Necesito Cambiar

Capítulo 9: Cambiar duele, pero quedarse igual duele más

Cambiar no es una palabra bonita que decimos cuando queremos sonar positivos. Cambiar es un acto valiente, muchas veces silencioso, casi invisible, pero profundamente transformador. Y si hay algo que aprendí en estos años, es que el cambio verdadero comienza cuando dejás de culpar y empezás a actuar. Porque mientras culpes a otros, al pasado o a tus circunstancias, le entregás el poder de tu vida a todo, menos a vos.

"Sanar también es dolor. Lo aprendí llorando en silencio". Esas palabras resumen muchas de mis noches. Noches donde el nudo en la garganta no se deshacía, donde el pecho pesaba y la cabeza no paraba de pensar. Donde me repetía: ¿por qué yo? ¿por qué otra vez? Pero ahí, en ese silencio que duele, empezó mi cambio.

Sanar no es una foto bonita para las redes. Es atravesar la vergüenza, el enojo, la culpa y el miedo. Es mirarte al espejo y decir: "Esto también es parte de mí, pero no define quién soy". Es entender que no vas a poder cambiar el pasado, pero sí podés decidir qué hacés con él.

Yo no quiero cambiar para agradar. Quiero cambiar para aportar. Para dejar de ser parte del ruido y empezar a ser parte del cambio. No vine a este mundo para ser perfecto, vine para aprender, para crecer y para, de alguna manera, sumar. Y eso es lo que me empuja todos los días: la idea de que mi historia, mis errores, mis aciertos, pueden servirle a alguien más. Quizás no sea el más inteligente, ni el más sabio, pero tengo algo que vale: la intención de mejorar.

La fuerza de voluntad no es magia, es elección. Cada mañana que te levantás aunque no tengas ganas, cada vez que elegís no rendirte aunque estés cansado, cada momento donde te cae una lágrima pero igual seguís... ahí está la fuerza. No es que se nace con eso. Se entrena. Se construye. Y muchas veces, se construye desde el dolor.

“No quiero seguir igual”. Esa frase fue mi motor muchas veces. Y no lo decía desde el odio a mi versión anterior, sino desde el deseo profundo de descubrir una mejor versión de mí. Porque todos tenemos algo para mejorar. Todos podemos crecer. Pero ese crecimiento no es automático. Hay que decidirlo.

El cambio personal es, muchas veces, una revolución silenciosa. No lo ves en un día. No se nota en una semana. Pero de pronto, un día te das cuenta que reaccionaste distinto a algo que antes te destruía. Que dijiste que no donde antes callabas. Que pediste ayuda donde antes te encerrabas. Y ahí te das cuenta: cambiaste.

Recuerdo noches donde pensaba que todo estaba perdido. Que era demasiado tarde. Que ya había hecho muchos daños, cometido muchos errores, que no había marcha atrás. Pero hay una verdad que hoy defiendo con el alma: nunca es tarde para cambiar, para empezar de nuevo, para escribir un capítulo distinto.

Y eso no significa negar el pasado. Significa reconciliarte con él. Perdonarte. Aprender. Y seguir.

He aprendido que muchas veces el proceso de sanar no es lineal. Que hay días donde te sentís invencible, y otros donde no podés ni levantarte. Pero ambos días son parte del camino. No hay crecimiento sin caídas. No hay luz sin antes pasar por oscuridad. Y si estás pasando por eso, no te rindas. Porque del otro lado de ese dolor, hay una versión tuya que ni imaginás.

Cambiar duele, pero quedarse igual duele más.

Es cómodo quedarse en lo conocido, aunque sea malo. Porque cambiar requiere coraje, requiere asumir, soltar, renunciar a ciertas cosas, cuestionarte. Pero la recompensa es libertad. Libertad de elegir, de crecer, de sanar.

Hoy sigo cambiando. Cada día. A veces retrocedo, otras avanzo. Pero ya no me juzgo como antes. Me abrazo. Me acompaño. Y eso también es parte del cambio: ser compasivo con uno mismo.

Si estás leyendo esto, quiero que sepas que vos también podés. Que no estás solo. Que cada lágrima que escondiste, cada herida que sanaste solo, cada lucha silenciosa que diste, también vale. Que tu historia tiene peso. Y que quizás no cambies el mundo, pero podés cambiar tu mundo. Y eso, muchas veces, es suficiente para inspirar a otros.

El cambio empieza con vos. Pero no termina ahí. Se contagia, se multiplica, se expande. Cada acto de valentía, cada decisión de no rendirse, cada palabra de aliento... suma. Y aunque no lo veas, alguien, en algún lugar, está aprendiendo de tu fuerza.

Así que no te rindas. No te calles. No te escondas. Porque tu historia importa. Y porque cambiar no solo es posible. Es necesario.

Y si duele, que duela. Pero que te transforme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.