Necesito que me ames

Capítulo 6

Clayton

Cuando pensaba que todo estaba perdido, apareció la linda pelirroja para darme una pizca de luz en mi huida del matrimonio.

No contaba con que tuviera un hijo y una hermana pequeña a su cargo, pero es lo de menos. No tengo más opciones y ya le dije a mi abuelo que tenía una relación con una madre soltera que, además, se estaba haciendo cargo de su hermana tras la muerte de sus padres. Sobra decir que mis abuelos quedaron conmovidos con la historia y están ansiosos por conocerla, a ella y a los niños.

No está bien mentir, no debí hacerlo, mas hay momentos y circunstancias que sobrepasan la razón.

Ahora no me puedo echar para atrás. Debo llegar a un acuerdo con Lily como sea. No puedo tirar por la borda todo el trabajo que hice durante este tiempo, no sería aceptable.

No debí hablar con mi abuelo antes de hacerlo con Lily y arreglar un acuerdo. No pude contenerme cuando comenzó a decir que el tiempo se agotaba y terminé confesándole que llevo saliendo con una camarera desde hace un par de meses y no quería decir nada hasta saber que las cosas iban por buen camino y conocer a su hermana y al bebé.

Me preguntó si ella estaba dispuesta a casarse y le dije que esperaba que sí porque yo quería casarme con ella.

En este momento me parece más interesante hacer surf que casarme, y lo digo porque no sé surfear y si meto en el océano con una tabla seguramente termine tragando mucha agua, si es que mi cabeza no termina hecha añicos contra una roca. Ni modo, no queda otra que echarse la soga al cuello y rogar que todo vaya bien.

Paso mucho tiempo en el trabajo, así que no debo convivir todo el tiempo con mi futura esposa. Al ser un matrimonio falso no tengo obligación de dedicarle tiempo y sentirme culpable por ello.

No me interesa socializar mucho con la niña y el bebé que no conozco. Lo tendré que hacer delante de mis abuelos, pero en casa no será necesario.

Miro mi reflejo en el espejo sintiéndome satisfecho. Definitivamente el matrimonio de conveniencia es una decisión acertada que me permitirá conseguir lo que quiero y evitará complicaciones.

Charlotte, mi ama de llaves, me avisa que mis invitados acaban de llegar y me están esperando.

¿Invitados? Nada más espero a Lily.

Agarro la carpeta que preparó mi abogado, salgo de la habitación con total calma, me arrimo a las escaleras y observo que Lily no vino sola. Lleva un bebé rubio en sus brazos y a su lado está el transporta bebés, si es que se llama así, y la pelirroja en miniatura observando la casa. Ella es la primera en verme.

No sé como lidiar con ellos, mas tendré que hacerlo y ser amable. No puedo arriesgarme a que la mini pelirroja le diga a mi abuelo algo que no debe.

Hubiera sido mejor si Lily nada más hubiera tenido el bebé, pues no habla.

Bajo las escaleras y les sonrío a los recién llegados.

Lily tiene el cabello suelto y viste informal con vaqueros y una remera blanca. Menos mal que no me vestí formal.

—Tu casa tiene muchos vidrios. —dice la mini pelirroja, cuyo nombre no recuerdo.

—Sí, me gusta que haya luz—miro las alas que tiene puesta—. ¿Eres un ángel?

Ella ríe.

—Soy un hada, tonto. —responde—. Tienes razón, Lily, los hombres no saben nada.

—¿Disculpa?

Lily ríe con discreción y le pide a su hermana que no sea mal educada.

Creo que la pequeña y yo no nos vamos a entender muy bien. Tiene la lengua muy afilada para ser tan pequeña.

Les pido que pasen al comedor para servir la comida. Lily acomoda al bebé en sus piernas y quita del paso todo lo peligroso para un niño.

—Caleb—le dice la niña y el bebé la mira con atención—, no te asustes de la cara fea del empresario de vinos, no es su culpa.

Abro la boca y la vuelvo a cerrar. ¿Acaba de decirme feo?

—Bababa… —dice el bebé en idioma bebé.

Tomo asiento frente a ellos, apoyo los papeles en la mesa ignorando lo que la pequeña diablilla acaba de decir.

¿Hada? ¿No se supone que son buenas? «No, Clayton porque las hadas no existen», me digo a mí mismo.

Observo a Lily secarle la baba al bebé.

No sé porque las personas se vuelven tontos con los bebés. No hacen nada más que babear, quejarse, comer y dormir. No nos olvidemos del popo.

Charlotte pregunta si sirve la comida y le pido que espere unos segundos.

—¿Podría calentar el biberón de Caleb? —le pregunta Lily.

—Claro—responde mi ama de llaves, quien ama a los niños—. Enseguida lo hago.

Lily saca un biberón y se lo entrega a Charlotte.

—¿Puedo supervisar? —pregunta la niña—. Tengo que ser buena tía.

Charlotte acepta y se va del comedor seguida de la niña.

—¿Qué pasó con el padre del bebé? —pregunto, más por curiosidad que por interés.




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