Tecleé el código de seguridad en la puerta principal y sin prestarles mucha atención a los cuchicheos sobre mi persona y a las miradas fulminantes, entré al enorme edificio para indicar mi hora de llegada y para dirigirme al piso indicado en dónde tenía mi oficina, ¡ja, me causaba gracia tener oficina a escasas horas de mi llegada!
En el elevador me encontré con dos chicas que parecían ser modelos igual que todas las mujeres que trabajaban aquí, las mismas que incluso parecían ser gemelas por las características físicas tan similares; eran altas, de ojos claros, dominaban muy bien los tacones, eran jodidamente delgadas, pero con volumen extra en el área de los senos y el trasero, lo único que diferenciaba a una de otras era el color de piel, algunas chicas eran tan níveas que hasta se les notaban las venas del cuerpo, mientras que otras eran muy morenas, menos mal había diversidad en el color de piel, ya sería el colmo que existiera discriminación por eso, aunque en el fondo debía de admitir que no me sorprendería en lo absoluto que hasta en eso siguieran con la mente tan cerrada, ¡este negocio seguía rigiéndose con normas del año del caldo!
Disimulando mi furia por la mente tan cerrada que tenían los dueños de la empresa, salí del elevador al llegar al piso indicado, saludé a Vivika y sus ojos se hicieron espirales al verme tan diferente.
—¿Keleine? —interrogó incrédula y asentí con una sonrisita.
—Sí —mi voz salió con dificultad, aún me costaba pasarme el trago amargo que me hicieron pasar algunas de las empleadas al verme llegar.
Tenía que admitir que estaba muy confundida, había muchísimas chicas de las que desconocía su puesto o desempeño aquí, sabía que algunas eran recepcionistas y asistentes de diferentes áreas y suponía que otras eran modelos, pero, ¿qué demonios hacían tan temprano aquí? y, ¿por qué cada día venían modelos diferentes? ¿No tenían contrato exclusivo en esta agencia de moda? ¡No entendía nada! Igual ni siquiera era de mi incumbencia, es decir, lo que sucediera o no, no debería de importarme mientras realizara bien mi trabajo, el inmenso problema era que no tenía ni la menor idea de lo que tenía qué hacer, ¡el martirio de trabajar aquí iniciaba desde la primera hora!
—Te ves muy bonita —su comentario me sacó de mis quejumbrosas ensoñaciones.
—Gracias, mi amiga me ayudó a arreglarme, yo no habría logrado un look así —agaché mi cabeza mostrando mi tan conocida inseguridad.
—Keleine, eres muy bonita y muy capaz, caso contrario no estarías aquí, así que por favor, deja de dudar de tus capacidades —pellizcó mi mejilla dándome un poco de la tranquilidad que necesitaba, era muy pronto para sacar conclusiones respecto a Vivika y para confiar incondicionalmente en ella, porque podía ser igual de cruel y superficial que el resto de chicas con la diferencia de que ella era más discreta, pero mientras no conociera su verdadera personalidad e interior, seguiría creyendo y deseando con todas mis fuerzas que ella fuera la excepción al resto de chicas que denotaban ser ególatras, superficiales y más chismosas que un reportero de televisión abierta.
—Gracias por tus palabras —elevé un poco mi rostro para poder verla a los ojos —iré a trabajar —anuncié —o bueno, por lo menos a intentarlo —solté risitas nerviosas al no tener ni la menor idea de lo que haría.
—¡Espera! —abrió uno de los cajones de su escritorio y me entregó una tarjeta de presentación —si llega a darte hambre antes de que sea tu hora de comida, pues llamar a este número y pedir lo que desees, esta cafetería tiene un convenio con la agencia, así que todo es gratis mientras digas que el pedido es a nombre del señor Logan —soltó risitas —me he ahorrado miles de dólares —guiñó el ojo, le presté atención al nombre de la cafetería y quise morir al percatarme que era la misma en la que Logan y yo tuvimos nuestro primer y maldito encuentro, me arrepentía muchísimo de haber pasado a esa cafetería y me arrepentía muchísimo más de que hubiese pagado mi orden y de haber hecho hasta lo imposible para poder pagar mi deuda, en caso de no haberlo hecho, posiblemente nada de esta mierda de empleo estuviese sucediendo, ¡aaagh!
—Gracias, pero no quiero obtener cosas gratis, menos a su nombre —indiqué con molestia.
—¿El señor te hizo algo? —negué mintiendo —lo siento, es que no pareces estar muy contenta trabajando aquí, siendo que este es el sueño de muchas allá afuera.
—No me gustan los trabajos en los que existe tanta superficialidad, supongo que tendré que acostumbrarme a eso al estar rodeada de personas que te valoran por el precio de tus prendas y no por tus valores —comenté con furia —en fin, ahora sí me iré a trabajar.
—¡Éxito en tu primer día oficial! —me abrazó.
—Gracias, que tengas lindo día, Vivi —boté la tarjeta que me dio al bote de basura luego de romperla como si eso cambiara mi situación y sin más preámbulos caminé hasta llegar a mi oficina.
Solté un largo suspiro al no tener ni la más mínima idea de lo que haría.
Encendí el ordenador y tenía que ingresar una contraseña, estaba a punto de llamarle a Vivika y preguntarle si sabía la contraseña, pero justo en ese momento me percaté de que había un post-it pegado en la esquina superior de la pantalla en la que había una fecha de nacimiento, la tecleé y, ¡bingo, pude acceder a la información del ordenador!
Tenía la mente en blanco, por lo que inicié curioseando algunas de las carpetas en donde se encontraban los catálogos con fotografías de las modelos que fueron utilizadas en campañas de meses pasados y negué sin poder creer que las personas compraran cosas de tan mal gusto, me olvidaba que comprar cosas innecesarias, absurdas y que nunca utilizarían, era el pasatiempo favorito de los millonarios de papá.