Necesito encontrarlo.

♡C A P 24:

Le dejé listo un desayuno ligero a mamá porque me intención era regresar a casa a la hora de la comida, fui a besar su mejilla antes de irme a la cita laboral que tenía con Logan y me despedí de mi tortuguita, quien se alimentó por la mañana, estaba creciendo y me encantaba tener una mascota, a mis 20años comenzaba a vivir todo lo que no pude en mi niñez a causa del hombre que se hacía llamar mi padre.

Solté el aire que retenía en mis pulmones y me dirigí a la parada del autobús, me reuniría con Logan en la heladería de la vez pasada, no me hacía nada de gracia verlo. Sin embargo, no tenía otra alternativa considerando la enorme cantidad de dinero que le debía.

Ya iba a llegar a la parada del autobús cuando escuché el claxon de un auto, decidí no voltear porque para mi mala suerte, en mi país cada que alguien sonaba el claxon era en señal de acoso sexual, pero ese día me equivoqué, debido a que quien sonó el claxon no fue ningún pervertido e irrespetuoso de mierda, sino Maximiliano, ¡mi novio! «me faltaba acostumbrarme a referirme de esa manera a él. Sin embargo, vaya que me fascinaba saber que un hombre tan completo como él, fuese mi novio».

—¡Tortuguita! —exclamó, identifiqué su voz de inmediato, giré a verlo y aparcó el auto a mi lado a pesar de que la banqueta indicaba que eso era prohibido.

—Quítese de ahí antes de que lo multen —me agaché para quedar a la misma altura de la ventana del auto.

—Sube o no me quitaré.

—¿No se supone que debería estar en el trabajo? —interrogué.

—El trabajo me importa una mierda cuando lo primero que quiero hacer en el día es ver a mi pequeña —me sonrojé y sin remedio alguno, una sonrisa se apoderó de mi rostro —anda, sube, te llevo al trabajo —empalidecí, olvidé contarle sobre mi renuncia laboral, subí al asiento de copiloto un poco avergonzada «como toda la vida» y me animé a darle un beso en la mejilla como saludo, fue muy ágil y giró para que en vez de besar su pómulo, besara sus labios, esa travesurita me gustó y el deleite fue para ambos.

—Huele muy bien —informé al recibir una brisa refrescante de su cuerpo recién bañado.

—Lo mismo digo de ti, tortuguita —tomé su mano para llevarla a mi boca y dejar un beso ahí —¿no te cansas de enamorarme?

—No estoy coqueteando con usted —reí.

—Haces cosas muy tiernas que se impregnan en mi cabeza, es suficiente para enamorarme a cada segundo.

—Usted es quien no se cansa de enamorarme y hacerme suspirar —le enseñé la lengua —es todo un terroncito de azúcar —estalló de risa.

—Quería que me pusieras un apodo, pero no quería uno que suene tan femenino como ese —se quejó.

—¿Prefiere que le diga dulzura? —solté risitas traviesas.

—¡Llámame por mi nombre! —se quejó y la sonrisa en mí, fue imborrable.

Le dio vida al motor del auto y condujo en dirección contraria al hotel, arrugué el ceño y al pensar que se trataba de un atajo, me dispuse a hablar.

—Hay algo que no le he contado.

—Te escucho, princesa —babeé ante tanto amor de su parte.

—Ya no trabajo en el hotel —su quijada cayó al suelo y antes de que me preguntara la razón de mi decisión, decidí explicarle todo omitiendo mencionar algunas cosas —me ofrecieron trabajo en una agencia de modas, no es algo que deseara o algo que estuviese en mis planes, pero considero que es una gran oportunidad —gran parte de lo que dije fue mentira, pero ayer por la noche después de llorar por lo que haría el día de hoy, llegué a la conclusión de que a pesar de que trabajar para Logan no era de mi agrado ni era algo que agradeciera o que me enloqueciera de felicidad, me ayudaría a aumentar mi experiencia, lo que significaba un CV más profesional y variado, por supuesto que en el futuro «cuando terminara de saldar mi deuda» quería buscar trabajo en otro lugar que no tuviese nada que ver con los Walton y haber trabajado para esos hermanos y para los Koch, a la larga era sinónimo de profesionalismo, por eso debía de encontrar algo bueno en medio de todo lo malo que me sucedía.

—Suena una muy buena oportunidad, mi cielo —no se escuchó muy convencido.

—¿Cuál es su “pero”? —fui directo a cuestionar mi duda.

—Me gustaría que regresaras a trabajar conmigo —se sinceró.

—¿¡Qué?! —me sorprendí demasiado.

—Te extraño, mi amor.

—Yo también —admití recordando su olorosa llegada todos los días antes del mediodía, su seriedad al hablarme y los regaños que omitía darme al desempeñar mal mi trabajo.

Él siempre fue muy paciente conmigo a diferencia de su padre, aunque con el resto de empleados era un verdadero energúmeno, hasta ahora comprendía que la empatía que tenía por mí se debía a lo mucho que me quería y me costaba creer que ese mismo hombre imponente que explotaba de furia cuando algo no le salía bien, fuera el mismo que era tan dulce, amable y tierno conmigo, vaya que el amor hace que las personas cambien para bien.

—Lo extraño, pero volver a la agencia no es una opción.

—¿Por qué? —reí.

—¿Se le olvida lo torpe que soy y lo mucho que me odia su padre?




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