Navis y el portal oscuro (saga Navis 5)

La niloa

Finales del verano en Zenith.

Navis estaba en el bosque, acostado sobre la nieve junto con su amigo, Morgan. Ambos chicos trataban de tomar un poco de sol para sentir un poco de luz en la cara. Al lado de ellos se encontraba un saco vacío y una mochila donde guardaban algunos materiales que encontraban en el bosque. Navis le había contado a Morgan lo de la mata de belladonas y su uso para darle caza a algunos conejos, pero Morgan, a pesar de ser un chico tranquilo decidió acompañarlo para ver en qué consistía su laborioso trabajo cazando conejos, y más si empleaba polvo de belladona para capturarlos. Por otro lado, Morgan quería un conejo de mascota.

Pero esa vez no hubo nada de deporte rudo.

El señor Niccals había cumplido su promesa de no darle el estuche a Navis tan seguido, sino pocos días a la semana y en compañía de Murdock. Y para el comienzo de las vacaciones no había conseguido un maestro para que le enseñase el deporte porque eran escasos. Eso no detuvo a Navis de ir casi todos los días al bosque. Y lo mucho que recolectó de la nave de Barbatus no quería desperdiciarlo. Puede que no tuviera un buen cuchillo, pero él era muy ingenioso, y se fue a comprar a la librería un libro sobre cómo hacer trampas para cazar conejos y se la pasó leyendo todas las noches las cantidades de nudos que tenía que hacer para poder hacer que las trampas funcionaran.

Como era un principiante, las trampas no servían las primeras veces. Los conejos pasaban encima de ellas y ninguna atrapó a su presa. Conforme pasaron los días y con la ayuda de Murdock, las trampas fueron mejorándose.

Y ahí estaba Navis. Acostado, en espera de que las campanitas delataran a que un conejo había caído en algunas de las trampas.

—Tenemos tiempo de sobra en lo que llega Murdock, Morgan. ¿Quieres hacer algo?

—No lo sé. Pensaba en ir a patinar al lago congelado, pero queda lejos y así no escucharemos las campanitas, y Murdock se enojaría por atrevernos a dejarlo solo. ¿Una zanahoria? —ofreció.

—Bueno —le dio un mordisco a la verdura cruda.

—¿Qué se siente ser el próximo capitán oficial de vadoleto? —le preguntó a Navis—. Yo apuesto a que serás muy bueno, tu donum sirve de mucho.

—Todavía no está decidido —dijo al terminar de mascar—. Hoost debe de tener la aprobación de todos los miembros del club para que seleccionen al nuevo capitán. Hay varios candidatos muy buenos y mayores que yo.

—¿Quiénes? En ese tema si soy un poco ignorante.

—Lucas Peterson de noveno año es uno de ellos, y ese tipo tiene un cuerpo robusto. Podría tirarme con tan sólo un dedo sin pensarlo dos veces. De Blye West, no sé. Pero hay otra chica, Amelia Bloom de séptimo curso que también sería una buena opción. Arthur dice que ella es audaz, y yo la he visto también cómo juega en el club.

—Pero puedes esquivarlos si te sumerges a tiempo —refutó Morgan.

—Lo que menos quiero es ocupar tan seguido mi donum wrovil.

—¿Por qué? Es asombroso.

—Pero no para los demás —contestó un poco desanimado—. No quiero que la mayoría piense que me escogieron capitán sólo porque mi donum puede darle mucha ventaja a los dragones de hielo en el campo.

—Eso es ridículo, Navis. La escuela entera pediría que te escogieran y así podríamos ganar más premios.

—Sí, pero los demás colegios no estarían contentos.

—Olvida a los otros colegios, tú eres el mejor.

—¿Lo crees así, Morgan?

—Sí, tengo mucha confianza en ti.

En vez de alegrarse por el halago, Navis se preocupó. Se sentía culpable. Rabel estaba buscando en esos momentos junto a los hermanos zorros Norte y Sur a Regnus para traerlo de vuelta. Tenía que decírselo. Dio vuelta a la cabeza y buscó su rostro. Morgan tenía la vista al cielo.

—Morgan —lo llamó.

—¿Sí?

—Si yo hiciera algo malo, ¿seguiríamos siendo amigos?

—¿Por qué lo dices, Navis?

Navis tragó saliva. Iba a ser muy difícil contárselo todo desde un principio.

—Tengo tres… tres screecher —confesó.

—¿Screecher? —Morgan levantó el torso del suelo—. ¿Hablas de aquella virtud oscura que viene en el libro?

—Sí, esa misma.

—Pero son ilegales —cuestionó.

—Yo… tengo a esos screecher porque los necesito.

—¿Para qué?

—Quiero que las personas que me importen estén a salvo, es todo.

—No necesitas proteger a nadie.

—Igual los necesito proteger. Siento que desde que me trajeron de Borka lo único en lo que me he metido es en problemas y aunque no lo quiera, ustedes se ven afectados también. Todo ha sido un caos: las furumbras, el obelisco en Tilius, el eclipse doble, Regnus…

Regnus. Navis se quedó en silencio.

—No eres una amenaza —le dijo Morgan al verlo callado—. Eres nuestro amigo, a pesar de que ocupes la virtud screecher. Lo ocupas para una buena razón. ¿Pero cómo es que le haces para formar esas cosas? ¿Branwen te ha enseñado eso? ¿O fue Murdock, quizá?




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