Mi estúpido jefe me olfateó como si él fuese un león hambriento y como si yo fuera un trozo de carne al que quería devorar, su rostro se acercó demasiado al mío y no tenía que ser una genio para saber que sus intenciones eran claras; ¡quería besarme!
Lo empujé con rapidez olvidándome de que era mi jefe y del supuesto respeto que debía de tenerle, me escabullí de su lado mientras mi corazón latía desenfrenado y no de emoción por su posible beso, sino de asco, incomodidad y temor por lo que quiso hacerme.
—Es un asqueroso de primera —escupí furiosa —es igual que su hermano —acusé reprimiendo mis ganas de llorar —los Walton son los creadores de la suciedad y estoy harta de ustedes —lo empujé queriendo salir de la oficina y su estremecedora voz me detuvo cuando mi mano tocó el pomo de la puerta.
—Márchate y además de tener que pagarme la deuda de inmediato, empezaré una demanda en tu contra —respingué aterrada, en el pasado hubiese asentido y obedecido en silencio, pero ya estaba cansada de que todos me pisotearan, ¿valía menos por estar sumida en deudas no por mi culpa sino por la de mi “padre”? ¿Estaba obligada a tolerar todo lo que me hicieran únicamente por no tener una carrera universitaria, por tener menos recursos económicos que los demás y por ser lo contrario a lo que todos querían que fuera? La respuesta era clara; no, no ¡y mil veces no!
Me di vuelta en mis talones muy furiosa y en un arranque violento tuve ganas de lanzarme a él y golpearlo a más no poder, pero no permitiría que me furia me convirtiera en un ser que no era.
—Y según usted, ¿por qué va a demandarme? —espeté.
—Por no cumplir con el contrato laboral —indicó como si fuese obvio.
—En ninguna cláusula del contrato habla sobre dejarse besar y celar por el jefe como usted intentó hacerlo, además si de demandas se trata, le aseguro que tengo más razones para demandarlo que usted a mí —sonrió con interés.
—Te escucho —dijo —¿por qué motivos podrías demandarme?
—Por acoso y esclavitud laboral —se carcajeó como si le hubiese contado un chiste —me ha hecho trabajar horas extras que en ningún momento se estipularon en el contrato, me ha cuestionado sobre mi vida personal y no tiene derecho a nada de eso y no sé mucho de leyes, pero dudo que sea bien visto que alguien pague la deuda de un tercero sin el consentimiento de éste, menos cuando lo hace únicamente con fines que le beneficien a él y no a la otra parte, no tenía que pagar MIS deudas y mucho menos con el objetivo principal de que trabajara aquí, ¿¡qué quiere de mí?! —exclamé con tanta fuerza que de inmediato mi garganta resintió los estragos.
—¿No es más que obvio? —esbozó una sonrisa juguetona que me pareció muy tétrica —te quiero a ti —respondió como si lo que estuviese diciendo fuera una gran hazaña o algo que lo enorgulleciera.
—Lo único que he querido desde el principio respecto a usted fue encontrarlo, encontrarlo era mi mayor necesidad porque necesitaba pagarle la estúpida y tácita deuda que adquirí en la cafetería aquel día con usted, pero le aseguro que no hubiese hecho el más mínimo intento ni los largos esfuerzos por encontrarlo en caso de haber sabido la mierda de personas que son los Walton, no sólo lo hizo usted, también lo hizo su hermano —le recordé —no puedo creer lo hipócrita que es, me “defendió” de lo que intentó hacerme su hermano y no le creí a Jacob al decir que usted haría lo mismo y en efecto eso sucedió, soy una estúpida que no aprende nada hasta que lo vive en carne propia, pero estoy cansándome de ser la muñequita de trapo con la que todos juegan, a la que todos juzgan y a la que todos manipulan, ¡estoy cansada! —exploté —harte de ser débil, harta de ser una esclava del trabajo, harta de dejarme manipular, harta de no estar con mi novio, con mi mejor amiga y con mi mamá, harta de pagar por deudas que no me corresponden, estoy tan harta que me importa un puto carajo lo que haga, ¡jódase usted, sus acosos, sus celos y su maldita y superficial empresa! —tomé mi bolso y salí furiosa de ahí, Vivika intentó hablarme y al ver que las chispas y humo salían de mi cuerpo, prefirió hacerse a un lado y dejarme pasar, todos a mi alrededor me veían con intriga y en un acto inmaduro y de niña malcriada les mostré mi dedo medio, fue estúpido, pero en ese momento lo tomé como un acto de protesta ante tanta mierda.
Cada acto tenía una consecuencia y lo sabía, pero en ese momento nada me importó y tomé el primer taxi libre que encontré y me dirigí a la mansión de Hannah, la extrañaba, la amaba y sabía que estar con ella me reconfortaría, incluso si no seguía sus consejos, su presencia me sanaba y me tranquilizaba.
Logan no se quedaría de brazos cruzados y me aterraba lo que pudiera hacer para reprenderme, pero no iba a dejar que me besara o que intentara hacer algo más íntimo, una cosa era que le debiera dinero y que estuviese trabajando para él y otra cosa muy diferente sería que me dejara pisotear por enésima vez en la vida, cambiar me tomaría mucho esfuerzo, dedicación y constancia, pero lo haría, porque en definitiva ya no quería ser la misma mujer a la que manipularan cuán muñequita de trapo, empezaría a levantar la voz, a defenderme y a hacer mis temores a un lado con tal de demostrarle a todos, pero sobre todo a mí misma lo enorme que era mi valor.
Me sumergí tanto en mis pensamientos que ni siquiera sentí el camino, arribamos con rapidez a la casa de mi amiga, le pagué al conductor y avancé hacia la cochera a asegurarme de que estuviese aparcado el auto de Hannah y al no verlo, miré la hora en mi inservible celular «seguía rehusándome a usar el que intentó darme Logan», faltaban minutos para que saliera de la universidad, tendría que esperar algunos minutos más para que llegara y no me importó, lo único que quería era estar con ella.