Desearía que todo lo vivido ayer fuese un sueño, pero ni siquiera las pesadillas eran tan fatídicas como lo que viví el día anterior, a veces creía que el destino se divertía viéndome fracasar y sufrir, porque eso era lo único que hacía con mi puta vida debido a las estúpidas decisiones que cometía.
Intentaba hacer las cosas de la mejor manera, pero siempre sucedía algo que terminaba impidiéndome hacer las cosas bien, siempre tenía que recurrir a solucionar mis problemas metiéndome en incluso más putos problemas y a pesar de que esto me había sucedido en más de una ocasión, aún no me acostumbraba a fracasar, aún me dolía arruinar todo a mi paso y aún me sulfuraba y frustraba tener que seguir sacrificando mi vida por enormes errores que yo nunca deseé cometer.
Seguía costándome mucho trabajo comprender que por cada mínima cosa buena que me sucediera en la vida «como ser novia del mejor hombre del mundo» tuviesen que pasarme otras mil malas que para ser sincera, no creía merecer, no después de tanto sufrimiento al haber desperdiciado tantos años de mi vida con alguien que no me amaba, no después de haber sido tan desdichada de tener a un "padre" adicto, cobarde como para suicidarse, apostador y maltratador, no después de que mi mamá enfermara y no después de haber sacrificado todo sin una puta recompensa a cambio, porque esa era la maldita realidad; entre más me sacrificaba, entre más daba todo de mí y entre más luchaba para corregir mis errores, la vida más se aferraba a continuar golpeándome, maltratándome y humillándome, porque trabajar para Logan Walton era la más grande humillación de mi vida, todos se burlaban de mí, todos me veían con indiferencia y todos pensaban que era una zorra que se revolcaba con él o una bruja que utilizó algún hechizo para engatusarlo cuando ninguna de esas dos opciones eran reales.
Tomé un largo suspiro y me recordé a mí misma que lamentándome nada cambiaría y que entre más pronto asimilara mi realidad, más pronto acabaría toda esta tortura «al menos eso era lo que deseaba con todas mis fuerzas».
Ayer lavé toda la ropa que compré con Vivika y que el chófer se encargó de traer a casa, deseaba que toda estuviese seca para poder ponerme algo de todas las cosas que comprábamos, no me importaba que las cosas fuesen nuevas, no sabía quiénes se habían probado las prendas, así que me gustaba lavarlas, de seguro teniendo secadora todo fuese más fácil, pero era uno de los tantos lujos que no podía darme.
Salí de casa al mini patio trasero a revisar si mi ropa se secó y efectivamente así fue, la calidez de la mañana me ayudó y lo agradecí.
Llevé toda la ropa a mi habitación y la lancé a la cama, no me pondría a ordenarla, sino que buscaría dentro de esa montaña de ropa nueva, algo que pudiese ponerme sin verme extravagante, presumida o fuera de mí misma.
Tomé mi viejo celular «me rehusaba a utilizar el nuevo que me dio Vivika al finalizar la jornada laboral, era tan tecnológico que ni siquiera entendía su funcionamiento» y le envié un mensaje a Hannah, tomé una fotografía a la montaña de ropa y le imploré que me ayudase a elegir un conjunto adecuado, normalmente tomaba lo primero que encontraba, pero con tantas cosas nuevas y coloridas, era difícil tomar una decisión.
Recién eran las 4am, de seguro seguía dormida, pero con trabajo pude conciliar el sueño en la noche y cuando despertaba, lo hacía de manera definitiva, así que no había manera alguna de que pudiese lanzarme a la cama y volver a dormir, además, aunque lo quisiera, sería imposible por el momento al tener tanta ropa ocupando mi cama individual.
Seguí enfocando toda mi atención en la ropa, me frustré de no encontrar nada que se adecuara a mi estilo, gruñí para mis adentros para no despertar a mi mami y decidí mandar todo lo relacionado con atuendos al carajo, preferí enfocar mi atención en preparar el desayuno, hoy quería desayunar con mi mamá y para poder lograrlo, tendría que despertarla temprano, me dolería hacerlo, pero más estaba doliéndome dejarla tanto tiempo sola, a veces me gustaría poder trabajar desde casa o podérmela llevar conmigo, pero todos mis deseos eran tan imposibles como la mierda con colores pasteles.
Fui a la cocina en busca de ingredientes para preparar algo delicioso de desayunar y opté por hacer molletes, tenía mucho que no comíamos ese delicioso y sencillo platillo, así que lavé mis manos y me dispuse a "cocinar".
Le encendí a la estufa para dejar que se calentara un sartén y vacié un poco de aceite, busqué en la alacena una lata de frijoles y la tristeza me invadió; como buenas mexicanas amábamos los frijoles en todas sus preparaciones y me gustaría mucho poder cocerlos desde cero y no tener que recurrir a latas instantáneas de frijoles, pero cocerlos desde cero implicaban muchas horas en la estufa, consumía mucho gas y de nuevo, algo tan normal como cocer frijoles desde cero era un lujo que seguía sin poder darme, ¡todo era precario en mi vida!
Con furia abrí la lata para vaciar el contenido sobre el sartén, los frijoles de lata no eran tan deliciosos como me gustaban y mucho menos como los que solía preparar mamá antes de que enfermara, así que el secreto era agregarle múltiples condimentos como sal, ajo, cebolla y hasta chile en polvo para modificar el sabor y transformar algo procesado en algo que se asemejara a un sazón exquisito y casero.
Mientras los frijoles hervían, saqué chile, tomate, cebolla, cilantro y limón, lavé todo e hice pequeños pedacitos para preparar el tradicional pico de gallo, vacié todo en un pequeño recipiente, condimenté con el limón y un poco de sal y la boca se me hizo agua, en serio era muy temprano como para desayunar algo tan pesado, pero no había nada que el estómago de un buen mexicano no resistiera sin importar la hora.