Necesito Cambiar

Capítulo 7: El cambio empieza en uno

Cambiar no es solo una palabra. Cambiar es un acto de valentía. Es mirarse al espejo y no reconocer lo que se ve, pero aún así tener el coraje de decir: “Voy a mejorar”. Porque cambiar no es eliminar todo lo que fuimos. Cambiar es elegir lo que queremos seguir siendo.

Vivimos en un mundo donde el ruido es constante, donde todos tienen algo para decir y muy pocos están dispuestos a escuchar. Donde parecer importa más que ser, y donde las redes sociales nos venden una vida perfecta que no existe. En ese ruido, muchos se pierden. Yo también me perdí.

Pero un día me cansé. Me cansé de correr atrás de una versión de mí que no era real. Me cansé de aparentar. Me cansé de sobrevivir. Y ese día fue el primero de mi cambio.

El cambio, de verdad, no comienza cuando todo está bien. Comienza cuando ya no podés más. Cuando te das cuenta de que seguir igual duele más que arriesgarte a ser diferente. Cambiar es soltar la comodidad de lo conocido, aunque eso conocido sea un infierno. Porque muchas veces, preferimos quedarnos donde estamos, solo porque ya nos acostumbramos al dolor.

Cambiar no es mágico. No pasa de un día para el otro. Cambiar no es una frase bonita para redes sociales. Cambiar duele, incomoda, arrastra, te deja solo, te confronta con tus propias miserias, pero también te libera. Cambiar es romper con una versión de uno mismo que ya no encaja, que ya no sirve, aunque te haya acompañado toda la vida.

Vivimos en un mundo donde todo corre, todo brilla, todo aparenta. Donde parecer importa más que ser. Donde mostrar es más importante que sentir. Y en ese ruido, muchos se pierden. Yo también me perdí.

Pero un día me pregunté: ¿esto es todo? ¿Vivir para pagar cuentas? ¿Vivir para complacer? ¿Vivir para sobrevivir? Ahí empezó mi cambio.

No te voy a mentir: el cambio no vino con un libro de autoayuda ni con un video motivacional. Vino cuando toqué fondo. Cuando ya no podía mentirme más. Cuando me di cuenta de que si no me salvaba yo, nadie lo iba a hacer por mí.

Y entendí algo que quiero compartirte con el corazón abierto:
todo cambio verdadero empieza con una decisión interna. No con plata, no con suerte, no con ayuda externa. Empieza cuando decís "basta". Basta de vivir como no querés. Basta de callarte. Basta de no cuidarte. Basta de cargarte culpas que no te corresponden.

🌱 Autoayuda no es repetir frases lindas, es tomar decisiones difíciles.

Autoayuda es reconocer que necesitás ayuda. Es aprender a decir "no puedo solo". Es aceptar que hay días donde no podés más… y aún así seguir. Es llorar si hace falta. Es perdonarte. Es mirar atrás y no odiarte por tus errores, sino agradecerte por seguir.

El mundo está lleno de dolor, injusticia y egoísmo, sí. Pero también está lleno de personas buenas que están intentando, como vos y como yo. Cambiar el mundo puede sonar utópico. Pero cambiar tu mundo… ese que te rodea, que te toca cada día… eso sí es posible. Y cuando vos cambiás, tu energía cambia. Tu entorno cambia. Tu gente cambia.

A veces creemos que el mundo no cambia porque nadie quiere hacerlo. Pero la verdad es que muchos quieren, solo que están esperando que alguien más lo haga primero.

Yo no tengo todas las respuestas. Solo tengo mi historia. Pero si algo aprendí, es que todo lo que estás buscando afuera… ya lo tenés adentro. Lo que te falta es creerlo. Lo que necesitás es empezar. Aunque no sepas cómo. Aunque tengas miedo.

Porque cambiar no es fácil, pero quedarse igual duele mucho más.

La mente es una herramienta poderosa. Puede ser tu aliada o tu peor enemiga. Cambiar la mente no es fácil, porque llevamos años, a veces décadas, repitiendo pensamientos, creencias y palabras que nos limitan. “No puedo”, “no sirvo”, “no es para mí”. Esas frases nos carcomen.

Pero, ¿y si cambiamos el guion? ¿Y si decimos: “No lo sé aún, pero voy a aprender”? “Nunca lo intenté, pero voy a probar”. Esa es la chispa. No necesitas un incendio, solo una chispa para empezar.

Ejemplo cotidiano: Estás sin trabajo. Te desesperás, te frustrás. La mente te dice: “No vas a salir de esta”. Pero si cambiás la mentalidad, te decís: “Hoy no tengo trabajo, pero tengo tiempo, tengo ideas, tengo ganas. Voy a intentarlo de nuevo”. Y eso cambia todo.

Cambiar la mentalidad es entender que el fracaso no es el final. Es una señal de ajuste. No dice “no podés”, dice “aquí no es”. Y cuando dejás de pelearte con la vida, y empezás a aprender de ella, todo se transforma.

YO LO LAMO el cambio de mentalidad la batalla más silenciosa

No nacimos para estar solos. Somos seres sociales. Pero vivimos en una era donde el individualismo es premiado, y la empatía muchas veces es vista como debilidad.

Cambiar socialmente no es salvar el mundo de golpe. Es mirar al que está al lado. Es preguntar: “¿Cómo estás?” y quedarse a escuchar la respuesta. Es no juzgar al que eligió otro camino. Es entender que todos estamos librando una batalla interna.

Un ejemplo: la vecina mayor que vive sola. Siempre cerrada, siempre callada. Un día, te acercás, le preguntás si necesita algo. Tal vez te diga que no. Pero su corazón ya lo sintió. Eso es cambiar el mundo. Pequeños gestos. Gotas que llenan el vaso.

El cambio social comienza cuando dejamos de ver personas como extraños y empezamos a verlas como reflejos. Todos sufrimos. Todos amamos. Todos caemos. Todos queremos ser escuchados. Cuando entendés eso, te volvés más humano.

Yo era un desastre. Económico, emocional, mental. Me endeudaba sin pensar, me relacionaba sin sanar, trabajaba sin amar lo que hacía. Vivía para sostener una vida que no me llenaba.

Pero cuando todo se derrumbó, algo se reveló: mi esencia. Esa parte de mí que estaba intacta, esperando que la escuche. La parte que siempre estuvo ahí, pero que yo mismo había ignorado.

El cambio personal comenzó cuando dejé de huir. Me senté conmigo mismo. Lloré. Me enojé. Me pregunté: “¿Quién quiero ser de ahora en adelante?” Y empecé a construir.




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