—L-lo siento —tartamudeé elevando un poco mi mirada para enfocarla con la de él tan azul como el mar.
—¿Qué hace ella aquí, mamá? —intenté escabullirme por la puerta para huir de ahí y me lo impidió colocando su cuerpo frente al mío, restando aún más espacio entre nosotros.
—Es Hannah —él frunció el ceño haciendo memoria y recordando ese nombre.
—No te pregunté cómo se llama, te pregunté qué hace aquí —¡jodido energúmeno!
—Es la universitaria que te envió el impresionante correo electrónico —al escuchar eso su temple cambió y dejó de verme con desprecio.
—¿Y qué le dijiste como para que esté a punto de huir? —miró la hora en su reloj de mano.
—No me dijo nada, tengo otras cosas que hacer —pareció mentira, pero era real, además de mi molestia por su discriminación, debía irme al barrio más peligroso de la ciudad a seguir saldando las múltiples deudas del puto esposo de mamá.
—Hubo un malentendido, hijo.
—Le agradecí a su mamá la atención que me brindó y también se lo agradezco a usted —observé la puerta con penetración, quería huir y al mismo tiempo estaba consciente de que una oportunidad de este calibre probablemente no volvería a presentarse, así que irme de aquí sería el fin para mí.
¡Ya no necesitaba encontrarlo porque estaba frente a mí! ¿Por qué debía ser tan cobarde? ¿Por qué quería huir luego de lo mucho que me costó encontrarlo?
—Siéntese y hablemos, por favor —pidió con sorpresiva amabilidad —déjame a solas con ella.
—Hijo... —inició diciendo.
—¡Ahora! —exclamó y por inercia pegué un salto del susto.
La señora tomó sus cosas, salió de la oficina muy molesta y tragándome con la mirada, seguro estaba culpándome por el comportamiento de su hijo.
—Le dije que se sentara —iba a hacerlo, pero estaba tan fastidiada de que las personas me dijeran que hacer que solté la bomba de una vez por todas y me olvidé por completo de que debía de cuidar la imagen de Hannah, porque básicamente en ese momento yo era ella.
—¡Usted no es mi jefe ni mi mamá como para darme órdenes! —exclamé furiosa.
—¿Tuvo un mal día? —se burló mostrando una ligera sonrisa, sus ojos se achicaron y algunas arrugas aparecieron ahí y en su frente.
¿Cuántos años tendría? ¡Era estúpida hasta para memorizar! No podía creer que después de investigar tanto sobre él hubiese olvidado su edad, es más, ni siquiera recordaba si en los múltiples artículos se mencionada ese aspecto de él.
—¿Tan mal le fue en la reunión con mi mamá? —siguió burlándose de mí.
—Su negocio está estancándose por los ideales antiguos de su mamá —escupí.
Sabía que terminaría arrepintiéndome de lo que estaba diciendo, la realidad es que ya no quería guardarme nada porque conocía a la perfección la manera en la que explotaba cuando ya no podía más con tantas cargas internas y comentarios retenidos.
—Dígame más —me escrudiñó.
—La moda no sólo de basa en vestidos, también en jeans, las modelos delgadas, altas y extremadamente bonitas déjelas para las pasarelas de VS, enfóquese en buscar modelos reales y verá como su negocio prospera —eso no me lo había dicho Hannah, era algo que llevaba pensando por mucho tiempo y nunca me había animado a revelar.
—¿Modelos reales? —colocó sus gafas y tecleó algo en el ordenador, tuve que pasar saliva por lo guapo que se miró incluso con modernas gafas de aumento.
—Sí —afirmé.
—¿Modelos reales como usted?
—Exacto —dije sin pensarlo —espere, ¿¡qué?! —la confusión me invadió.
—¿Le gustaría trabajar con nosotros? —negué repetidas veces, al parecer hacerme pasar por alguien más se traducía en éxito, pues en un mismo día me hicieron dos interesantes ofertas.
—No —musité —su mamá preguntó lo mismo y mi respuesta es la misma.
—Si mi mamá le ofreció trabajo, ¿porque intentaba huir de la oficina cuando llegué? —alegó.
—Porque no estoy interesada en trabajar en una agencia donde lo primordial es un físico exuberante —rechisté.
—Romperemos con el esquema contratándola a usted, sugiere modelos reales y entra en esa categoría —me observó por leves segundos que sentí como siglos —ahora que la analizo, su rostro me es familiar —¿¡en serio se acordaba de mí?!
—¿Sabe qué? —prestó toda su atención en mí —ya me cansé —anuncié.
—¿Disculpe? —parpadeó sin entender a lo que me refería.
—El correo electrónico fue falso, yo no sé nada de moda, ni siquiera voy a la universidad, en la vida diaria jamás me pondría unos jeans tan bonitos como estos y mi maquillaje tan cargado es sólo un disfraz —escupí liberándome de la enorme mentira que dije —inventé todo esto porque durante demasiados días me la pasé buscándolo hasta por debajo de las piedras —chillé —utilice todas mis habilidades de detective para lograr encontrarlo porque en verdad necesitaba hacerlo y ahora que lo hice —tomé una larga respiración, hablé tan rápido que el aire se me fue —, ahora que lo tengo frente a mí quiero darle las gracias por pagar mi orden en la cafetería y quiero pagarle el dinero que me prestó —saqué de mi bolsa un sobre con la cantidad de billetes que le debía y la dejé encima de su escritorio —gracias por pagar la cuenta así haya sido de mala manera y discúlpeme por tener que hacer todo este escándalo por un dinero que ni siquiera necesita —giré en mis talones dispuesta a irme, él fue más rápido y se colocó frente a mí, impidiéndome el paso nuevamente.