Los dos se sorprendieron ante mi presencia y me escrudiñaron de pies a cabeza.
—¿¡Keleine?! —gritar al unísono y mis mejillas ardieron de nervios, vergüenza y temor por lo que pudiera ocurrir.
—Señor, lo lamento, quise impedir que los interrumpiera, pero fue más hábil y rápida que yo —se disculpó Vivika y capté que puse en riesgo su trabajo, necesitaba entender que debía controlar mis acciones antes de ejecutarlas, porque de no hacerlo, podía dañar a las personas a mi alrededor.
—Perdón, ya me voy —me disculpé con los tres, giré en mis talones y avancé a la salida hasta que...
—Quédese, señorita Davis —pidió Logan —y tú no te preocupes, Vivi, ella puede entrar sin autorización alguna —frunció el ceño sin entender y terminó asintiendo —puedes retirarte —le ordenó.
—Con permiso, señores —salió de la oficina dejándome sola con esos hombres.
—Deben estar muy ocupados y supongo que yo tengo mucho que hacer, me disculpo por haberlos interrumpido —planeaba largarme de ahí, pero ambos se pusieron de pie y me rodearon cuán leones y carnada.
—Va a quedarse, señorita Davis, es una orden —escupió —tome asiento, por favor —ordenó y sin mayor remedio, tuve que hacer lo que me pidió.
Jacob me barrió con la mirada múltiples veces en pocos segundos, me incomodé al instante y mi nuevo jefe lo notó.
—¿Se conocen? —cuestionó molesto como de costumbre y me mantuve en silencio otorgándole la palabra a mi ex y maldito jefe.
—Algo así —relamió sus labios —¿estás cazando a los Walton, bizcochito? —preguntó con burla —si crees que las cosas con mi hermano serán diferentes, estás mal, tarde o temprano terminará pidiéndote lo mismo que yo te pedí —mis fosas nasales ardieron, escucharlo decir la verdad, me hirió, sobre todo porque ya no había vuelta atrás, había formado el contrato y no podía rescindirlo hasta que pasara un año y la deuda quedara saldada.
—¿De qué mierda hablas? —se pusieron de pie al unísono, Logan acorraló a Jacob y el miedo me invadió al ver sus rostros furiosos —¿qué le pediste, cabrón? —¡ja, el cabrón hablando de cabrones!
—Lo mismo que tú terminarás pidiéndole bro; su cuerpo —sin decir otra palabra, Logan le dio un puñetazo a Jacob en el rostro, de inmediato la sangre comenzó a salir de su nariz y la culpabilidad no me dejaría vivir ni dormir, era la responsable de que pequeñas gotas de sangre escurrieran en la glamurosa oficina de mi jefe.
—Lárgate de aquí antes de que termine despedazándote —lo empujó furioso, me tranquilicé al pensar erróneamente que el pleito había acabado, pero fue el turno de Jacob de propiciarle unos golpes a Logan, él no golpeó en el rostro, sino en las costillas, lo que parecía ser más doloroso.
—¡Ya basta! —exclamé aterrorizada al verlos tan enfocados en matarse uno al otro —¡ya! —repetí acercándome a ellos e intentando separarlos, algo imposible de hacer con mi cuerpo, mi fuerza era nula comparada con la de ellos, lo que funcionó fue quedarme estática en medio de ambas, con mi presencia dejaron de jalonearse y golpearse por el miedo a lastimarme, eran unos auténticos patanes y por un instante creí que les importaría un comino golpearme, las secuelas de las acciones de Saúl seguían atormentándome por más que lo evitara.
—¡Quítate! —se quejó Jacob —esto es algo entre mi hermano y yo, no creo que quieras salir herida.
—Atrévase a golpearme, es lo único que falta —escupí con rencor ante sus insinuaciones.
—¿¡Qué carajo le hiciste?! —explotó Logan, se olvidaron por completo de que estaba en medio de ellos y terminé siendo el jamón de un violento sándwich.
—¡Vivi! —exclamé deseando que pudiera escucharme mientras empujaba con todas mis fuerzas para salir de donde me acorralaron, ser pequeña de estatura me ayudó, pues ellos eran tan altos que los golpes no rozaban con mi cuerpo, pero en cualquier instante terminaría asfixiándome —¡Vivika! —repetí y al escucharme tan aterrorizada, ingresó a la oficina sin permiso alguno.
—¡Oh, por Dios! —no supe qué hice o qué sucedió, pero en segundos llegó el chófer «que al parecer era mucho más que un chófer, quizás era el guardaespaldas de Logan o algo así» y fue el único ser capaz de separarlos con su majestuosa fuerza, sus músculos no eran en vano.
Vivi me jaló hacia ella y me dio un abrazo.
—¿Estás bien? —asentí tomando la mayor cantidad de oxígeno posible —¿qué mierda ocurrió?
—Es mi culpa —musité limpiando una lágrima que escapó empapando mi mejilla —todo lo malo siempre será mi culpa —inhalé con profundidad para no desmoronarme y llorar ahí mismo, ser débil debía dejar de ser mi talento innato, no sabía cómo, pero debía de armarme de valor para afrontar la vida y mis estupideces incluso cuando fuera tan complicado.
—Oh, tranquila —besó mi cabeza.
Se gritaban múltiples palabras altisonantes y de la conversación pacífica que había entre ellos antes de que llegara, no quedaba nada.
De repente se formó un cúmulo de trabajadores que analizaban la escena con sorpresa, luego volteaban a verme a mí y fruncían el ceño sin entender nada de lo que ocurría, lo evidente era lo mucho que me detestaban y eso que sólo llevaba unas horas aquí.