Navis esperó sentado afuera de la oficina junto con sus demás hermanos mientras que Baby Boom y Warren estaban siendo interrogados por lo ocurrido en la sala de reacciones.

Un Hombre de cabello negro y piel pálida llegó por el pasillo, portaba ropa, capa de piel oscura, un gorro husky siberiano negro y un bastón de cristal. Lo más curioso es que su lengua era como el de una serpiente, y lograba salir de vez en cuando de la boca. Sus ojos y su forma de andar reflejaba poder, elegancia y respeto, pero sobre todo poder. Ignoró a los niños y entró a la oficina. Navis reconoció que ese señor era el de la pintura de la mansión: su padre.

—Los va a castigar de por vida —comentó Mistral en cuanto se cerró la puerta.

—No, no, señores. Apuesto a que sólo les dirá que no irán a la casa de campo de Tepec —dijo Rufio sacando una risa a Arthur.

—¿No puedes hablar con padre para que no los castigue, Meredith? —preguntó Navis.

—Dependiendo de quien haya sido, creo.

—Tuvo que ser Baby Boom —Kitty se quitó la boina de la cabeza para ponerla sobre sus piernas—. Ella es muy traviesa.

—Sí, pero esta vez llegó al límite —dijo Mistral.

Tuvieron que esperar más de media hora para que salieran. Al final se abrió la puerta y salieron los dos hermanos con la cabeza agachada y el Sr. Niccals por detrás con una cara llena de seriedad y con la frente en alto.

—Hora de irnos, niños.

Afuera estaban otras camionetas diferentes para siete personas cada una. Faust y Alphonse los estaban esperando con la pequeña Caronte adentro. El señor Niccals se fue en la parte de atrás en la camioneta manejada por Faust, junto con Mistral, Baby Boom y Warren para estar al tanto de todo mientras que los demás se fueron en la otra.




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