Navis y el obelisco de oro (saga Navis 3)

Una vida completamente distinta

A la mañana siguiente, el periódico hizo una breve reseña de lo ocurrido en el Coliseo. Lo llamaron como un “milagro” que los jugadores no murieran ahogados y electrocutados en el campo. Ya que sería desafortunado que un incidente como ese, a pocas semanas del peregrinaje sería demasiado doloroso y agotador. Por lo que ese año no se entregaría la copa a ningún colegio. Su padre estaba leyendo el periódico cuando Navis bajó al comedor.

—Buenos días, padre.

—Buen día, Navis —siguió leyendo el periódico—. Hoy te llevaré con el dentista. Ese diente no va a curarse por sí solo.

—Sí —observó el plato con avena—. ¿Qué hay escrito en el periódico?

—¿Quieres saber? —sonrió cuando el chico asintió—. Está bien.

Noor le arrebató bruscamente el periódico al señor Niccals y le dedicó un pequeño gruñido. Todavía no le caía bien en todo.

 —Noor, no seas grosero. Es mi padre —le dijo al recibir el periódico—. Gracias.

Noor sólo se fue de nuevo al asiento del coleccionista y se paró a un lado de él.

—Ugh.

—Pequeño Noor, parece que todavía no te agrado en lo absoluto. ¿Crees que soy un malvado? Tranquilo, si es por Navis, yo me encargaré de que le vaya bien en el consultorio. Es mi deber como padre, así que no debes preocuparte, por favor.

—¿Entendido Noor? Ya oíste a mi padre.

—Ugh —dijo un poco convencido.

Navis leyó el periódico tranquilamente. Aparte del artículo de deportes, estaba otro en la sección de festividades que le llamó mucho la atención.

 

Vesperna Simposia en el gran salón de Tilius.

 

Te esperarán un lujoso banquete, una agradable velada y un sinfín de placeres y manjares exquisitos en esta hermosa fiesta. ¡No olvides traer un gran y deslumbrante disfraz!

 

             (Boletos todavía disponibles en los consulados de los planetas aliados)

 

La nota estaba adornado con máscaras y disfraces.

—Padre, ¿iremos a la vesperna simposia?

—Claro que sí, hijo. Ya tengo los boletos, Crowe Branwen ha salido a comprar dos, uno para él y otro para Murdock.

—Pero supongo que también se hospedará con la señora Bethlem.

—Lo dudo mucho. Ya somos suficientes en la casa de campo de mi amiga. Además, ellos se hospedarán en un buen hotel de lujo. Branwen ha heredado mucho dinero de su familia. Zephyr irá también. Se ha comprado una casa en Tilius. Y él ha dicho que Gordon, Stella, Rufio y Mistral se quedarán con él para que no seamos varios en la Casa Bethlem.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—Sí, ¿por qué nos hospedamos en casa de tu amiga y el señor Branwen no?

El señor Niccals escondió la cara, un poco avergonzado.

—Digamos que no soy muy bienvenido en el hotel de Tilius. Un pequeño problemilla de mi niñez  —especificó—, y, bueno, Granate quiere conocerlos. Le he contado sobre ustedes por medio de cartas. Está ansiosa de que lleguen a su casa.

—Yo igual, padre —sonrió.

Su padre dejó la copa en la mesa.

—Bien, si ya has terminado de desayunar, hijo, es hora de llevarte con el dentista.

 

 

 

 

 

Después de llevarlo con el dentista, Navis permaneció en casa mirando por la ventana. Ese día no había clases porque era día feriado. El dentista le había recetado algunos antibióticos después de extraerle la muela, y ahora su mejilla estaba hinchada y se le dificultaba hablar un poco. Nada de tomar sangre de hruchee por esa vez. Bajó a la cocina por algo de comer, y se encontró a Merry cerca del fogón.

—Buenas tardes, joven amo —dijo Merry sin dejar de ver el horno. Lo abrió y sacó una gran bandeja de galletas.

—Hola Merry, ¿puedo comer una galleta? —se le hacía agua la boca al oler el delicioso aroma del chocolate.

—Lo siento, joven amo. Pero ya sabe que el dentista le ordenó no comer golosinas hasta que dejara de doler su extracción.

—Está bien —hizo un puchero.

Merry llenó un gran tazón con hielo picado y se lo dio al chico.

—Come esto, te sentirás aliviado.

Navis se llevó una cucharada de hielo picado a la boca, y tal como había dicho Merry, el hielo disminuyó un poco el calor y el dolor que sentía por dentro. Navis tenía aspecto de una ardilla que guardaba una nuez dentro de su boca, y es que la mejilla ayudaba en mucho. Bien, si no tenía galletas a la buena, lo haría a su manera. Esperó a que Merry le hablara, para continuar con su pequeño plan.

—¿Has terminado tus deberes escolares?

—Sí, Merry. Ya hice la tarea —contestó. Mientras tanto su sombra estaba detrás de ella robando unas tres galletas, tratando de tomar lo poco posible para que Merry no se diera cuenta.




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