Afortunadamente el golpe de mamá no fue tan grave como imaginé, pero pasó unas horas en observación y dormí con ella para estar atenta a cualquier adversidad que pudiera presentarse.
Realmente estaba muy agradecida con el señor Maximiliano y se lo hice saber de todas las maneras posibles que encontré.
Era otro día y decidí hablar con mamá mientras desayunábamos, el día anterior quedaron muchos asuntos pendientes por resolver.
—Mami, tengo que contarte algo —informé luego de masticar mi desayuno.
—¿Sobre ese apuesto muchacho, tesoro? —me sonrojé al instante, solté risitas y me agaché por inercia.
—Sobre él y otras cosas —bebí jugo de naranja pensando que con eso se pasaría lo sonrojada que me encontraba.
—Te escucho, hija —ver su sonrisa significó todo para mí después de verla tan asustada el día anterior.
—Maximiliano era mi ex jefe —se sorprendió ante mi confesión —y digo ex porque me despidieron de la agencia publicitaria —sentí culpabilidad al ver como fueron curvándose sus labios —pero hey, todo esta bien, ya lo solucioné —fui a abrazarla.
—¿Por qué te despidieron, amor?
—Por débil, torpe y llorona —suspiré con tristeza, extrañaba mi anterior trabajo —hice cosas que no debí hacer en horas laborales y puse en serios aprietos a la empresa, por poco los inversionistas desisten de colaborar en un importante proyecto y todo fue mi culpa —ladeé mis labios recordando el fatídico día en que me despidieron.
—¿No ha-había otra solución? —negué.
—Maximiliano me defendió anteriormente muchas veces de que me despidieran y la última vez no pudo hacer nada, el problema siempre fui yo —me entristecí.
—Ellos se perdieron la oportunidad una gran chica como tú —no tartamudeó, pero habló pausadamente.
—Eres la única en todo el mundo que piensa que soy una gran chica, mami —reí —soy todo, menos eso.
—En mi vida conocí a muchas mujeres y ninguna se asemejó ni un poco a ti, mi bonita Keleine —pellizcó mi mejilla —estoy muy orgullosa y eternamente agradecida por todo lo que haces por mí, ni siquiera cuando la tierra repose alrededor de mi cuerpo voy a dejar de amarte por la gran hija que eres.
—Te amo mucho, mami —troné besos en su mejilla incontables veces —¡te amo! —alargué la "o".
—Y yo a ti como no imagines, tesoro.
—Si me amas, deja de pensar en tu muerte, eso me hace sentir mal.
—Todos moriremos, es la ley de la vida, tesoro, la diferencia es que yo tengo los días más restringidos de lo normal.
—No hablemos de eso —puse mi mejilla en sus labios para que me besara, era una jodida mimada.
—Debes ser muy fuerte para cuando yo no esté, debes dejar de preocuparte tanto por mí y comenzar a vivir por y para ti, hija.
—Nada es más importante para mí que estar contigo, eres lo único que tengo y la única persona que vale la pena entre toda la mierda que existe en el mundo —inhalé su fragancia embriagándome de su presencia, de su valiosa vida.
—Sígueme contando sobre Max, hija, se presentó cuando me dieron de alta, pero seguía atolondrada y no puse mucha atención —se burló con inocencia.
—Él es muy bueno y un gran hombre —el rubor se esparció por todo mi rostro —siempre fue muy amable conmigo mientras trabajé con él y sigue siendo así pese a que ya no existe ninguna relación laboral entre nosotros.
—Le gu-gustas —mis ojos amenazaron con salir de su lugar y abrí mis labios con impresión.
—No —reí nerviosa.
—Te observa con un abismal respeto, tesoro.
—Nos respetamos mutuamente, pero eso no es sinónimo de que nos gustemos, mami.
—No creo que él opine lo mismo —jugó con mi cabello —las madres no nos equivocamos y sé que siente algo muy intenso por ti, mi cielo.
—Es extraño pensar en eso considerando que fue mi jefe, mami, no quiero que pienses que éramos los típicos clichés de las novelas —reímos al unísono.
—Lo sé, hija —de repente su semblante cambió.
—¿Qué pasa? —me preocupé descontroladamente.
—Me siento culpable al imaginármelos juntos sabiendo que estás con alguien más —se refería a Saúl.
La culpabilidad se apoderó de mí y tuve que ser sincera con ella, era momento de envalentonarme y hablar con la verdad.
—Respecto a eso —lamí mis labios para seguir hablando —él y yo terminamos nuestra relación hace un tiempo, mamá.
—¿Po-por qué no me lo dijiste? —se entristeció.
—No encontraba el momento adecuando para hacerlo —solté el aire que estaba reteniendo.
—¿Te dañó? —podía mentir para no preocuparla, pero decidí ser honesta y decirle toda la verdad de una vez por todas.
—Incontables veces —me animé a decir en voz alta lo que antes negaba ante los ojos de quienes presenciaban la toxicidad de mi relación con Saúl —fui muy tonta, dejé que me pisoteara y estoy arrepentida, por esa misma razón estoy trabajando en mí misma —me mostró su hermosa sonrisa y eso me demostró que pese a lo pendeja que pude llegar a ser, estaba orgullosa de mí —lamento si no te lo dije antes, sé que me hubieras ayudado a sobrellevar la situación, pero me daba miedo y mucha vergüenza hablar sobre eso contigo.