Desperté descolocada al sentir unos brazos que me rodeaban y fruncí el ceño más confundida aún al encontrarme con un techo a punto de caerse, lo que significaba que estábamos en mi casa, lo que seguía sin entender, era quién me abrazaba, no podía ser mamá porque era un abrazo muy fuerte y lamentablemente sus fuerzas eran nulas, tampoco podía ser Hannah porque sus brazos carecían de vellos y eran muy tersos, parpadeé algunas veces hasta adaptarme a la luz del día y giré levemente hacia la izquierda, fue inmensa mi sorpresa al encontrarme con mi terroncito durmiendo con una inmensa paz mientras me estrujaba como si su vida dependiese de ello, era extraño que luciera tan calmado cuando sus brazos me acorralaban con tanta fuerza, lucía guapísimo dormido y el calor se apoderó de mis mejillas al vislumbrar sus masculinos tatuajes decorando sus brazos y pecho, ya que el cínico durmió únicamente con sus bóxer Versace, ¡no cabía duda lo opuestos que éramos!
Era tan apuesto, tan caballeroso, tan inteligente y de tan buenos gustos, que seguía cuestionándome qué fue lo que vio en mí; en alguien tan simple, torpe, aburrida y defectuosa como yo.
Estaba muy agradecida con él y con la vida por el hecho de que se fijara en mí, ¡de que me eligiera a mí! Sin embargo, eso no significaba que el pánico no se apoderara de mí cada que imaginaba que alguien coqueteara con él y es que, no importaba de qué mujer se tratara, cada una de ellas me superaría en todos los aspectos y aunque confiara en él, vivía con el miedo de que se dejara llevar por la tentación que implicaban las mujeres que lo rodeaban.
Mis inseguridades tenían más peso que mi confianza en él, algo cruel considerando que hasta la fecha no me había dado motivos para desconfiar de él, sin embargo, las malas experiencias con mi ex pareja seguían navegando en mi cabeza.
Decidí no pensar en más cosas malas y me dispuse a hacer memoria, puesto que no recordaba nada de lo sucedido la noche anterior a excepción de mis lloriqueos y súplicas de que me disculpara por haber besado a Hannah.
A pesar del poco espacio en la cama y del sudor que recorría su frente debido a que no tenía ventilación en mi dormitorio, se veía muy cómodo y me hubiese gustado no interrumpir su sueño, pero me vi obligada a hacerlo al ver que casi era mediodía, ¡joder!
—Max —musité acariciando su cabello —terroncito —insistí elevando un poquito mi tono de voz, un gruñido perezoso escapó de sus labios y sonreí bobamente porque adoraba todo de él, incluso sus quejidos —despiértese, ya debe de irse a la agencia, ¡es tarde! —no quería que tuviese ningún problema con su papá por llegar tarde al trabajo.
—No iré a ningún lado, tortuguita —besó mi hombro desnudo y respingué mientras me acomodaba la holgada camiseta con la que dormía, prenda que por cierto no era mía, sino suya, ¡eso explicaba muchas cosas!
—Debe ir a trabajar, aún no es fin de semana para descansar —le recordé.
—Quiero estar contigo —ignoró lo que le dije, no entendía la gravedad de lo que sucedía —y no sólo hoy, sino siempre —mi corazón se ensanchó por tanto romanticismo y me animé a besar sus labios arrepintiéndome al instante, ¡ni siquiera me había lavado los dientes! —¿por qué te avergüenzas? —me plantó un largo beso —te amo cuando tu aliento sabe dulce y cuando tienes aliento a dragoncito —me sonrojé con exageración y se carcajeó —estoy bromeando, siempre sabes bien —frotó su nariz con la mía —e incluso si no fuera así, te amaría y besaría con la misma intensidad.
—¿Por qué es tan meloso y romántico?
—Porque te amo, ¿acaso no es obvio, tortuguita? —sonrió coqueto y decidí esconderme un momento en su pecho.
—¿Cómo llegamos aquí? —interrogué —o mejor dicho, ¿por qué está aquí, intruso? —se rio levemente.
—Ayer estabas tan mal, que lloraste hasta quedarte dormida —explicó y mientras narraba, iba recordando lo sucedido —. No tuve el valor de despertarte y al principio tuve la intención de que te quedaras en mi casa, pero recordé lo culpable que te sentirías al despertar en un lugar en el que no estuviese mi suegra y fue por eso que decidí traerte a tu hogar —mis ojos se llenaron de lágrimas al caer en cuenta de lo mucho que me conocía —. Tu cansancio emocional era tanto, que ni siquiera sentiste el camino en auto ni las veces que te cargué para desplazarte de un lado a otro —continuó con su relato —. Invadí tu espacio y me disculpo por eso, pero no tuve el corazón de abandonarte.
—Lo quiero muchísimo —sorbí por la nariz —¿acaso hay algo que haga mal?
—Las palomitas de maíz —ironizó provocando mi risa y haciéndome saber que el dolor no sería existente mientras él estuviese presente.
—Yo no traía esto —señalé la camiseta que le pertenecía.
—La ropa que llevabas no era cómoda para dormir, te aseguro que fui respetuoso.
—Sé que mis limoncitos y mis huesos siempre estarán a salvo con usted —besé la punta de su nariz e intenté levantarme, pero seguía insistiendo en que no iría a ningún lado.
—Hoy te secuestraré, serás mía todo el día.
—Debo ir al trabajo —anuncié y no iría precisamente a trabajar, sino a pagarle el dinero a Logan y finalmente a renunciar, pero no se lo diría a Max para no entrar en explicaciones que lo harían enojar.
—No te dejaré ir, ya es tarde.
—Las mariposas debajo de mi estómago aparecen cada que se olvida que ya no es mi jefe y se pone de exigente y mandón, pero no puedo cumplir sus órdenes cuando tengo otras responsabilidades de por medio, no sea un novio tóxico —le enseñé la lengua.