Nayla, Amor, Magia y Aventura

Capítulo Seis: El Vagabundo y La Loba

El teatro es algo muy popular en Carnagan, o lo es desde que si director escribió la aclamada obra “El Vagabundo y La Loba”, un relato completo de amor y de tristeza, muestra como dos polos, que parecían opuestos, terminan encontrándose en la mirada del otro, y descubriendo que había más en común de lo que imaginaban. 

El final, aunque bueno, se llevaba siempre algunas lagrimas del publico, ya que no era el famoso “Felices por Siempre”, sino que ella perdía a su amado, y lo ve padecer justo en sus brazos, mientras de fondo, la excelente orquesta, nos deleita con la canción que da vida a la obra, con las amargas lagrimas de la actriz, baja el telón, dando fin a la obra, siendo posteriormente aclamada con una lluvia de jubilo. Es llevada a cabo cada noche, dejando un mensaje muy claro, amor y respeto a todos, sin importar sus diferencias. 

Kyros consigue donde pasar la noche, y como el tren partiría al día siguiente, al mediodía, se le ocurrió ir a ver esta obra tan famosa. 

—¿Has ido al teatro alguna vez? 
—En Bolton no existen. 
—Claro, cierto. ¿Te gustaría ir? 
—Tu pagas guardiancito. 

No necesitaron más conversación que esa para ir juntos al teatro, conocido como Eclipse. Tomaron el palco numero 5, y fueron advertidos, de forma humorista, por las recepcionistas, sobre el “Espectro del Teatro”, quienes con una mascara de plástico blanca, que cubre la mitad de su rostro, les repartían a todos los espectadores un pequeño folleto con su leyenda. 

—Qué estupidez. —Dice Nayla descartando el folleto. 
—¿Por qué? Yo creo que es interesante. 
—Hablan de un espectro, como un fantasma o un ángel, que vive aquí, y hace de las suyas, que idea tan tonta. 
—¿No crees en fantasmas? 
—No. 
—¿Sabes que estamos en un mundo con hombres lobo, vampiros, gigantes, ciclopes, y un montón de criaturas más? 
—Si. 
—¿Y aun así no crees en fantasmas? 
—Ajan. 
—Okey. 

La obra comienza, como todas las noches, con esa suave melodía, que encanta los oídos de Nayla, haciendo que todos sus músculos se relajen, y tan pronto los personajes principales salen en escena, los sorprende un apagón, que los deja a todos perplejos, aunque no dura más de un instante, y las luces vuelven a iluminar la sala. Kyros mira el asiento de ella, y frunce el seño al notar que está vacío, entonces su vista rota buscándola de un lado al otro sin excito.  

—Nayla… Nayla —la llama por lo bajo, sin ánimos de interrumpir la obra— ¿estará en el baño? 

Sale hacia los pasillos desiertos, donde no corre ni un alma, cómo pudo desvanecerse en un segundo, ni siquiera la oyó moverse. 
 




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