Necesito encontrarlo.

♡C A P 5:

La alarma me despertó a muy temprana hora, pues debía salir de casa a buscar un nuevo empleo, no podía darme el lujo de pasar más de una semana sin trabajar, debía hacerlo porque mi vida y la de mamá eran mi responsabilidad y si bien era cierto que el dinero no compraba la felicidad, era necesario para sobrevivir.

Me levanté de mi cama en cuánto apagué mi alarma, aún adormilada, tendí las sábanas con las que me había cobijado, ordené mi cama y cada espacio de mi habitación para que quedase impecable.

Saqué el uniforme de mi clóset, me lo pondría para buscar empleo por lo elegante que era y para despistar a mamá, no quería informarle lo que había sucedido ayer, porque eso solo significaría que iba a preocuparse y era lo que menos quería.

Salí de mi habitación e ingresé a la suya cuidadosamente y sonreí con ternura cuando la vi dormida plácidamente.

Me dirigí a la habitación y saqué una buena cantidad de frutas para lavarlas y partirlas, eso desayunaría junto con yogurt y granola, a mamá le encantaba desayunar eso, por eso fue que le dejé su ensalada preparada en el refrigerador y le dejé una nota en la cocina para que no se esforzara preparándose el desayuno.

Estaba comiendo por obligación, hasta el hambre se me quitaba cuando recordaba la odisea que pasaría buscando un nuevo empleo en el que me pagasen tan bien como en el anterior, las ganas de llorar se hicieron presentes, pero decidí ignorar mis profundos deseos de llorar cuán niña pequeña, necesitaba comenzar a afrontar la realidad y dejar de lloriquear cada que las cosas iban mal, la vida estaba demostrándome que nada se solucionaba al expulsar líquido salado de mis ojos.

Tomé una larga respiración cuando terminé mi desayuno y lavé los trastes que ensucié para dejar la cocina tan limpia como la había encontrado.

Subí a mi habitación nuevamente con mi ropa interior y toalla en manos, lavé mis dientes y me desvestí para ingresar a la ducha y darme un relajante baño.

Le abrí al grifo de agua caliente y cuando el chorro humeante salió, dejé que todo mi cuerpo se embriagara de esa cálidez que tanto necesitaba, el clima estaba neutro, no hacía ni frío ni calor, pero independientemente de eso, siempre preferiría ducharme con agua caliente, la relajación aumentaba.

Le cerré a la llave y llevé la cantidad suficiente de shampoo a mi cabeza para asearme correctamente mi delgado cabello, humedecí mi esponja de baño y le coloqué un chorrito de jabón líquido, froté cada espacio de mi cuerpo y aseé hasta el lugar más remoto de mi ser, volví a abrirle al grifo y grité despavoridamente cuando sentí la baja temperatura del agua.

—¡Mierda! —exclamé fastidiada —¡vale mierda! —repetí mientras mi cuerpo temblaba por el cambio abrupto de la temperatura.

No tuve otra alternativa que terminar de ducharme con agua helada, ¡el jodido gas se había terminado y en ese momento me sería imposible comprarlo!

Por segunda vez en el día sucumbí mis deseos de llorar y terminé de bañarme entre quejidos, gruñidos y malos pensamientos en mi cabeza.

Abrí malhumorada la puerta corrediza de la ducha, me sequé para después humectar y perfumar mi piel y vestirme como todos los días hacía.

Cepillé mi cabello y lo até en un moño alto para verme más profesional, guardé lo necesario en mi bolso y fui a dejar un beso en la frente de mamá, quien aún seguía durmiendo.

Al salir de casa me encontré con un lujoso auto y mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente cuando identifiqué a Maximiliano, ¿¡qué hacía aquí?!

Me acerqué a él con timidez y muy avergonzada por llevar mi ex uniforme, esperaba que no me pidiera explicaciones, pues me daba pena admitir que no tenía ropa formal en mi clóset, solo el uniforme que había usado por tanto tiempo.

—Buenos días, cielo.

—Buenos días —lo saludé —no me llame así —gruñí y le causó gracia lo que le pedí.

—Eres bonita, tan bonita como el cielo, Keleine —mis mejillas se coloraron al instante.

—¿Qué hace aquí? —pregunté para evitar responder todo lo romántico que salía de sus labios.

—No respondiste mis mensajes, me preocupé y vine a averiguar que es lo que pasaba contigo, cielo.

—¿Me envió mensajes? —elevé mi ceja incrédula, saqué el celular de mi bolso y efectivamente tenía algunos mensajes provenientes de él, de Hannah y otros tantos provenientes de Saúl «quién compraba tarjetas SIM para acosarme con múltiples números telefónicos, daba igual si lo bloqueaba, él siempre encontraba una manera de intoxicarme» —oh sí, me envió mensajes —afirmé entre risitas.

—Lo hice —sonrió y fue el momento preciso para admirar lo guapo que se veía con sus habituales trajes elegantes, en esa ocasión llevaba uno gris, su piel un poco tostada hacía un increíble juego con aquel color —¿por qué no respondiste, cielo?

—Apagué la alarma y no me di el tiempo de ver la bandeja de mensajes —expliqué.

—Te hice un depósito a tu cuenta bancaria, cielo, también debieron llegarte notificaciones de la transacción.

—¿De-depósito? —tartamudeé sorprendida por lo que me había dicho —¿de qué está hablándome? —arrugué el entecejo sin comprender ni una mierda de lo que me decía.




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