Navis y el ladrón de las almas inocentes (saga Navis 2)

La mujer que vivía en la colina

—Navis, ¿puedes oírme?

Navis abrió los ojos lentamente.

—¿Puedes oírme, cariño?

La voz era tan suave y arrulladora. Recobró el sentido, sólo para darse cuenta que estaba postrado en la cama de la enfermería.

La señora Sanelly Fiametta estaba con él, esperando a que despertase.

—Que bueno que has despertado. Te desmayaste, y te han traído tus amigos hasta aquí. Tu padre está a punto de llegar —le dijo dulcemente.

—Gracias, madame Fiametta. Pero no era necesario que lo hiciera.

—Descuida, pequeño. Hoy vine con mi esposo a traer a los niños, y preferí quedarme al enterarnos de lo que te sucedió. Ellos ya se fueron a casa.

Se sentó en la cama. La enfermera entró con un balde de agua y un paño para poder limpiarle el rostro. Luego le dio un jarabe llamado “Aliento de volcán” que era una especie de jarabe líquido con un extracto de plantas silvestres para mejorar la salud. Se fue. Navis estaba a punto de regresar el jarabe debido a su sabor amargo y fuerte, entonces sacó el frasquito con la sangre de hruchee, y dejó caer una gota en su dedo para después llevárselo a la boca.

Se sintió mejor, más mejor que con ese dichoso Aliento de volcán.

—¿Qué es eso? —madame Fiametta miraba el frasco rojo.

—Sangre de hruchee, señora —dijo cortésmente.

—Bien. Casi no soy de las que les gusta contemplar la sangre, pero si eso te hace sentir mejor, estoy de acuerdo. ¿Es la sangre de tu querido Noor?

—Sí, señora —guardó el frasco.

Navis miró su mano. Le pareció extraño que su mano pudiera soportar la luz usando su donum. Se suponía que la luz y la oscuridad no se llevan del todo, pero por alguna extraña razón pudo tener contacto directo con ella. Siempre que ocupaba su donum tenía cuidado de que la luz lo alumbrara, y fue cuidadoso al tener el encuentro con Nieve McMillan, antes de saber que ella tenía parte del donum de Borka. La luz estuvo en su mano.

Era una locura.

De todas las extremidades que tenía, sus manos podía soportar la luz.

—Señora Fiametta, se que suena algo extraño lo que voy a decir pero, ¿es normal que la luz de un Borka esté mucho tiempo en un Wrovil como yo?

—Suena extraño, pero no imposible.

—Yo pude sostener la luz con mi mano, y no me dolió. Pero eso desató a mi höggrid, creo que pensó que estaba en problemas y salió a defenderme. Pero no sé si puede ser real porque estábamos en clase de Simulación.

—No soy experta en los donum de Borka y de Wrovil, pero a algunos novos sus donum se manifiestan a temprana edad, o al momento de nacer, puede ser todos juntos, o puede que un donum tarde años en aparecer que el otro, así como pueden tener uno más desarrollado que el otro.

«¿Entonces eso significa que algo de mí es de Borka?», pensó.

—Eso no lo sabemos, se tendría que ver tu historia familiar para poder confirmarlo —lo abrazó—. Pero no te preocupes cariño, recuerda que todos aprendemos cosas en diferentes circunstancias.

—Gracias.

Su padre entró a la enfermería.

—Padre.

—Me han llamado diciéndome que estabas en la enfermería. ¿Está todo bien? —su bastón detuvo a la enfermera para que respondiera a la última pregunta.

—El chico está bien, Sr. Niccals. Acaba de despertar.

—¿Qué ocurrió?

—Se descontroló —contestó la señora Fiametta por el niño.

—Estoy bien, padre. Ya pasó todo. Sólo fue un pequeño problema en la clase de simulación —quiso levantarse, pero estaba todavía mareado.

La señora Fiametta habló a solas con el Sr. Niccals.

—Navis, hijo, ¿por qué no vas con tus hermanos? Te están esperando afuera en el pasillo. Diles que los espero en el coche —le ordenó.

Navis salió de la enfermería. Sus hermanos fueron a verlo, lo rodearon para ver si estaba estable.

—¿Es cierto que convulsionaste? —preguntó Baby Boom.

—Tus compañeros estaban muy aterrados porque no era normal que te salieras de control. ¿Cómo es posible que suceda eso en un simulador?

—¿No es obvio, Rufio? Son simuladores, está conectado a nuestra mente.

—¡Eso ya lo sé, Baby Boom! Sólo que me parece algo difícil.

—¡Denle un respiro a Navis! —inquirió Kitty—. ¿No ven que apenas se ha recuperado?

—Estoy bien —volvió a repetir.

—No, no estás bien. No puedes descontrolarte de la nada. Algo tuvo que sucederte. Dinos, ¿quieres? ¡Somos tus hermanos!

—Esta bien —Navis no iba a ignorar la petición de Arthur—. No lo van a creer, pero toqué la luz con mi mano.

—Navis, a todos no toca la luz.

—No Meredith, no me estás entendiendo. Yo toqué la luz de una novo Borka con la mano —enfatizó para que pudieran comprenderlo.

—¿De un novo Borka? —dijo Warren.




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