Desperté ilusionada, después de tanto investigar y de darle infinidad de vueltas al asunto, decidí que estudiaría y ese día planeaba decírselo a mamá.
Estuve haciendo cuentas y el dinero de la beca no era suficiente para cubrir los presupuestos mensuales que consideré, pero la universidad tenía horarios medianamente flexibles, por lo que podía trabajar medio turno entre semana y doblar turno los fines de semana, los trabajos en oficina «a los que estaba acostumbrada» no me permitirían trabajar media jornada, lo contrario a algún trabajo nocturno «y no, no me prostituiría o al menos... no lo creía posible hasta ese día», la idea era ser mesera en algún restaurant o bartender, admitía que me asustaba mi torpeza y creía que serían trabajos difíciles de sobrellevar para alguien como yo, pero nada perdería intentándolo.
Luego de tanto tiempo al fin imaginaba una vida diferente a la que habíamos tenido los últimos años, era cierto que estaría muy ocupada y un tanto ausente, me dolía imaginar el tiempo que estaría alejada de mamá, pero todo lo que hacía era por y para ella, el sacrificio de unos cuántos años se miraría reflejado, una vez que estudiara tendría más oportunidades y éstas me darían los ingresos suficientes para darle la vida digna que alguien como ella merecía.
La economía en el país era un asco, los sueldos eran bajos y todo era excesivamente costoso por estar en frontera, lo que significaba que tal vez durante mis estudios sería muy difícil evitar en totalidad los tiempos oscuros, pero quería arriesgarme, quería luchar para que en el futuro, absolutamente todas las carencias del presente valieran la pena.
Salí de mis pensamientos y después de tomar una ducha, fui con mamá para contarle con grata felicidad mis planes, pero lo que encontré al llegar a la sala, fue todo, menos felicidad.
—¿Ma-mamá? —tartamudeé al ver que un océano entero salía de sus lindos ojos.
—Lo si-siento, tesoro —fruncí el ceño al no entender.
—¿De qué hablas, mami? —fui limpiando sus lágrimas y al hacerlo, me percaté que tenía unos documentos en sus manos —. ¿Qué es? —me tendió los papeles luego de que forcejeáramos algunos segundos, pues al principio no quería soltarlos.
—Todo es mi culpa, nunca pude hacer nada por ti... Por nosotras —negué sin entender a qué se refería.
No necesité leer a profundidad el documento, el título lo decía todo y aunque al inicio no entendí, todo fue cobrando sentido al recordar lo que sucedía cuando una mujer se volvía la obsesión de un jodido y enfermo millonario.
—Nos embargarán —sollozó y cada gota de agua salada que salía de sus ojos, se sentía igual que las punzadas que daban al tener un dolor de muela, ¡así de horrible me sentía! —. Y lo harán por la deuda que no pagamos, por la deuda que nos dejaron, por... —siseé.
—No es tu culpa, mami —afirmé.
—Lo es tesoro, lo es.
—¡No, mamá!
—Esa deuda nunca debió caer en tus hombros.
Se suponía que esa jodida deuda había sido saldada, pero claro que hacerme creer eso era sólo el comienzo de la gran manipulación que Logan planeó en mi contra.
Los flashbacks de su violencia laboral, de sus múltiples miradas de deseo hacia mí, del gran poder que tenía al ser millonario inundaron mi cabeza y una gran frustración se hizo presente; frustración al saber que no cumpliría mis sueños, frustración por siempre tener que estar lidiando por malditos problemas ajenos y por deudas que no me correspondían, ¡frustración por llorar más de lo que sonreía!
—Tesoro, perdóname.
—¿Por qué, mamá? No hay nada qué disculpar —besé su frente.
—S-soy tu mamá, yo debería encargarme de eso, es mi obligación sostener nuestro hogar y... Nunca he hecho nada, nunca he podido hacer na-nada —la abracé con fuerza.
—Deja de decir eso, mami —besé constantemente su mejilla.
—Hemos pasado hambre por mi culpa, por no trabajar, por no aportar nada, has tenido que partirte el lomo por dos personas, te has abstenido de comprar ropa linda, de cambiar de celular, de tener una computadora linda por mi culpa y no satisfecha con eso, incluso perderemos la calle, nos quedaremos sin techo y... —la interrumpí.
—Lo resolveré, mamá.
—Y-yo lo haré, no sé cómo, pero lo haré, ésta casa es lo único que tenemos, lo único que creí que teníamos seguro, algo haré, tesoro, lo prometo.
—Todo estará bien, no perderemos la casa, ¡éste es y seguirá siendo nuestro hogar, mamá! —aseguré.
Y sí, pude evitar que la embargaran, pero de nada sirvió, nada de lo que hice valió la pena considerando que ya no tenía cara para seguir viviendo ahí... No cuando eso implicaba mirar a Max y recordar en cada respiración que daba, la atrocidad que tuve que hacer para finalmente liberarme del hombre al que me arrepentía tanto de haber encontrado.
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Abrí la puerta de la oficina de Logan sin tocarla y evadiendo todos los gritos que el personal ejercía hacia mi persona por todos los protocolos que no seguí para ingresar a la empresa «iniciando por acceder al establecimiento luego de teclear la contraseña que no modificaron desde que renuncié».
—¡Eres un maldito! —escupí tuteándolo, luego de todo lo que me estaba haciendo, era imposible seguirle hablando con respeto.