Lily
Los abuelos de Clayton son una pareja estupenda que desbordan amor por donde se lo mire. La forma en que se preocupan uno por el otro, como se complementan y bromean, me hace creer en el amor eterno.
Me siento terrible por tener que mentirles, especialmente a Andrea, mi supuesta suegra, quien ha sido más que amable y con quien comparto el amor por las leyes. Sin olvidar que adora a Amaris y a Caleb, y a ellos les agrada ella.
Entiendo que Clayton quiere la empresa y ha trabajado duro en ella como para perderla por no estar casado. Sin embargo, no sé como puede mentirle a su familia.
Cada vez que la culpa me invade, miro a Amaris para recordar que esto lo hago por ella.
Lo único que debo hacer es soportar estos días y luego todo será más fácil.
—No nos contaron como se conocieron—dice el abuelo—. Clayton dijo que te vio en el restaurante y quedó flechado por ti, pero te tomó un tiempo aceptar salir con él.
—Tiene un nieto muy persuasivo. ¿Me creería si le digo que esperó a que mi turno terminara y me acosó fuera del restaurante después de que lo rechacé?
Clayton me fulmina con la mirada. ¿Qué? No necesitamos mentir en todo.
La abuela mira a su nieto.
—Es que ella me gustaba mucho—agrega Clayton, matándome con la mirada—y no me registraba para nada. Le pregunté el nombre y me dijo que no era asunto mío. Emir fue testigo.
—Y me pidió que me casara con él, así de la nada—Clayton se atraganta con el agua—. ¿Estás bien, amor? —asiente—. Obviamente, me reí y lo tomé como broma. No me conocía y se quería casar conmigo. Sí, claro.
—Yo hablaba en serio y miren, en unos días nos casaremos.
—En ese momento no pensaba que hablaba en serio. No lo conocía—río—. Fue muy persuasivo e insistente y decidí darle una oportunidad. No quería salir con nadie porque estaba muy ocupada con el trabajo y los niños, y no era fácil encontrar a un hombre que me aceptara con dos niños. El último salió corriendo antes de terminar la primera cita en cuanto saqué a relucir que tenía un hijo y una niña a mi cargo.
—Clayton no es así. Adora a los niños. —dice la abuela.
Miro a Clayton que está incómodo y desea que la tierra lo trague. Parece que su abuela no lo conoce muy bien.
A Amaris le dice niña o mini pelirroja y a Caleb lo mira como si fuera radioactivo.
Tampoco puedo juzgarlo. Amaris puede ser intensa e intimidante para su edad. Y un bebé es delicado para las personas que no están acostumbradas.
Puede que Clayton no esté acostumbrado a lidiar con niños.
—Igual a los niños los conoció hace poco. No quise que tuvieran contacto hasta que las cosas fueran serias.
—Y yo pensando que mi nieto seguía huyéndole a matrimonio. Yo sabía que lo que necesitaba era tiempo para olvidar a Clarissa.
—¿Cuánto tiempo estuvieron saliendo a escondidas? —pregunta la abuela.
—Seis meses. —respondo al mismo tiempo que Clayton dice cuatro.
Los abuelos pasean la mirada entre ambos y evito mirar a Clayton. Él fue quien dijo que llevábamos seis meses saliendo el día que hablamos del contrato.
—Ella cuenta desde la primera cita, yo cuento desde que nos pusimos de novio formalmente. —aclaro.
—Exacto. Ya saben, las mujeres somos más románticas.
—Lo sé. —ríe la abuela.
—Si ella me hubiera dicho que sí desde la primera noche, sería más tiempo—añade—. No fue muy amable. Le pregunté por los langostinos y me dio detalles de los bichos cuando yo me refería al plato.
—No fuiste específico. Emir me dio la razón.
Los dos nos quedamos mirando y apartamos la mirada tras escuchar las risas de la pareja de ancianos.
—Me encanta la historia y me alegra que aceptaras salir con mi nieto—dice la señora tomando mi mano—. Clayton puede ser agrio, serio y un poco engreído, pero es buena persona. Y necesita una mujer fuerte e independiente que sepa mantenerlo a raya.
—Ni me lo diga. Ya conocí su cara de limón agrio, perro enojado, así como su lado bueno. De hecho, se ofreció a llevar a Amaris al parque mañana.
—¿Qué yo qué? —exclama Clayton, desconcertado.
—¿Ya lo olvidaste, cariño? Te dije que mañana Caleb tiene control con el pediatra y dijiste que podrías llevar a Amaris por un helado.
Me aguanto las ganas de reír al ver el rostro de Clayton. Si él quiere fingir ser un amante de los niños, será mejor que practique. Las palabras se las lleva el viento.
—Claro, lo había olvidado. Será un placer—se levanta—. Ya debemos irnos. Si es que mi madre nos devuelve a los niños.
Encontramos a Andrea en la sala con los niños. Caleb duerme sobre una manta en el piso rodeado por almohadas y Amaris le está contando algo a Andrea a la vez que vigila a su sobrino.
No hay dudas que ama los niños y no quiero que se encariñe con los míos porque en un año nos iremos. Debo hablar con Clayton respecto a eso.