Necesito que me ames

Capítulo 3

Clayton

La mirada de la bonita camarera pelirroja me produce deseos de reír. La de mi amigo Emir también y cualquiera que escuchara y presenciara la escena me diría loco.

¿Y por qué no casarse con una extraña?

Llevo casi un año probándole a mi abuelo que no necesito esposa para manejar la empresa y desde hace un mes me propuse a buscar una con acuerdo de matrimonio. Durante un año somos marido y mujer, después de eso le doy dinero y cada quien sigue su vida. No ha sido fácil encontrar candidatas.

Algunas no comprendieron la propuesta de negocio, se hicieron ilusiones y a esas prefiero evitarlas porque el amor, la pasión y el cariño no forman parte del trato.

Tiene que ser alguien me caiga más o menos bien para sentirme cómodo y que mi abuelo no sospeche nada.

Otras lo tomaron demasiado formal y estaban dispuestas a seguir mis órdenes como si fueran robots recién programados.

Emir me dijo que buscara a alguna mujer al azar que me cayera bien y dejara de analizar tanto.

Bueno, la camarera es bonita, se ve decente, parece tener sentido del humor y lo que dijo de mi abuelo despertó mi interés. No es de las interesadas en el dinero, sino de las mujeres independientes que trabajan duro para salir adelante.

Con un poco de maquillaje y ropa decente será suficiente para presentarla a mi abuelo.

—¿Acaso está drogado o toma alguna medicina que le afecta el cerebro? No me conoce. Yo podría tener esposo, novio, ser lesbiana o una agente encubierta de la CIA, también una asesina o una testigo bajo el programa de protección de testigo. A menos la pregunta haya sido broma, en ese caso me reiré y fingiremos que usted no dijo nada y yo no escuché nada.

Emir suelta una carcajada.

—Me agrada. Aun así, debo estar de acuerdo con ella. Cuando te dije buscaras esposa al azar, no me refería tan al azar.

Ignoro a Emir y fijo la atención en la camarera.

—Estoy lucido. Gracias—agarro la copa de vino y le doy un trago—. Y si está soltera o agente encubierta, puedo decirle que la propuesta es en serio, solo que sería un matrimonio de conveniencia. Me da igual si le gustan los hombres, las mujeres, los langostinos o todos juntos.

Se cruza de brazos haciendo que sus pechos se levanten un poco.

—¿No le importa si soy asesina o testigo de un crimen? Puedo tener un psicópata detrás de mí.

—El asesinato sería un problema, dependiendo si asesinó por maldad o por necesidad. En cuanto al testigo, no tengo intención de entregarla y mi propuesta caduca en un año. Lo único que pido es que si alguien la persiguiera y mi vida corriera peligro, me avisara.

Ella se queda callada por un minuto y luego se echa a reír.

—Sí, claro. Bueno, no tengo tiempo para juegos de ricos y cosas raras. Tengo que seguir ateniendo mesas. Ahora les traigo la comida.

Ella se gira y la detengo por la muñeca.

—Por favor, escúcheme y luego decide.

Ella baja la mirada a mi agarre, la suelto y nuestros ojos se vuelven a encontrar. Un rostro perfecto.

Ignoro la descarga eléctrica que se produjo en mi cuerpo al tocarla y endurezco la mirada.

—Y usted escúcheme a mí. No me interesan sus propuestas raras. Si cree que puede comprarme con dinero, se equivoca. Ahora, sigo trabajando porque si no trabajo, no me pagan y si no me pagan no puedo comprar comida y pagar mis gastos.

Dicho me da la espalda y sigue su camino.

No planeaba preguntarle nada, una vez que lo hice no me pareció tan mala idea y ahora tras ver su actitud y carácter decido que la quiero de esposa.

No está interesada en el dinero, es humilde y a mi abuelo le agradan las mujeres así, especialmente las que tienen carácter. Clarissa no era de su agrado, la aceptó por mi propia felicidad y porque no era una interesada en el dinero, ya que ella tenía el suyo propio.

Tomo asiento una vez más y me veo interrogado por Emir.

—¿Hablas en serio?

—Sí. No cuando solté la pregunta, lo hice para descolocarla, pero después de su negativa algo me dijo sería una buena idea.

—Eres un engreído. Pensaste que ella diría que sí y porque dijo que no te interesa. Si hubiera dicho que sí, la habrías descartado.

Tal vez Emir tenga razón. Probablemente lo hubiera hecho. Sin embargo, el tiempo se agota y estoy en un punto muerto de desesperación. La camarera es linda y tiene una lengua afilada. Mi abuelo la adorará. 

—Sé que podría ir por mi cuenta, pero amo los viñedos. No solo manejar la empresa, sino involucrarme. No quiero perderlo todo por un detalle mínimo como una esposa.

—No creo que tu abuelo quiera que tengas una esposa por contrato y una esposa no es un detalle mínimo. Llevas casi un año en esta situación, Clay y negándote a casarte.  

—No tiene que saberlo. Debo convencerlo de que estoy enamorado, casarme, lograr que firme los papeles donde me sede todo y un año después, cuando todo sea un hecho y no se pueda deshacer, me divorcio y listo.




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