Un conejo que me entiende, un té de manzanilla caliente y un frasco que me dice "bébeme" y me hace sentir que todos mis problemas desaparecen. Puedo ver a una pequeña niña pintando las rosas blancas a rojo. El aire pasa por mi cuello y rostro, pequeñas gotas caen en mi rostro.
Puedo oler aquel aroma a mar y escuchar las ballenas cantar una hermosa melodía que me hace sentir que estoy dentro de una caja de música...
Tengo cita a las 7 y no sé cómo explicarle al psiquiatra que dejé el tratamiento hace un mes por que el conejo me dice que con solo tomar una píldora nada me sanará, no se borrará aquellos sentimientos que deseaste olvidar, los recuerdos que te hacía sentir dentro de un vacío lleno de tristeza y dolor.
-Cómo le digo que mi vida es mejor sin el medicamento? ¿Será que la locura vía más rápida para ser feliz? -Pensé. -La verdad no tengo la menor idea de cómo explicar el motivo de haber dejado los medicamentos por un mes.
-Vista al frente! -Gritó. Veía el mar, el rayo del sol albuminaba pude ver a las ballenas nadar cerca de nosotros. Volteé hacía atrás donde varias personas ya estaban afuera listas para bajar del barco. Entré a mi cabina y tomé mis maletas, sentí como el barco se estaba deteniendo lentamente regresé al cubierto donde se encontraba todos los pasajeros.
Me bajé del barco y miré mucha gente esperando sus seres, solo al ver a cada persona abrazando a su familia me hace sentirme sola nuevamente, me hace recordar lo que el conejo me dijo, miré el cielo era hermoso había unas cuantas nubes blancas que me hace volver recordar una pequeña niña pintando las rosas blancas, bajé mi mirada y miré a un hombre parado a lado de una mujer que tenía su brazo alzado en el aire. Aquella mujer se vestía como los tiempos antes que me recuerda ver a mi madre vestida así. Tenía un vestido largo que no le llegaba hasta el suelo, un delantal blanco, su pelo recogido y unos botines café oscuro.
-Bienvenida! -Su voz era cálido como el té de manzanilla. Me abrazó jamás había recibido un abrazo de un extraño. -Bien! ¡Hay que llegar te están esperando Señorita Aria!
Ambos me ayudaron con mis maletas, nos subimos a un tipo carruaje. Era extraño ver carruajes o autos antiguos, pensé que los carruajes ya no existían. Mientras iba a mi destino podía escuchar las pisadas del caballo, las ruedas del carruaje. Volteé hacía afuera, miré un campo grande con unos portones. Detrás de los portones estaba un edificio parecido a una mansión, se veía que el edificio necesitaba pintura, miré algunas personas afuera plantando y niños corriendo. Los portones se abrieron, las personas observaban el carruaje y algunas mujeres detuvieron a los niños.
Me bajé del carruaje, levanté mi vista hacía el edificio se veía pequeño cuando estaba de lejos, pero, cuando estoy de cercas era muy grande. Escuché risas y gritos de los pequeños que al aparecer ellos están felices dentro de un mundo gris. Aquella mujer que me esperó en el muelle me señalaba la entrada de aquella puerta del edificio dónde mi mundo caerá. Entré aquel edificio, había personas sin una sonrisa, pero, otros tenían una sonrisa que a veces dudo si ellos están tomando el mismo medicamento que yo.
Me demostraron la oficina del psiquiatra, ahí estaba aquella mujer sentada detrás del escritorio con una bata blanca que le hace lucir una cirujana, su concentración totalidad en aquel papeleo que muchas personas se harta de ver. Tomé asiento, ella leía mi diagnóstico. Podía escuchar la totalidad de silencio en esta oficina solamente se escuchaba las hojas hojear.
- ¿Bien, ya revisé tu diagnostico por lo visto que estás tomando el medicamento que te han recetado cierto? -Me preguntó, asentí levemente mi cabeza la psiquiatra me miró por unos segundos que para mí parecía un eterno. -Dejaste de tomar tu medicamento cierto? Señorita Lovelace, tu no me puedes mentir por el motivo que hayas dejado de consumir el medicamento. Dime, ¿cómo te sentías después de haber bebido solamente una píldora?
-No sentía que tuviera sentimientos. -Respondí con seriedad. -No podía llorar aquella noche que suelo hacerlo, sentir esa ansiedad que te da cuando estás en un lugar que hay personas alegres en un mundo gris. Ese insomnio que aparece en la noche cuando tú ya quieres cerrar los ojos para volver al país de las maravillas.
-Entiendo tu razón, pero este medicamento te ayudará. Por lo que veo tu antiguo psiquiatra te ordenó quedar en Violet Garden por unos meses. -Dijo, me observó por un segundo luego volteó hacía mis diagnósticos. -Bien! Veo que ya conociste a la joven que fue a esperarte en el muelle. Ella te llevará directo hacía tu trabajo.
Mi psiquiatra me demostró el camino hacia la salida, podía ver las paredes grises y ver algunos niños con un brillo apagado, algunas de las personas están aislados en sus habitaciones sin saber que es de día o de noche.
-Volveré a mi trabajo, no podré tener que escuchar a otras personas sufrir más. -Pensé, puedo escuchar el muelle cercas y las risas de los niños alegres. -Cómo pude salir tan pronto de mi rehabilitación?
…
La joven me llevó hacía una casa grande. En la entrada dejó mis maletas a un lado. Sonrió levemente.
-Ellos estarán felices de verte de nuevo Aria. – Dijo la joven. Se acercó hacía a mí y sentí como me abrazó, me sorprende que alguien se ha atrevido tocarme sabiendo que no me gusta el contacto físico. Se retiró al instante, estaba apenada por lo que hizo. – Discúlpame! No me había recordado que no le gusta el contacto físico. Mis disculpas.
Aria- Descuida, a cualquiera se le puede olvidar. – Dije, la joven sonrió levemente y se retiró. Tomé mis maletas y entré al edificio.
-Bienvenida, aquí la llave de su habitación. – Dijo una mujer con una sonrisa. No me gusta ver a las personas fingir una sonrisa. No entiendo por qué tenemos que fingir si la realidad queremos que alguien nos ayude con este sentimiento que es difícil de superar. Subí al tercer piso, ahí estaban las habitaciones. Miré el número de mi llave, encontré la puerta que tenía el mismo número que mi llave. Abrí la puerta y ahí estaba, las cosas que había dejado. Entré a la habitación, empecé a limpiar la habitación. Guardé mi ropa que estaba en las maletas. Observé la habitación, siento algo que debo recordar, pero, ¿qué es?
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Editado: 22.12.2021