Navis y el portal oscuro (saga Navis 5)

Nuevo curso: nuevas aventuras y problemas

Navis fue a reunirse con sus hermanos en el comedor al día siguiente. Warren bajó también en ese instante y bajaron la escalera al mismo tiempo.

—Padre me ha contado todo —dijo Warren, en voz baja—. Todo lo referente a Regnus.

Navis siguió su camino.

—¿Qué más da? No tengo nada que declarar en ese aspecto —contestó Navis.

—Tal vez no a mí, pero sí a Arthur —Warren bajó los escalones, por detrás de Navis para alcanzarlo—. ¿No has pensado siquiera en él?

—Qué curioso, esa misma pregunta se la he hecho a Padre, y aún así me cubrió.

—Bien, eso significa que no debo de preocuparme por eso, ¿cierto? —terció dudosamente.

—Warren, por favor; éste asunto es sólo entre él, Padre y yo. Le tendré que decir a Arthur de todos modos.

—¿Cuándo?

—Ahora mismo. Regnus está en Zenith, y Padre debe de saberlo. No me importa ir con un labio partido a mi primer día de clases.

—Al menos te responsabilizas en eso, ¿cómo planeas decírselo? ¿Delante de todos en el desayuno?

—Sí —contestó Navis.

—¡Navis! —gritó Warren.

—¡Deben saberlo! ¡Seré un ser desagradable, pero no seré un hermano menor mentiroso para ustedes!

—No lo eres, sólo me preocupas.

—Estaré bien, lo prometo. No les causaré más problemas.

Con eso, Warren lo dejó tranquilo. Entraron al comedor. Navis se sentó sobre la mesa para desayunar, la mayoría estaban ahí, sólo faltaba el señor Niccals.

El señor Niccals llegó un poco después para acompañarlos al desayuno. Dejó su bastón de cristal a un lado y dio las gracias por los alimentos. Todos comenzaron a comer, y a platicar sobre cosas cotidianas; Baby Boom sobre una fiesta que se realizaría en Halloween, Meredith y Caronte platicaban entre ellas, y Arthur le pedía consejos a su padre y a Warren sobre el servicio militar. Navis dio un vistazo de reojo a Warren. Warren lo estaba mirando de vez en cuando.

Decidido, Navis cogió la cuchara y dio tres golpecitos a la copa de agua que tenía enfrente para llamar la atención de todos. Nunca imaginó que la mesa estaba demasiado reducida con los pocos hermanos que quedaban viviendo ahí.

—Familia, tengo que confesar algo —comenzó a decir.

—¿Sobre qué? —preguntó Meredith—. Esta tarde tengo que probar unos vestidos para ajustarlos, ¿me ayudarás con eso, Navis?

—Sí, con gusto. Pero antes quiero que me escuchen.

—Adelante —dijo Warren.

Navis dejó el cubierto sobre la mesa:

—Regnus está en Zenith.

Hubo un silencio de muerte durante unos segundos, y eso lo alentó a seguir.

—Yo le pedí venir, espero que no haya problema con eso.

Las chicas estaban atónitas, y las miradas iban más a Arthur que a Navis. Arthur, quien todavía trataba de asimilar la primera frase, se levantó de su asiento y caminó con pasos agigantados a la silla de Navis, y lo jaló bruscamente para obligarlo a pararse. El señor Niccals apenas si pudo reaccionar:

—¡Arthur!

Pero Arthur no lo escuchó, es más, le dio un buen bofetón a Navis que lo tiró al suelo.

—¡Demonios, Navis! ¡Se puede saber qué diablos hiciste! —bramó Arthur.

—Lo que creo que es lo mejor —contestó Navis, limpiándose la boca llena de sangre.

Merry iba entrando en ese momento, y contempló la escena con horror.

—¡Oh chicos! ¡Dejen de pelear! ¡Arthur, suelta a Navis!

—¡Lo mejor para todos o lo mejor que consideraste para ti, maldito egoísta! —Arthur lo sujetó del chaleco escolar.

—¡Llámalo como quieras! Tendré mis razones, pero tienen derecho a saberlo.

—¿Y por qué lo has traído? ¿Para qué lo has llamado? ¡Hay Liptor di Corps buscándolo por todos lados!

—¿Crees que no lo sé? Sé a lo que estoy jugando.

—¡Pues espero que juegues bien, porque si algo le pasa a esta familia por tu culpa no te lo perdonaré jamás! ¡A mí no me importa lo que me hizo, pero ese patán hirió a Rufio y a Gordon! ¡Hubieron niños muertos! ¡Gordon perdió su trabajo! —Arthur le dio otros tres golpes más—. ¡Esto es por ser tan idiota! ¡Esto es por Rufio y Gordon! ¡Y esto es por los que no pudieron contarlo!

—No sucederá nada, lo verás.

—¿Cómo puedes garantizarlo?

—¡Basta! —intervino el coleccionista separando a los chicos.

—¡No lo defiendas, padre! ¡Dile algo! —dijo Arthur, pero no hubo nada—. ¿Tú sabías sobre esto?

—Claro que sí —contestó el señor Niccals—, Navis me lo dijo.

—¿Pero por qué? —dijo Baby Boom levantándose repentinamente de su silla.

—Sí, ¿por qué? —preguntó Caronte.

—Por ahora tenemos a Regnus de nuestro lado, y eso nos conviene mucho. Una guerra está formándose poco a poco sin que podamos evitarlo, tenerlo de aliado nos beneficiaría siendo él hermano de Giles. Conocimientos sobre las tácticas enemigas estarían de nuestro lado. Puede que no lo entiendas ahora Arthur, pero Regnus servirá, aunque sea bajo las aguas.




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