Navis y el obelisco de oro (saga Navis 3)

Entrenamiento

Tal y como había prometido Branwen, esa misma tarde fue a comprar ropa para Murdock. Como Crowe Branwen había vivido su niñez en Zenith, le era fácil volver a adaptarse. A cada rato lo miraban medio extraño. Algunas personas les extrañaba que un hombre portara una sombrilla oscura a todos lados, y que no se separara de ella ni aún entrando a alguna tienda para comprar.

Murdock sólo caminaba con los paquetes en las manos. Le molestaba que lo observaran de esa manera por culpa de Branwen. Crowe decidió hablar con el chico.

—Murdock.

—¿Qué quieres, viejo?

—Esta noche comenzaremos con el entrenamiento de Navis.

—¿Seis? ¡Bah! ¿Ese chico no sabe nada?

—No. Necesita nuestra ayuda. Le ayudaremos, tú le mostrarás cómo ocupar el donum. ¿De acuerdo?

—¿Y qué recibo a cambio? —preguntó con interés.

Branwen suspiró. Ese chico era imposible.

—¿Quieres algo especial? —le preguntó.

—Medievalia. Mis amigos dicen que en Zenith la medievalia es muy buena. Yo quiero ver una batalla en el macellum.

Crowe Branwen dio otro trago a la licorera.

—Dentro de unos meses va a haber un duelo. Yo quiero ir. En Tenebra no hay lugares para divertirse.

—Está bien, te llevaré a un duelo de medievalia.

En la noche, el señor Branwen fue por Navis a su habitación. Navis estaba a punto de dormir, hasta que oyó que tocaron la puerta.

—¿Quién es?

—Branwen. Es hora de entrenar.

Navis abrió la puerta. Allí estaba el señor Branwen, bebiendo otra vez de la licorera. Navis no se imaginaba que su nuevo maestro era un alcohólico, porque al parecer el señor Branwen no resistía las ganas de dar un buen trago a cada rato.

—Señor Branwen, ¿no cree que es un poco tarde para entrenar?

—Lo sé, muchacho. Pero como sabrás, yo no tengo sombra y no puedo estar a la luz del día sin lastimarme. Además, si está oscuro, nos va a beneficiar más porque el donum es muy fuerte cuando es de noche.

A Navis no le quedó más remedio que obedecer. Se puso el abrigo encima de la pijama y siguió a Branwen hasta el patio trasero. Murdock estaba afuera con su abrigo nuevo, esperándolos.

—Ya era hora, viejo. Aquí afuera hace demasiado frío.

—Ya hemos llegado.

—¿Entrenaremos en el patio, señor? —preguntó Navis.

—Oh no. Caminaremos otro poco más para allá. Si lo hacemos aquí tus hermanos podrían dormir mal por culpa de los ruidos.

—¿Ruidos?

Branwen lo miró.

—Te advierto que va a ser un poco doloroso.

Comenzaron a caminar media milla. Mientras más se adentraban al Bosque de Nefroria, más confuso se sentía. Eso ya no le gustaba a Navis. ¿Tan riesgoso era aprender a controlar el donum? Nunca se le pasó por la mente entrenar de noche. Recordó las veces en que se quemó bajo la luz del sol tratando de separarse de su sombra. Aquella vez, su mano pudo soportar estar poco tiempo en la luz, y ahora sabía que era porque también poseía el donum de Borka. Tenía varias dudas.

—Disculpe señor.

—¿Qué ocurre, Niccals?

—En Tenebra hay todo tipo de novos Wrovil, ¿cierto?

—Claro, muchacho. Los hay de todas las razas. También hay refugiados de otros planetas que no son novo Wrovil que han perdido su sombra.

—¿Y ha conocido a novos que sean mitad Wrovil y mitad Borka como yo?

—Haces muchas preguntas, seis —dijo Murdock.

—Yo quiero aprender. Es que nunca había estado con otros de mi raza. Bueno, Regnus no cuenta.

Crowe Branwen se estremeció ante ese nombre.

—¿Quién es Regnus? —preguntó Murdock—. Se me hace conocido ese nombre.

—Mi amigo —dijo Navis—. Bueno, casi es mi amigo. Me enseñó la virtud furumbra.

—¿Qué? ¡Pero el viejo no quiere enseñarme eso aún! ¿Cómo es que tú sabes ocupar el furumbra? ¡Branwen! ¡Branwen! ¡Enséñame eso!

—Me temo que no, Murdock. No hasta que me demuestres que eres lo demasiado maduro como para utilizar esa virtud.

Murdock hizo un puchero. Se aproximaron a un pequeño claro del bosque.

—Bien, llegamos.

Crowe Branwen sacó un farol y le pidió a Murdock que la encendiera lejos de él. Murdock obedeció y colocó el farol en una pila de piedras.

—¿Para qué es la luz?

—¿No es obvio? El viejo te dijo la primera noche que mi visión nocturna no es muy buena, seis.

—Cierto. Perdón.

Crowe se sentó a beber en un tronco caído. Bebió nuevamente. Navis no entendía por qué bebía eso tan tarde, y con tanta facilidad. ¿Tan grato era beber eso? Crowe Branwen se dio cuenta que Navis lo estaba mirando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.