Navis y el coleccionista de mundos (saga Navis 1)

El torneo escolar

Los uniformes de vadoleto llegaron a primera hora una semana antes del torneo. A todos los chicos que formaban parte del equipo de los bandos fueron a traer a la dirección su paquete en donde contenía su traje dependiendo del puesto del jugador. Alguno de ellos lo presumían a cada rato, mostrando parte de las botas, o los cascos, o los guantes protectores. Uno que cuanto escudero oprimía el botón para activar los escudos de plasma a la vista de todos los curiosos que miraban unos cuantos pasos para no ser lastimados. Navis no pudo también evitar dar un pequeño vistazo durante el receso, abrió su paquete y sacó el uniforme amarillo con ámbar y el casco negro. Por la parte de atrás venía grabado en negro el apellido Niccals, y en el de otro chico, Fritz. Francis hizo lo mismo con su traje, sólo que él se colocó su casco que cubría parte de la mitad y dejaba ver únicamente sus ojos.

—Genial, Fritz. ¿Ahora cómo piensas comer con eso? —Puawai le ayudó a quitarse el casco para que Francis no lo embarrara de comida. Navis se colocó el suyo—. ¿Tú también? —le reprochó—. ¡En donde pierdan parte del equipo no les van a dar repuestos!

Los dos chicos guardaron sus cosas para que no fueran regañados por Puawai. Las otras mesas estaban con estudiantes mostrando el uniforme blanco —para los glaciares—, o azul cielo —para los cristales— con orgullo. Rufio Niccals se abstenía de abrir su paquete a insistencias de Baby Boom y Meredith que querían verlo. Bongo pasaba a cada rato para tomar fotografías de los jugadores y ponerlas en la plana del periódico escolar, y tomó una en donde venían Francis y Navis juntos.

Nabila Osha estaba a tres mesas de allí con sus amigos admirando el traje blanco de escudero de Flakes, y éste chico le mandaba miradas desafiantes a la mesa de nuestros amigos. De no ser por los codazos de Scott, Navis ni Francis se darían cuenta.

—Parece que no va a ser un duelo amistoso —inquirió Morgan.

—Estoy casi segura que van a hacerte el juego muy difícil.

—No lo atormentes, Puawai —Scott sacudió la cabeza—. Deja que por lo menos Niccals les de una gran paliza en el campo.

Warren entró como siempre en la orquesta del equipo para animarlos desde las gradas. «Esto va a ser interesante, este año habrán dos de mis hermanos en un mismo equipo» —le comentó a un compañero del aula— «Cuando todavía estaba Stella, les tocó enfrentarse como anotadores. Fue un partido muy duro porque ambos son muy buenos en vadoleto. Al final ganó el equipo de ella». Mistral comía con sus amigas para platicar sobre cómo alguien le había dejado una rosa roja en su butaca del aula, junto con una nota cuyo contenido le dedicaba buena suerte y que esperaba que su bando de glaciares ganara ese año, y nadie sabía quién la había puesto en ese lugar. Kitty seguía estudiando seguido en la biblioteca porque participaría en el “Duelo de mentes”, representando a los cristales. Arthur igual, pero como glacial. Meredith no participaría en ningún evento, pero aún así apoyaba a sus compañeros boreales. Baby Boom sólo entró a “Caballero y caballo” porque los otros juegos ya los había probado y ninguno le gustó: Odiaba “Duelo de mentes” porque luego se confundía de pregunta y contestaba otra cosa, y en el partido de vadoleto de hace dos años, Rufio la tacleó sin querer haciendo que se llevara una descarga de la línea. Una mala experiencia. En “Rastreadores” lo jugó el año pasado, pero ahora quería pertenecer a otro juego para ver cómo le iba.

Cada juego contaba con 50 puntos al primer lugar, 35 puntos al segundo y el último era de 25 puntos. Así que los resultados podrían variar. El bando que lograra obtener los 200 puntos o lo aproximado al número, ganaba. Los padres y tutores estaban también cordialmente invitados al torneo.

En la mansión Niccals, Navis se encerró en su habitación para que nadie lo molestara y se puso el uniforme completo. En su cama había un ejemplar nuevo de el libro “El juego de los guerreros: Vadoleto” para estudiar a fondo las reglas del vadoleto. Volteó el cuerpo para posar delante del espejo y mirar por todos lados si habían algo que estuviera mal acomodado. Gracias al trato que le deba Meredith por ocuparlo como maniquí, el chico ahora sabía un poco sobre la forma en la que debía de modelar y moverse con el traje. El casco se lo puso para adaptarse al peso y activó el botón para que la protección saliera a cubrir su rostro. Merry tocó la puerta.

—Joven amo, su padre lo quiere ver en su oficina.

Navis abrió la puerta y le preguntó a Merry si tenía que ir en ese mismo momento para poder cambiarse, pero la señora le dijo que él ya lo estaba esperando, entonces fue con todo y traje puesto. Antes de irse, le pidió de favor si más tarde podría tomarle una foto con el uniforme de vadoleto. Tocó la puerta del despacho y lo invitaron a entrar.

Al entrar, El Sr. Niccals y Rufio lo esperaban allí mismo.

—Siéntense, por favor —ambos hermanos obedecieron—. Como sabrán, ustedes dos van a ser parte del equipo. Rufio —el Sr. Niccals volteó a ver al chico con cabello ardiente—, eres el mayor. Sabes que el Vadoleto es un deporte extremadamente peligroso y fuerte. Así que es tu deber cuidarlo. En cuanto a ti —ahora se dirigió a Navis—, espero que des tu mejor esfuerzo para demostrar que eres fuerte. Es cierto que Rufio puede ayudarte, pero no estará todo el tiempo tras de ti para evitar golpes. Debes de aprender a valerte en este juego. Rufio ya sabe a lo que me refiero.

—Sí, padre —respondieron entre ambos.




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