Nayla, Amor, Magia y Aventura

Capítulo Treinta: Cautiva

Kyros despierta, sin saber qué lo golpeó si quiera, ve el cuerpo de Caym, sumido en la inmovilidad, se acerca a él a gatas, y comprueba que aun tiene signos vitales, por lo que comienza a aplicar algo de magia curativa, aunque estando golpeado le es difícil concentrar mana. 

El poder mágico conecta al mago con todo lo que lo rodea, por eso puede usar los minerales del medio ambiente para curar heridas. Nota la ausencia de Nayla, de ella no encuentra ni rastro, no cabe duda, se la llevaron. Entonces recuerda aquella noche en el teatro, donde la secuestraron justo frente a sus ojos, y su corazón se llena de rabia por eso. 

—Kyros… —susurra Caym mientras se esfuerza por abrir los ojos—. ¿Qué pasó? 
—Tranquilo, guarda fuerza. —responde con dificultad. 

La magia curativa hace efecto, y Caym logra ponerse de pie, para poder sanar a Kyros. 

—¿Dónde está Nayla? —pregunta Caym. 
—Es obvio que se la llevaron. —responde Kyros—. Es evidente que la querían con vida, ese explosivo no hizo más que golpearnos, si nos quisieran muertos nos hubieran hecho volar en pedazos. 
—¿Y por qué dejarnos a nosotros con vida? 
—No lo sé. Quizá sepan lo del sello que le grabé a Nayla, si muero el sello se borra, y Kira será libre, eso sería un problema para ellos.  
—Es probable que haya más explosivos en alguna parte. 

Luego de sanar a Kyros, los dos se centran en atender a los golpeados Phalmagors, hasta sanarlos. Una vez hecho Caym vuelve a invocar a los portales, pero esta vez trae a dos pequeños roedores, que son similares a una ardilla. A los que les hace una señal, y rápidamente se dispersan. 

—Son buscaminas, literalmente. —dice Caym—. Rastrean, encuentran, desactivan y desentierran todo tipo de minas, si hay alguna, ellos las encontrarán. 
—Luego debemos seguir el rastro de Nayla, no puedo creer que otra vez la hayan secuestrado. —dice tomándose del pelo. 
—¿Otra vez? ¿Ya la habían secuestrado antes? —pregunta Caym. 
—Si, una vez. Larga historia. —responde Kyros, sin querer entrar en detalle—. No sé por qué motivo la quiera Nébula. ¿Tendrá un trato con los Caballeros Celestiales? 
—No me sorprendería que los estén usando como sicarios. —dice Caym. 

De pronto los dos roedores vuelven, cargando consigo dos figuras ovaladas de cristal, con una sustancia gris por dentro, lo que Kyros analiza con frío detenimiento. 

—Ya me encontré con este tipo de hechicería antes —dice Kyros—. Lo suponía, querían a Nayla con vida, estas minas solo van dirigidas a aturdir y golpear al enemigo, pero no a matar. 

Caym con tan solo un silbido, reúne a dos águilas, las que se posan en su brazo por un segundo, hasta que les hace una seña, y disparan en vuelo.  

—Las águilas me informarán si hay más enemigos en los alrededores. —dice Caym. 
—Bien pensado —responde Kyros—. ¿Seguiremos los pasos de Nayla con el olfato de los Phalmagor? 
—Pensé en algo mejor. —responde Caym, juntando sus puños, abriendo dos portales más, de los que salen dos bestias, con un pelaje marrón bastante claro, son similares a osos en tamaño, pero también poseen rasgos caninos—. Son Kanurios, una de las bestias con mejor olfato conocido, también son feroces carnívoros, así que nos ayudarán en el momento de la batalla. 
—Si, los conocía, leí de ellos en mis libros. —responde Kyros—. Serán muy útiles, rescataremos a Nayla, y haremos que Nébula se arrepienta por esto, y por lo que le hizo a Byron. 

Los Kanurios toman la delantera, olfateando y siguiendo el rastro de los captores, mientras son seguidos por ellos dos, quienes montan a los Phalmagor; las águilas regresan, comunicándole a Caym que no hay enemigos a la vista, entonces retoman su vuelo, para seguir con la vigilancia. 

Es la segunda vez que la secuestran, espero no se les haga costumbre. —piensa Kyros—. Cuando la encuentre, le debo un hot dog. 

Por otro lado, en un punto desconocido, Nayla se encuentra cautiva, fuertes cadenas impiden sus movimientos, aunque forcejee con todo su poder no logra desplazar a sus grilletes. Su boca porta una mordaza, que ella intenta morder para quitársela de la boca. Sus ojos no ven mucho más que a su alrededor, una oscura y cadavérica cueva, donde apenas llega un poco de luz por la entrada. 

Nota a uno de sus captores ingresar, ella lo mira con odio, es él más fuerte de los tres, y aun así no teme enfrentarlo. 

Te quitaré la venda —le dice él—. Y aunque grites, nadie te escuchará, tampoco intentes usar algún truco, las cadenas que te rodean son de roca lunar, e impiden la magia.  

Le quita la mordaza de un tirón, y Nayla le escupe la cara. 

—¿Tus cadenas no pueden impedir eso no? —dice ella burlona. 

Él se limpia la saliva de la cara y luego le da una bofeteda, haciéndola sangrar, ella lejos de intimidarse, le escupe sangre sobre su rostro, mostrándose desafiante. Entonces él se llena de cólera y la ahorca con fuerza, cortando su aire, pero aun así no logra intimidarla. 

—Si no fuera porque mi jefe te quiere con vida, ya hubiera arrancado tu cabeza de cuajo —le dice, estrangulándola, para luego soltarla como si la arrojara contra la pared. 
—Golpeas como mujer. —le dice ella—. ¿Por qué me secuestraron, qué están tramando? 
—¿Acaso crees que te lo contaré? No soy un villano de tira cómica como para decirte cual es nuestro plan —responde él—. Sabrás en su momento lo que haremos contigo y espero podamos hacerte sufrir mucho en el proceso. 

Dice para resoplar burlón y marcharse de la cueva. Sus cadenas y grilletes la envuelven como si fuera un capullo, estando adheridas a la pared hacen que sus forcejeos sean aun más inútiles, solo le queda suspirar e intentar calmarse, para encontrar aquel camino en su interior, el que ya marcó Caym que va directo hacia Kira. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.