El canto de un colibrí despierta a Nayla, de manera apacible, mientras Kyros sigue durmiendo, al otro lado de la cueva, por primera vez, ella despierta antes que él, pero no logra ver a Caym.
Con la vista borrosa, y lentos movimientos, se dispone a salir de la cueva, recibiendo el tibio sol, y la suave brisa de la mañana.
Se topa con Caym a los pocos metros, está sentado sobre una roca, jugando amigablemente con una ardilla.
—Creo que es la primera vez que veo una. —dice Nayla, tomando la atención de Caym.
—Ah Hola, buen día. —responde él—. ¿Qué cosa? ¿La ardilla?
—Si, la ardilla. —dice ella, acercándose lentamente, para acariciar al roedor, que se presta para sus caricias.
El verde césped los rodea, y la naturaleza les hace respirar un fresco aire, que parece limpiar sus pulmones.
—¿A dónde iremos ahora? —pregunta Nayla.
—Tendremos que ir hasta la zona costera, por tu siguiente guardián, Byron. Pero antes será recomendable comer, hay un arroyo cerca, podemos pescar. —responde Caym.
—¿Y cómo es ese Byron? —pregunta ella.
—Ya lo conocerás. —responde él—. Pero antes debo enseñarte algo.
Su tono cambia con estas palabras, se vuelve más serio, y la mira a los ojos, con más profundidad, casi llegando a confundirla.
—¿Qué cosa? —pregunta ella.
—Puedo hablar con Kira.
—¿Qué? —pronuncia con sorpresa.
—Si, bueno, puedo intentarlo. —responde rascándose la nuca—. Nunca hablé con ningún rey bestia, pero puedo intentarlo.
—¿Cómo lo harías?
—Déjame mostrarte… —Se acerca a ella, y lentamente, apoya sus manos sobre su cien—. Ahora cierra los ojos. —le dice, y ambos cierran sus ojos, viendo solo el oscuro de sus parpados.
Cuando los abren, la oscuridad se trasplantó a todo su alrededor, haciendo que no vean más que sus propias figuras, y un paisaje completamente negro.
—¿Dónde estamos? —pregunta ella.
—En tu interior, donde mora Kira. —responde él.
De pronto, una llama comienza a resplandecer a lo lejos, haciendo que se acerquen lentamente. Es una pequeña bocanada de fuego, no parece aumentar, pero tampoco extinguirse.
Cuando se acercan lo suficiente, el fuego se expande, haciendo que la reina bestia muestre su verdadera cara. Con fauces más grandes y aterradoras que cualquier bestia conocida, con los ojos de un depredador furioso, y un pelaje que parece arder como un incendio forestal.
Les lanza un rugido atronador, que hace temblar sus corazones. Nayla se queda boquiabierta, contemplando al furioso animal que usa su cuerpo como si fuese una jaula. No tiene idea de como comunicarse, aunque al mirarla a los ojos, nota algo aparte de la furia, eso que llaman frustración y dolor.
De pronto están de nuevo en el bosque, Nayla ve a Caym retroceder asustado, suponiendo que eso había roto el trance.
—Es más aterradora de lo que creí. —dice él.
—Yo no tuve tanto miedo. —responde ella.
—¿Quieres volver a intentarlo? —pregunta él.
—Si no vas a volver a retroceder como nena, si. —responde ella, con cierta risa burlona.
Entonces vuelven a intentarlo, apoya sus manos en su cien, cierran los ojos otra vez, y ese lugar tan oscuro los recibe de nuevo. Esta vez la llama brilla con más esplendor, y al acercarse, entre furiosos bramidos, la bestia se deja ver nuevamente. Con un tamaño colosal, como si fuera una montaña, colmillos más afilados y grandes que los de un dragón, les ruge como si quisiera espantarlos, o como si los fuera a comer de un solo bocado.
Nayla intenta acercarse, apenas unos pasos, intenta extender su mano hacia Kira, pero esta ruge con más fuerza, entonces Caym la detiene, tomándola leve del brazo.
—Se está comunicando. —dice él.
—¿Qué dice? —pregunta ella, mirando a la bestia a los ojos, cargados de furia y enojo, recordando aquel momento, donde su ira fue desatada y tomó la vida del padre Howard, preguntándose a sus adentros, cómo podría dominar semejante poder sin perder el control de si misma.
De un momento al otro, la figura de Kira se extingue de sus ojos, poniendo fin al trance. Se miran, pensando si todo lo que vieron fue real, o solamente un sueño.
—Creo que a Kira no le gustan las visitas. —dice Caym.
—¿Pudiste averiguar algo? —pregunta ella.
—Algunas cosas. Pude ver que Kira tiene los recuerdos de tus vidas pasadas, y añora mucho el tiempo que pasó con la primer Nayla, la antigua hechicera que la encerró en sus reencarnaciones. Muchos creen que Nayla domó a Kira, que logró doblegarla, pero por lo que pude ver, la verdad es otra; Ella se ganó el respeto de Kira, la reina bestia veía a la hechicera como a su par, era su compañera, admiraba su poder, y su fortaleza. Por eso creo que la forma de controlar su poder será, en principio, ganarte su respeto.
—¿Y cómo se supone que me gane su respeto? ¿Qué vio en la antigua hechicera que yo no tenga?
—No lo sé. Por eso creo que será un largo camino.
—¿Qué están haciendo? —pregunta Kyros, apareciendo de repente.
—Hablando con Kira. —responde Caym—. Pero creo que ya es hora de ir a pescar.