Hice oídos sordos a los histéricos gritos y reclamaciones de Logan y corrí con todas mis fuerzas hacia el exterior del edificio en dónde ya me esperaba un Uber que me llevaría al centro comercial en el que se encontraban mi mami y Max.
La adrenalina me recorría de pies a cabeza, no podía creer que Hannah tuviese una mente tan maquiavélica, pero el hecho que me sorprendía aún más, era haber logrado el cometido principal; ¡obtener mi libertad!
Haber superado un problema con tanta facilidad no era algo normal en mi vida, era por eso que temía que en cualquier momento se presentara frente a mí otra difícil adversidad, pero me mantendría con la fe y esperanza de que en ésta ocasión, nada malo ocurriría «¡cuán equivocada estaba!».
Me causó mucha sorpresa que mi novio fuese capaz de convencer a mamá de que salieran de la casa, era algo que ni siquiera yo lograba; las pocas veces que la invitaba a pasear, se negaba diciendo que se sentía mal o cansada, algo que siempre entendía considerando su enfermedad, pero al ver la facilidad y entusiasmo con el que aceptó pasear con Max, me cuestioné si yo era la verdadera razón por la que prefería quedarse encerrada en casa, ¿acaso representaba un problema hasta para mi propia mamá?
Negué con rapidez intentando alejar los malos pensamientos en mi cabeza, en ese momento lo último que necesitaba era negatividad, alguna explicación lógica debía de tener el hecho de que mamá rechazara las salidas conmigo y las aceptara con Max.
Le pagué al conductor cuando llegamos al destino indicado y ni siquiera tuve que llamarle a Max para encontrarlos debido a que los vi en el centro de la plaza alimentando a los peces que había en un enorme acuario que era uno de los atractivos principales del lugar, sonreí con sumo amor ante la imagen que presenciaron mis ojos; Max ingresaba monedas en la máquina expendedora de alimento y mamá lanzaba con entusiasmo la comida hacia el acuario lleno de peces.
Maximiliano no sólo me hacía feliz a mí, también hacía sonreír a mi mamá y eso sólo provocaba que lo quisiera cada vez con más intensidad, ¡era un verdadero terroncito dulce en todos los sentidos!
—Hola —saludé al llegar junto a ellos y no tardaron en sonreír felices de verme.
—Te extrañamos muchísimo, tortuguita.
—Ni siquiera me tardé —solté risitas incrédula por su exageración.
—Cada segundo sin ti significa un verdadero martirio para mí.
—Oww —me puse de puntillas para darle un besito en la mejilla y mamá observó con cariño aquella escena, poco a poco comenzaba a ser muy empalagosa con Max y eso más allá de molestarle, parecía gustarle, lo cual agradecía —¿qué hicieron en mi ausencia?
—Bebimos malteadas y dimos un recorrido por el centro comercial, tesoro —respondió mamá.
—Llegaste justo a tiempo, compré boletos para ir al cine —ahogué un chillido de emoción, tenía mucho tiempo que no asistía a un cinema y hacerlo con dos de mis personas favoritas, significaba el mundo entero para mí.
—Muchas gracias —mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad como cada que compartía tiempo con Max y él llevó mi mano a su boca para besar mi dorso y recordarme una vez más lo afortunada que era de tenerlo como novio.
—Te amo, tortuguita —me sonrojé agachando la mirada y de inmediato llevó su mano a mi barbilla para levantar con suavidad mi rostro —. Te amo —repitió —y en vista de que nunca me crees, me aseguraré de demostrártelo a diario.
—Si le creo —murmuré casi para mí misma.
—Tus inseguridades no te dejan darte cuenta de lo valiosa que eres; no estoy haciéndote un favor amándote, Keleine, eres tú la que se está apiadando de mí al darme ésta oportunidad.
—No empecemos a pelear —supliqué dándole un abrazo —lo quiero —me sonrojé al decírselo y me besó pasionalmente como respuesta, olvidándose por completo de la presencia de mamá.
—¡Terroncito! —lo reprendí al separarme de sus labios.
—¿Qué? —fue coqueto como de costumbre.
—No quiero que traumemos a mamá.
—No soy tan inocente como crees, tesoro, ¿o acaso sigues pensando que te trajo una cigüeña?
—¡Mami! —me quejé y ambos se carcajearon con complicidad, ¡adoraba lo bien que se llevaban!
Mi preciosa progenitora llevaba su bastón, pero aún así, mi novio le ofreció su cuerpo como soporte para que pudiese avanzar con mayor facilidad y debido a todos los problemas que presentaba mamá, tardamos en llegar al cinema, lo cuál no me interesaba, lo único que me importaba era que ella se la pasara bien y que ésta salida no la agotara más de lo necesario.
Cada cierto tiempo le lanzaba miradas interrogantes a mamá y ella asentía con tranquilidad, dándome a entender que podía continuar caminando a pesar de que su cansancio era notorio.
—Podemos detenernos a descansar, mami.
—Estoy bien, tesoro —acarició mi cabello restándole importancia a mi comentario y continuamos caminando hacia el cinema que llevaba siglos sin pisar.
Aparecieron destellos en mis ojos ante las luces coloridas de la máquina de peluches y fui tan obvia con mi deseo de jugar, que Max no dudó en ir a cambiar un billete de alta denominación por varias monedas, extendió su mano frente a la mía ofreciéndome las monedas y tomé una con un enorme bochorno al ni siquiera ser capaz de sacar una moneda de mi billetera.