Necesito encontrarlo.

♡C A P 1:

Me desperté más temprano de lo normal para prepararle el desayuno a mamá, tenía días que la había dejado desayunando sola y comida de los días anteriores, cosa que me hacía sentir muy culpable, eso nunca sucedió cuando ella trabajaba.

Preparé huevos con tocino y waffles, no era nada del otro mundo, sin embargo era un desayuno que podía satisfacernos a ambas, además de que era rico.

Preparé un licuado de frutas y cuando todo estaba listo, fui a la habitación de mamá para darle la sorpresa.

Toqué la puerta de su habitación y me dio permiso para entrar.

—Buenos días, mamá —me lancé hasta ella y besé su frente.

—Ho-hola, pequ-eña —tartamudeó y sonreí intentando ocultar el dolor que sentía en mi corazón, la situación de la hermosa mujer que me dio la vida cada vez empeoraba más y no sabía cuánto más podía fingir que todo estaba bien conmigo y que la enfermedad de mamá no me dolía «¡dolía como la mierda!».

—Vamos a desayunar —la abracé con fuerza y todo dentro de mí volvió a tener sentido cuando inhalé su fragancia femenina.

—¿No trabajarás, tesoro?

—Sí, aún es temprano —expliqué —y preparé el desayuno para ti.

—Eres un maravilloso regalo del cielo.

—Me harás llorar, mami —dejé besos en todo su rostro —te amo, ¿lo sabías?

—Te amo mucho más, ¿lo sabías?

—Sí —froté mi nariz con la suya —me lo has demostrado a diario —tomé su mano temblorosa y la besé —¿te ayudo a asearte?

—Yo puedo —gruñó, igual que todas las veces que le ofrecía mi ayuda —me ducharé rápido —anunció.

—No hay prisa, mamá —por eso me había despertado temprano, para que pudiésemos hacer todo con calma, así eran las cosas con la enfermedad de mamá, quien aún podía ponerse de pie, pero los doctores me decían que poco a poco perdería la capacidad motora, situación que me dolía en demasía.

En lo que ella ingresó al baño a ducharse, me encargué de doblar sus cobertores y ordenar su habitación para que ella no tuviese que hacerlo, nada me costaba apoyarla en todo lo que pudiera así fuese lo más mínimo.

Tal y como lo dijo, salió del baño a gran velocidad, a veces admiraba el rítmo rápido con el que hacía sus labores «me quemaba saber que pronto eso desaparecería».

—¡Vamos! —chillé emocionada.

—¡Ohh, por Di-Dios! —llevó sus manitas a su boca con impresión cuando admiró mis creaciones —hasta parece que estamos celebrando algo importante, ¡gracias, te-soro!

—Estamos celebrando que estamos juntas a pesar de todo, es una celebración diaria, mami, no debe ser un día importante para recordarte lo mucho que te amo.

—¿Qué hice para merecer a un á-ángel tan bello como tú? —sus ojos azules «para mi mala suerte saqué la genética de papá; cabello castaño y ojos color miel, mi sueño frustrado era ser tan bella como mi mami y no tan horrible como él» se inundan con lágrimas y mi corazón se arruga como pasita.

—Ser buena, eso hiciste, mamá —dejé besos en todo su rostro haciéndola sonrojar y sonreí por la ternura acumulada con la que ella vivía —ahora hay que comer, ¿sí?

—Claro —le di una mirada de amor y observé como desayunaba con tanta calma.

Mi vida se basaba en fingir.

Fingía que no me dolía la enfermedad que estaba atravesando mamá, cuando claramente sufría a diario al imaginarme que muy pronto necesitaría una silla de ruedas para desplazarse pues su capacidad motora sería nula, los doctores habían sido muy claros «y duros» conmigo: la enfermedad de mamá no tenía cura y cada día que pasaba, su tiempo en este mundo disminuía, ¿cómo podía ser feliz sabiendo que mi mamá tenía los días de vida contados?

Fingía diciéndole a mamá que el dinero que ganaba era suficiente para cubrir los gastos del hogar cuando claramente eso no era así, cada día que pasaba sentía que la soga que tenía atada al cuello apretaba más.

Fingí que todo estaba bien en mi relación con Saúl, mamá nunca se enteró de que me maltrababa psicológicamente y era mejor que eso se mantuviese en secreto, me sentía estúpida al no amarme a mí misma y dejar que un hombre se encargara de dañar mi interior.

Fingía ante Hannah que podía con todos los problemas que se atravesaran en mi vida, cuando realmente estaba cansándome de luchar sin obtener una recompensa.

Era tan buena fingiendo cuando me lo proponía que hasta podría ser protaginista de alguna novela, la actuación se me daba muy bien.

—¿No vas a comer, hija?

—Sí —le lancé un beso.

Tomé el recipiente de la miel y gruñí para mis adentros, pues ni siquiera volteándolo salía el contenido, la situación económica era tan mala que ni siquiera podía darme el lujo de comprar maple, resoplé fastidiada y le di un mordisco al waffle sin ánimo, pues estaba tan seco como el corazón de Saúl.

—Lo lamento —dijo de la nada haciendo que mis cejas se juntaran.

—¿De qué hablas, mami?

—Estoy cansada —se quejó —¡muy cansada! —me sobresalté al escucharla tan sulfurada, eso no era normal en ella.




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