Malika
Hago el cierre de caja escuchando a mi hermana decir que Emir está mucho más guapo que cuando salía conmigo.
Ella detestaba a Emir por haberse ido a la Universidad de Melbourne y no quedarse aquí, lo siguió detestando hasta que le conté que fui yo quien terminó con él y expuse mis motivos. Claro que ella me apoyó sin estar de acuerdo con mi decisión.
Cuando terminé con él y no insistió, decidí olvidarlo y le pedí que no volviera a mencionarlo, por lo que me sorprende que ahora hable de él y mencione lo guapo que es.
Ya sé que es guapo, siempre lo fue y los años lo han hecho más guapo. No ayuda en nada mi hermana recodármelo.
—Deberías hablar con Emir y decirle la verdadera razón por la que terminaste con él. Creo que él piensa que fue por causa de Liam.
Alzo la mirada hacia Iris.
—No tiene sentido mover esa parte dolorosa de mi vida.
—Mali, él tiene derecho a saber. Tal vez él habría vuelto si le hubieras dicho la verdad.
Trago con fuerza y me concentro en la caja.
—Lo sé y por eso decidí callar. Igual ya no importa, no habría solucionado nada. Ambos estamos donde debemos estar.
—Sí, tu divorciada y miserable. Él con su vida alrededor del trabajo.
—No soy miserable.
—Apenas sonríes, solo lo haces cuando estás con tus hijos o tenemos nuestras noches de tragos y eso es porque estás algo ebria.
Niego con la cabeza riendo.
—Si tú lo dices.
—Lo escuché hablando esta mañana con Katie—sigo sumando en la calculadora sin mirarla—. Se portó muy bien con ella y fue más comprensible que Liam que apenas la escucha cuando le cuenta algo. Es obvio que a ella le agrada.
No hace falta que me diga que a mi hija le agrada Emir, ella lo dejó claro, de la misma manera que Nilo dijo que no le agrada.
No me tomo en serio sus opiniones. A Katie le agrada cualquier persona que le preste atención. A Nilo no le agrada ningún hombre que me preste atención, aunque no tenga nada romántico.
—Apaga las luces de atrás y deja de decirme que hacer.
—Ya entendí, no quieres seguir hablando.
No sé si mi hermana está en lo cierto o no, aun así no me arrepiento de no haberle dicho la verdad a Emir, sigo creyendo que fue lo correcto. Él está donde debía estar.
Jamás me habría perdonado que dejara sus sueños por mi causa. Puede que hoy ni estaríamos juntos u odiándonos.
Todo pasa por algo.
El ruido de la campana me obliga a levantar la cabeza y me sorprendo de encontrarme con Emir.
—Está cerrado.
—No estaba seguro. Es sábado, las luces están encendidas y el cartel dice abierto.
Ruedo los ojos.
—Esto es una cafetería, no un restaurante. Se trabaja mucho durante el día, en la noche no tanto. Abrimos a la seis de la mañana.
Él pasa la mano por su cabello.
—Mi tía se ha ido a jugar al bingo con unas amigas y me he despachado. Una noche con ellas fue suficiente, así que esperaré que me avise para que vaya por ella. No me gusta cocinar para mí solo y pensé que podríamos venderme algo.
—Hay otros lugares.
—No soy fan de la comida rápida. Usualmente, cuando no cocino, como en casa de mi hermana, de mi amigo Clayton o de su madre—ríe—. Aquí es de confianza.
Exhalo aire.
Podría decirle que no y echarlo, él se iría... No tengo el valor para hacer eso. Emir me afecta más de lo que puedo admitir en voz alta.
No tengo que cocinarle, nada más darle algo de lo que quedó y que lo caliente.
—Supongo que puedo ver si quedó algo.
—Al menos que aceptes comer conmigo. Podría cocinar y pruebas mi comida.
—No puedo. Tengo planes con mi hermana y ella odia que le cancele.
—Todo listo en la cocina—comenta Iris apareciendo y se queda callada al ver a Emir—. Hola de nuevo, Emir.
—Hola, Iris.
Mi hermana pasea la mirada entre ambos.
—Ya me voy. Iré al cine con un cliente que conocí hace unos días. —se ríe y la reprendo con la mirada.
—Creía que tenías planes con tu hermana. —menciona Emir.
Iris me mira y estoy segura de que sabe que quiero que la tierra me trague.
—Oh, lo siento, Mali, olvidé que íbamos… ¿Qué íbamos a hacer?
—Nada, ve a tu cita. Dejamos eso para otro momento.
Iris se encoge de hombros, me da las gracias, saluda a Emir y se va después de poner el cartel de cerrado. Tendré que decirle que lo haga apenas se vaya el último cliente y poner llave a la puerta.
—¿Cenamos?
—Mi hermana es muy olvidadiza.