Necesito que me ames

Capítulo 15

Clayton

Llego a la empresa, saludo con amabilidad a las personas que cruzo en el camino e ignoro algunas murmuraciones que alcanzo a notar en mi camino a la oficina. No me sorprende que me miren porque suele pasar. Algunos procuran no decir nada en mi presencia y otros se aseguran de decir algo que suelo ignorar para evitar chismes.

Chismes de oficina, los cuales detesto y evito. No me interesa saber quien se acostó con quien o quien sale con quien. Mientras no tenga nada que ver conmigo, me da igual.

Emir se levanta del sofá en cuanto me ve entrar y me sigue con la mirada mientras tomo asiento detrás del escritorio.

Alzo la mirada y no paso por alto su rostro contraído por el deseo de reírse y no hacerlo.

—¿Qué te sucede?

Se echa a reír negando con la cabeza.

—¿Te viste en el espejo antes de salir de tu casa?

—Sí. ¿Tengo algo en el rostro? —toco mi cara mirando el reflejo en la pantalla de la notebook. Todo parece ir bien—. No tengo nada.

—No en tu rostro.

—¿De qué hablas? —indago, desconcertado.

Emir se acerca, rodea el escritorio y lleva la mano a mi espalda quintando algo que me enseña.

No puede ser. ¿Una etiqueta?

—¿Amaris?

—Ya me parecía raro que me abrazara esta mañana. Me sorprendió saber que aceptó mi tregua y luego me abrazó.

—Esa niña me encanta. —musita riendo.

—¿Te parece divertido que pusiera una etiqueta en mi espalda que dice: «soy un tonto trajeado»?

Emir ríe más alto y lleva la mano al vientre.

—Sí, la verdad sí. —sigue riendo.

—Porque no fue a ti.

—Oye, es una niña de seis años y tú mismo dijiste que admirabas su inteligencia.

—Sería más fácil si no la utilizara en mi contra. No sé que tiene en contra de mí. No la traté mal, ni a ella, ni a su sobrino, ni a su hermana. Desde el día uno trato de ser amable y ella me ladra.

—¿Has intentado averiguar el motivo por el que es así contigo?

—No. Creo que lo mejor será ignorarla.

—Pienso que deberías. Tu madre una vez contó que teñiste el cabello de tu padre para que no fuera a trabajar y se quedara contigo. 

—Era mi padre. ¿Acaso opinas que ella lo hace para tener mi atención? 

Emir hace una mueca que no logro interpretar y se sienta frente a mí.

—Tal vez te está poniendo a prueba. Haz algo lindo por ella.

—¿Cómo qué? No, opino que lo mejor será dejar de intentar agradarle.

—No te rindas. Averigua que le gusta y regalárselo.

—Le gustan los libros y la música clásica.

—Busca algún concierto de música clásica, regálale entrada para que vaya con su hermana o llévala tú mismo.

—No veré concierto de música clásica con una niña de seis años ni con nadie. Suelen durar muchas horas y no lo aguantaré. Mi abuela me llevó a un concierto y me quedé dormido.

Emir ríe.

—Que vaya con la hermana o alguna amiga.

—No sé…

—Ese es mi consejo. No vas a poder ignorarla durante un año y será peor cuando tengan que convivir con tu familia.

—Mi familia es lo que me preocupa… Lo pensaré. Ahora trabajemos.

Paso el resto del día ultimando detalles de publicidad con Emir, al final de la tarde decido dar por finalizado el trabajo y regresar a casa.

No tenía pensando volver hasta después de la cena para adelantar trabajo, pero estoy cansado.

Los últimos días han sido una locura y me vendrá bien despejar la mente haciendo ejercicio en mi gimnasio privado.

Me pongo el saco, miro el reflejo en el espejo del baño asegurándome de no tener ningún cartel pegado en mi espalda o en alguna otra parte y procedo a abandonar la oficina.

Mara, la recepcionista me brinda una sonrisa y evito mirarla más de la cuenta porque soy un hombre casado y no quiero que llegue a los oídos de mi abuelo que anduve coqueteando con las mujeres de la empresa.

Él ya no viene tanto a la empresa como antes para pasar más tiempo con mi abuela, pero sé que tiene ojos y oídos en todas partes. Sus informantes ocultos están atentos a mis pasos y por eso me cuido.

Claro que si Lily fuera mi esposa de verdad y estuviera enamorado de ella, no miraría a otra mujer. La infidelidad no es uno de mis defectos. 

Al salir camino una cuadra para buscar un café mientras espero, no paso por alto que enfrente hay una tienda de disfraces y uno de ellos es de un hada.

Recuerdo que Emir dijo que tuviera algún lindo gesto con Amaris y le diera algo que le gustara.

Le gustan las hadas. Siempre anda con esas horribles alas rotas y tal vez unas nuevas le gusten.




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