Necesito que te quedes

Capítulo 2

Malika

—Mamá, Katie me dijo tonto—le dice el niño—. Castígala.

—Tú también me dijiste tonta—reclama la niña—. Castígalo a él, mamá.

Aparto la mirada de mi ex para mirar a mis dos hijos que se la pasan peleando. Ambos son bastante unidos, pero luego de muchas horas jugando juntos los dos solos, comienzan a pelearse por tonterías indicando que están aburridos.

—Quiero que ambos dejen de llamarse tontos o los castigaré a ambos sin televisión ni postre. Ahora busquen sus cosas que su padre pasará por ustedes.  

Ambos saltan de emoción. Su padre no suele pasar mucho tiempo con ellos y cuando se hace un hueco en su agenda para verlos, lo disfrutan mucho.

—Mellizos, no debió ser fácil.

Tomo aire y lo exhalo discretamente mientras vuelvo a mirar a mi exnovio. Al hombre que una vez amé más que a mí misma y mi corazón quedó hecho trizas jamás volviendo a recomponerse por completo.

Sabía que regresaba a Adelaida por unos días para ver a su tía. No me preparé para volverlo a ver y está siendo más difícil de lo que imaginé. Los recuerdos dolorosos del pasado regresan con más fuerza que nunca produciéndome una opresión en el pecho.

Dicen que el primer amor nunca se olvida y en este momento debo darle la razón a la persona que lo dijo.  

Emir siempre ha sido un fantasma en mi vida. Su recuerdo fue imposible de olvidar luego de crecer juntos, haber estado en una relación por años y el rompimiento más duro por el que tuve que pasar.

Volverlo a ver es recordar mi perdida y no importa cuántos años pasen, sigue doliendo.

Pensaba que casándome y formando una familia era la forma de dejar el pasado atrás y borrar a Emir de mi vida, pero nunca pude borrarlo por completo. Tenerlo frente a mí lo indica. Sin embargo, es mi ex, alguien de mi pasado que no deseo que forme parte de mi presente ni de mi futuro.

Me acerco sonriendo tratando de no mostrar cuanto me afecta verlo. Los años le han sentado bien. A pesar de unas leves arrugas alrededor de los ojos y el cabello rubio ha oscurecido, se ve bien. Ha madurado muy bien.

—Supongo. Lo bueno es que Liam estuvo a mi lado.

—Sí, el pobre casi se desmaya cuando supo que tendrían mellizos—exclama tía Magna—. Tú en shock y él con ataque de pánico.  

La saludo con un beso riendo.

—No hace falta que me lo recuerdes—no profundizo en mi vida para no hablar de eso delante de mi ex—. ¿Cómo te sientes?

—Muy bien. Emir ha venido a ayudarme y se quedará hasta que me recupere.

Saber eso dispara mis nervios. Aún le quedan unas tres semanas con el yeso en la pierna, y eso si sus huesos se sueldan bien.

Ver a Emir después de casi quince años ha sido un golpe inesperado y saber que se quedará unas semanas es una noticia que me inquieta. Aunque no tendría por qué, cada uno tiene su vida.

—Hay no, adoro a Cora, pero no sabe vender candelabros. —dice comenzando a caminar hacia la empleada y los clientes.

—Tía, no deberías andar como si nada…

—No exageres, Emir. El doctor dijo que es bueno que camine un poco… Cora…

Emir suspira negando con la cabeza.

—Tu tía es muy cabezota.

Él dibuja una sonrisa que remueve muchas cosas en mi interior, y las ignoro por completo.

—Ni que lo digas. Mi madre salió huyendo y me llamó rogando que viniera.

—Y viniste.

—Mi tía es como una segunda madre. Me tocó a mí por ser el hombre paciente de la familia y no tener hijos.

La mención de que no tiene hijos resuena en mi mente. Podría haberlos tenido conmigo si las cosas hubieran sido diferente, pienso.

—Magna suele decir que estás muy enfocado en el trabajo.

Él rasca la cabeza.

—Me gusta mi trabajo. Si apareciera una mujer con quien deseara casarme y tener hijos, no trabajaría tanto, pero no sucedió hasta ahora. Mientras tanto, disfruto de mi trabajo y de mis sobrinos.

»Tus hijos parecen buenos niños.

Sonrío al pensar en mis dos pequeños. Son la luz de mis ojos.

—Tienen sus momentos. Magna los adora y viceversa, cuando no se mandan macanas. Ya rompieron varios adornos en esta tienda.

—Nutella parece más simpática.

Suelto una carcajada por ese nombre.

Mi hija tiene la costumbre de cambiarse de nombre según le parece. Esta semana es Nutella, la semana pasada fue Mónica, no sé que nombre será la próxima semana.

—Ama que le sigan corriente.

Katie y Nilo llegan hasta nosotros con sus mochilas colgadas en sus espaldas. Katie tiene su muñeca en la mano y Nilo su figura de acción bajo el brazo.

—Ya estamos listos, mamá. —dice Nilo.

—Vamos. Saluden a Emir, a Cora y a la tía Magna.




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