Nayla, Amor, Magia y Aventura

Capítulo Veintiséis: El Bosque Encantado

Después de ese breve episodio de ira por parte de Nayla, pudieron calmarla, y adentrarse en el túnel del misterioso árbol, develando las leyendas sobre el mismo con sus propios ojos. 

Al principio, todo es oscuro en el túnel, no se ve más de lo que puede iluminar una pequeña antorcha, son guiados por Caym, quien parece conocer a la perfección cada centímetro del lugar, como si el mismo lo hubiera construido. 

—¿Cuánto tiempo has estado aquí? —pregunta Kyros. 
—El último año —responde Caym—. A través de mis sueños supe que llegaría mi momento, entonces me recluí, imaginé que cuando llegaran hasta aquí nuestros enemigos ya los estarían buscando, y quizá, también a mi. 
—Hay toda una lista negra por nuestras cabezas. —comenta Nayla. 
—Si, oí hablar de eso —responde Caym—. Es un método que han usado durante siglos, Los Caballeros Celestiales crecieron mucho, y operan a nivel mundial, por eso más que una búsqueda, será una cacería. 

Con esa conversación logran llegar a una escalera, la que tiene múltiples antorchas por los lados, iluminando todo. 

—Hay quienes creen que este lugar es un pasaje a otros mundos —dice Caym mientras caminan por los escalones—. Pero la realidad es que no, esta escalera es el último tramo, de aquí daremos con la puerta de salida hacia un bosque en otra región, muy lejana a las montañas donde estuvieron. 
—No me esperaba eso —responde Kyros—. ¿En qué región nos deja? 
—Sé que una sonrisa se extenderá en tu rostro al escuchar que nos dejará en la región de Las Plumas. —dice Caym. 
—Qué buena noticia —exclama Kyros con entusiasmo—. Estaremos cerca de la zona costera de Byron. 
—Así es, y nuestros enemigos no tienen en cuenta este atajo, así que podremos desviarnos de su vista. 
—¿Quién o qué es Byron? —pregunta Nayla. 
—Vendría a ser tu tercer guardián —responde Kyros—. Pero para eso aun falta tiempo. 

Nayla guarda silencio ante esa respuesta, viendo a lo lejos unas imponentes puertas que esperan ser abiertas. 

—¿Será muy difícil cruzar el bosque? —pregunta ella. 
—La verdad no —responde Caym—. Todas las criaturas del bosque me conocen, será como dar un paseo en la plaza. 

Los dos se relajaron con esa respuesta, algo aliviadora, ya que venían de momentos muy tensos, y quizá algo extremos.  
Con los muslos y gemelos ardiendo pudieron llegar hasta las puertas, no sin antes tomar un pequeño respiro. 

—Ahora seré su guía turístico, y les mostraré el bosque —dice Caym, con una sonrisa relajada, abriendo las puertas lentamente, dejando que un tenue rayo de luz llegue a sus ojos. 

Sin embargo, ese tenue rayo de luz fue lo único que vieron, el bosque completo está a oscuras, sumergido en la noche aun después del amanecer, borrando así la sonrisa del rostro de Caym y llenando su mirada de dudas. 
Las puertas que los trajeron hasta ahí se convierten en rocas, dándoles por entendido que no podrán volver. 

—Qué extraño, debería ser de día —dice Caym. 

De pronto, azota a sus oídos un chirrido amenazador, de un ser oscuro y alado que se acerca a ellos de manera hostil. 

—Es una gárgola —declara Caym—. Detente —exclama imponente, esperando calmar a la bestia que vuela hacia ellos, pero ni se inmuta y se ve forzado a saltar en retroceso para esquivarlo—. Corran —grita, casi jalándolos hasta ocultarse tras unos árboles, viendo como la gárgola los busca desde el cielo. 

—¿Qué fue eso? —pregunta Nayla. 
—No lo sé —responde Caym confundido, mirando a la bestia alejarse. 
—Creí que podías comunicarte con estas criaturas. —reprocha ella. 
—Que pueda comunicarme no quiere decir que me hagan caso. —responde—. Pero hay algo raro aquí, cuando le hablé pude sentir que no me escuchaba, como si estuviera inmerso en algún tipo de hechizo. 

Mientras hablan, Kyros examina con detalle las hojas de los árboles, notando en ellas un detalle muy peculiar. 

—Caym, mira las hojas —le dice—. Están teñidas de negro, es por magia, y he visto este tipo de poder antes, se trata de vudú. 
—Coincido —afirma este—. No me cabe la menor duda. 
—¿Qué es vudú? —pregunta Nayla. 
—Es también conocida como magia negra —responde Kyros—. Fue prohibida porque puede encantar cosas como mentes humanas, o en este caso bosques enteros. 
—Debemos encontrar al guardián del bosque —dice Caym—. Quizá podamos despertarlo de este encanto, y salvar el bosque, pero tendremos que ir con cuidado, todas las criaturas de este lugar están hechizadas. 
—Y esto sería como un paseo en la plaza —responde Nayla con ironía, comenzando a caminar entre los arboles. 

Caym espera un momento, hasta que Nayla se aleja tan solo unos pasos, para acercarse a Kyros. 

—¿Siempre es así de negativa? —le pregunta débilmente al oído. 
—Descuida, te acostumbrarás —responde él despreocupado. 
—¿Saben que puedo oírlos no? —pregunta ella—. Tengo un aumento en los sentidos, como fuerza, velocidad, vista, oído y …  

De repente calla al sentir fuertes vibraciones en el suelo, como si fueran las pisadas de un gigante, sus ojos se tiñen de pavor al ver a una bestia mayor a dos metros de altura correr hacia ella, es robusto como un rinoceronte, y extiende un mazo hecho de hueso, que descarga justo hacia su cabeza. Pero ella lo esquiva con agilidad y golpea sus piernas, para que caiga de manera torpe y bruta sobre el suelo. 

—Es un ogro —exclama Caym—. No lo lastimen. 

La criatura ruge feroz, viéndolos como se mira a un oponente, Kyros aprovecha la distancia para emerger un rayo desde la punta de sus dedos, que impacta sobre el ogro dejándolo en el suelo. 

—Lo siento Caym —le dice—. No está muerto, solo herido. 
—Tenemos que irnos de aquí, ahora —responde, escabulléndose rápidamente entre los arboles, solo se detuvo para observar si lo seguían Nayla y Kyros. 

Avanzan juntos, con cautela, previniendo al acecho de cualquier bestia salvaje, aunque la oscuridad que emana de los mismos arboles dificulta su visión en gran medida. 

—Perdón por atacar así al ogro —dice Kyros. 
—Te entiendo, aunque las criaturas de este bosque no tengan la culpa, será difícil avanzar sin lastimar a nadie, ya que este hechizo los volvió muy hostiles. —responde Caym. 
—¿Saben quien pudo hechizar este bosque? —inquiere Nayla. 
—Nuestros enemigos supongo —responde Caym—. Me confíe demasiado, jamás imaginé que se anticiparían así a nuestros pasos. Son muy astutos, hasta tienen en su poder el dominio de magia prohibida. Este fue uno de los motivos por el que surgió el temor hacia los seres mágicos, por esta clase de hechizos capaces de alterar la mente y la percepción. Fueron prohibidos, y toda la información sobre ellos destruida, para que ningún mago pueda alterar la mente de nadie en su beneficio. 

Nayla presta atención a cada palabra, no conocía este tipo de magia hasta ahora, pero de repente, otro sonido de pasos invade sus oídos, son diferentes a los anteriores, no se tratan de grandes y fuertes pisadas, sino minúsculas, y aunque se acercan lentamente, ya los tienen rodeados. 

—Creo que nos rodearon —les dice ella. 
—¿Qué nos rodea exactamente? —pregunta Caym. 
—Siento pisadas algo pequeñas —responde ella. 

Caym observa el suelo con dificultad, distingue algunas huellas, casi borrosas, y las marcas, para él inconfundibles, de la bestia los acecha esta vez. 

—Es la jauría de lobos de este bosque —les dice Caym—. Es raro que estén justo aquí, pero caímos en lo que al parecer es su territorio, técnicamente entramos caminando en la boca del lobo. 

No pasan minutos sino segundos, y esos animales muestran sus caras, inexpresivos aun, pero aterradores sin duda, alrededor de doce lobos los rodean, pero solo uno forma en su hocico una sonrisa malévola, sus huesos comienzan a tronar y sus vertebras cambian de forma, haciendo que se ponga en dos patas, y adopte una altura de casi dos metros. 

—¿Es un hombre lobo? —pregunta ella. 
—No, es el lobo alfa —responde Caym—. Solo ellos pueden ponerse de pie de esa forma, y hasta interactuar con otras especies. 

El rugido de los lobos no se hace esperar, y se posicionan para comenzar el ataque. 

—Debemos vencer al alfa —exclama Caym—. Así ahuyentaremos a toda la jauría.  
—Nayla, ¿crees poder con él? —pregunta Kyros. 
—Dalo por hecho —responde ella, poniendo a su objetivo entre ceja y ceja. 

Los lobos atacan, y el alfa observa a su jauría moverse. Kyros con rapidez forma un círculo de fuego a su alrededor, impidiendo que los depredadores lleguen hasta ellos, y Nayla no espera más y ataca con furia a su líder, quien la esquiva con facilidad y desaparece de su vista ante la sombra de los arboles. 

De pronto emerge de la misma oscuridad, para lastimar el brazo de Nayla con sus afiladas garras, y luego volver a desaparecer, sin que ella pueda verlo, solo sostiene su herida sangrante hasta que su otro brazo es la victima, luego la hiere en las piernas, haciendo que caiga de rodillas al suelo y reciba un profundo tajo cerca de la garganta. 

Cualquier persona estaría muerta, pero gracias a su habilidad regenerativa logra ponerse de pie nuevamente. Nota que por la oscuridad no puede confiar en su vista, así que no le queda más que confiar en su oído y su olfato. 

Su rival controla muy bien el medio en el que se mueve, eso se debe a su agilidad y así consigue dar golpes tan tenaces, pero ella ya conoce sus movimientos, y será difícil que funcionen de nuevo.  
El lobo usa los arboles para saltar y tomar impulso, rotando entre ellos, haciendo que el sonido de sus patas golpeando los troncos y ramas rodee todo, confundiendo sus oídos. 

Sin embargo, no engaña a su olfato. Ella lo siente cerca, y esquiva la garra que iba dirigida a su pecho, para tomar su pata con fuerza y propinarle duros golpes en las costillas, haciendo que exclame de dolor, y aunque ataque con sus fauces tan tenaces, no logra lastimarla de nuevo, perdiendo el control de la batalla. 

Los demás lobos corren a ayudarlo, pero ella les tira a su apreciado alfa encima, quien los golpea con su cuerpo, haciendo que huyan como perros asustados. El alfa logra levantarse, pero se escapa, humillado, como si fuera un lobo más. 

Caym corre hacia ella, preocupado por los ataques que recibió. 

—Nayla, ¿estás herida? —le pregunta, quedando atónito al ver como sus heridas se cerraban—. ¿Cómo es que puedes…? 
—Es por tener a Kira adentro de mi. —responde ella—. ¿Hay muchas más criaturas temibles en este bosque? —pregunta con ironía. 
—Agradece que no hay ciclopes, centauros o minotauros —responde Caym—. Aunque veo que eres bastante ruda, dudo que ellos puedan contigo. 
—Tendré que toparme con ellos para saber— exclama Nayla, mirando al oscuro bosque, imaginando las aventuras y odiseas que le esperan. 
 




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