Necesito que me ames

Capítulo 8

Clayton

En cuanto cruzamos la puerta de casa de mis abuelos tuve miedo. Lily y yo apenas nos conocemos, no parecemos enamorados y no ayuda en nada que la mini pelirroja me deteste. Al menos el bebé me sonríe. Eso ya es algo.

¿En qué estaba pensando al meterme con una mujer con niños? Aclarando que el bebé no es el problema.

En fin, ya no hay vuelta atrás, es todo o nada.

Mis abuelos saludan a Lily con cariño y esta no se queda atrás. Sobra decir que mi madre se acerca directamente a alagar al bebé que está despierto y animado en brazos de su madre.

—Oh, es un encanto—dice mi madre—. ¿Puedo cargarlo?

—¿Es buena con bebés? —pregunta Amaris.

Mi madre le sonríe y tengo ganas de advertirle que tenga cuidado porque la niña ladra.

—Crié a Clayton y creo que salió bastante bien.

Amaris me mira y arruga la nariz mirando a mi madre.

—¿A qué le llama bastante bien?

—Amaris. —reclama su hermana.

—Está bien—suspira la niña—. Caleb es muy sociable y le gustan las personas.

Mi madre toma al bebé en brazos a la vez que mi abuela nos invita a la sala para ponernos cómodos. Una vez ahí, me siento al lado de Lily y me atrevo a pasar el brazo por detrás de ella y descansarlo en su hombro. Le pido que se relaje y finja que es algo normal.

Tal vez Emir tenía razón y debí tratar a Lily y a los niños un poco antes de hacer las presentaciones. Ese habría sido el plan si yo no hubiera abierto la boca antes de tiempo.

Amaris se sienta al lado de mi madre vigilando a su sobrino, quien está observando todo con atención.

Tener hijos nunca estuvo en mis planes, no me afectó la esterilidad como ya dije, pero no me detuve a pensar como afectaría a mi madre. En este momento está dejando claro que le encantaría ser abuela y si no ha dicho nada es porque me quiere.

Procuraré que no se encariñe mucho con los niños, pues se irán después del divorcio.

Mi abuelo hace su aparición, primero saluda a Lily con un apretón de manos y mira a los niños.

—¿Y qué tenemos aquí?—exclama.  

—Una niña y un bebé. —responde la mini pelirroja. Se levanta de su lugar y ruego que controle su lengua—. Hola, señor, me llamo Amaris y este es mi sobrino Caleb.

Mi abuelo sonríe.

—Es un placer, Amaris—la niña extiende la mano y mi abuelo se la estrecha—. Eres muy bonita y tu sobrino también.

El abuelo se acerca al bebé y toma su mano saciándola un poco. Caleb baja la mirada y le brinda una sonrisa que hace que todos se derritan.

—Hola, muchachito.

—Mamama…

—Es un encanto—exclama mi madre—. Ambos. —dice brindándole una sonrisa a Amaris cuando se sienta de nuevo.

Suspiro aliviado. Mi abuelo toma asiento al lado de mi abuela y mira a mi prometida falsa.

—Lily, cuéntanos sobre ti—pide—. Clayton no quiso decirnos mucho.

—No sé que puedo decir. Soy camarera en el restaurante donde conocí a Clayton. Estaba a punto de terminar la carrera en leyes cuando me quedé embarazada y el padre se fue tan rápido como se lo dije—ríe—, y al poco tiempo de nacer Caleb, mis padres fallecieron en un accidente y tuve que hacerme cargo de Amaris.

—Ella me donó un riñón y salvó mi vida. —exclama la pequeña.

Esa información me descoloca, al igual que a toda mi familia.

Mis abuelos se miran entre sí y la abuela trata de sonreír evitando mirar a Lily con tristeza. Les dije que no le gusta que sientan lástima por ella cuando les conté un poco la historia. Si bien no sabía esa parte de la historia. Ahora comprendo cuando dijo que no la tuvo fácil en la vida.

Lily se pone tensa y me atrevo apretar su hombro en señal de apoyo.

—No ha sido fácil, pero estamos vivas, saludables y saliendo adelante que es lo que importa.

—¿No pensaste retomar la carrera? —pregunta mi abuelo.

—En ese momento era complicado con mi hermana hospitalizada, yo misma en el hospital por la operación y un bebé de pocos meses. Mis amigas Ruby y Madison me ayudaron mucho, sin ellas no sé que habría hecho—sonríe—. Pensé en hacerlo cuando Caleb fuera un poco mayor. Ser madre soltera con un trabajo a tiempo completo y una niña a cargo no deja tiempo para estudiar y asistir a clases.

—Yo le dije que puede dejar de trabajar y dedicarse a los niños y a estudiar, pero no quiere. —musito.

Lily me mira con reproche por un momento y voltea hacia mis abuelos. Mi madre está completamente perdida con ambos niños. Creo que se olvidó de que hay más personas en la habitación.

—Me gusta ser independiente. No me estoy casando para ser mantenida, sino por amor.

—No dije que dejes de trabajar para siempre, solo hasta que termines la carrera y puedas buscar un trabajo de abogada.




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