Navis y el coleccionista de mundos (saga Navis 1)

El libro prohibido de Soren Phineas Aragoni

El invierno terminó en Zenith. El cielo volvió a tener su mismo color de siempre y las ventiscas fueron calmándose paulatinamente. Maurice, Stella y Zephyr no los acompañaron esta vez de regreso porque un día antes de que ellos regresaran a Zenith, los hermanos mayores tuvieron que volver a sus trabajos, así que se despidieron en Tepec.

Esa tarde de la despedida, Stella abrazó a cada uno de sus hermanos antes de irse, al igual que Maurice —que tuvo que agacharse un poco para alcanzarlos— y Zephyr sólo sacudió la cabeza de Navis, alborotando sus cabellos rebeldes.

—Nos mantendremos en contacto —Zephyr anotó una pequeña dirección y se la entregó a Mistral—. Si quieren enviarme algo, esta es mi nueva dirección.

—¿Ya no vives en el sector 7?

—Claro que sí, sólo que me cambié de departamento antes de venir para acá. Mis compañeros de cuarto son muy escandalosos. Y tuve tiempo para comprarme una casa, no es muy grande, pero serán bienvenidos cuando vayan.

Stella bajó sus maletas con ayuda de Layu, y los choferes comenzaron a subirlas a las camionetas. Maurice tomaría un tren porque su trabajo estaba en el planeta Tepec, en la región frondosa de Lapachima, a dos días del páramo de Huatzina.

—Gracias por la ayuda Stella —dijo Navis antes de que la camioneta se pusiera en marcha—, y le dices a Gordon que también estoy agradecido con él.

—Claro.

—Por cierto —Stella estaba a punto de subir la ventanilla—, tengo un amigo que estudia con los Liptor di Corps.

—No puedo darle preferencias a cualquier liptor sólo porque es un conocido, Navis. Es contra las reglas.

—No es eso. Sólo quiero que le digas que le mando saludos, y que no se olvide de comer pan y queso.

—¿Pan y queso? —preguntó la hermana mayor.

—Él lo entenderá.

Stella sonrió por las ocurrencias de los chicos y aceptó. Maurice subió al coche, con su maleta a la mano, lamentándose de que la editorial universal estaba negando el permiso de que se publicara el articulo sobre el höggrid para no desatar el pánico sobre una supuesta invasión. Pero siguió con sus entusiasmo de regresar de nuevo a la editorial del periódico “Cielo nublado”.

Los Niccals regresaron a la mansión el día después en que los hermanos se marcharon, despidiéndose de la amabilidad de Layu, y se fueron a Zenith para que los chicos pudieran presentarse de nuevo a clases en Whitlacier. En cuanto se abrieron las puertas de las camionetas, los chicos bajaron para entrar corriendo a saludar a Merry.

—¡Merry! ¡Merry!

—¿Qué tal pasaron sus vacaciones, jóvenes amos?

—Estupendo —respondió Warren

—Te traemos un regalo —Caronte estaba al lado de un paquete del mismo tamaño que ella, en manos de Kitty.

—Esta vez no son explosivos —bromeó Baby Boom.

El año pasado si lo fueron.

—Mi brazo sanó por completo —Rufio agitó la mano en el aire para indicar que estaba bien.

Merry sostenía un periódico en manos. Y se los mostró.

—¿Adivinen qué pasó mientras ustedes no estaban?

—No puede ser ¡”Los dragones de hielo” ganaron el partido! —Rufio y Navis se acercaron a leer el articulo sobre el partido de vadoleto.

—Al parecer Henry Jones Jr. hizo bien su trabajo como anotador —alabó Warren la destreza del chico.

Entraron a la casa y se fueron cada quien a sus dormitorios para acomodar sus cosas del viaje, y Navis puso el libro de “Mitos Wrovils” en su cajón de la mesa al lado de la cama. No iba a dejarlo en la oficina de su padre porque era un libro personalmente suyo, y aparte de que a veces entraban colegas del trabajo, y si llegaran a ver ese libro en el estante, creerían que el Sr. Niccals estaba en malos pasos. Mil veces preferible que estuviera en la habitación.

—Adelante —dijo en cuanto oyó que tocaron la puerta. Merry entró con algunas cartas de sus amigos.

—Joven amo Navis, tiene correspondencia.

—Gracias.

Una carta era de Puawai, otra de Scott y un sobre amarillo que le alegró el día. La señorita Girasol había escrito, pero esta vez tenía la palabra urgente en el sobre, con tinta roja.

Navis la abrió primero.

 

Querido Navis:

 

El Sr. Niccals me contó lo preocupado que estaba al enterarse de que el höggrid estaba acechándote desde hace varios días. Pero me dio un alivio cuando me dijo que la noche de navidad tuviste el valor de enfrentarlo y, posteriormente, capturado por los Liptor di Corps. Para mí, ese fue un gran regalo de Navidad.

Las cosas en el orfanato marchan bien a la perfección. Tenemos bebés nuevos y ya la mayoría de tu edad fueron enviados al Sector Infantil, y Tala fue adoptada hace dos semanas, incluso también adoptaron a Vasco. Esa familia quería un niño y una niña, así que ambos brincaron de la emoción al saber que serían hermanos.

No todos tiene la misma suerte de tener un hogar, Navis. Por eso aprovecha y quiere mucho de los tuyos por darte la oportunidad de formar parte de la familia. Así que no te sientas culpable como sucedió con el höggrid en la casa de campo (espero que no te haya molestado que tu padre haya mencionado eso conmigo en su última carta), las cosas suceden por algo. Pero eso tampoco amerita que debes de rendirte antes de tiempo.




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