Necesito que te quedes

Capítulo 8

Emir

Mientras preparo la lasaña no paso por alto los nervios de Malika. A pesar de los años, hay cosas que no cambian y sus expresiones siguen siendo las mismas.

Cuando está nerviosa, sus manos no se pueden quedar quietas y busca cualquier excusa para moverlas, como ordenar ropa lavada que estaba doblada. Ahora mismo las está desdoblando y doblando.

No le soy tan indiferente como quiere hacerme pensar y eso está bien, ella tampoco es indiferente, aunque sé controlar mejor mis emociones.

No puedo evitar pensar que hay algo que ella me está ocultando, algo relacionado con nuestro pasado.

Mi tía insistió varias veces que hablara con Malika y eso me pareció extraño.

¿Qué sentido tendría hablar ahora de nuestro rompimiento? No es como si pudiéramos regresar en el tiempo atrás y hacer las cosas diferentes.

Lo mejor es dejar el pasado atrás y enfocarnos en el presente.  

—¿No has sentido la necesidad de tener hijos? —pregunta Malika.

«Contigo, los quería contigo», respondo en mi cabeza.

—La necesidad no, pero si lo he pensado. Dudo bastante cuando paso tiempo con mis sobrinos que son dos diablos con caras de ángeles—ella ríe—. No estoy exagerando.

—Lo sé. Magna me dijo que son bastante difíciles. 

—Mi mejor amigo Clayton tiene un hijo de dos años y una mini cuñada de ocho años. La niña da un poco de miedo porque es una adulta en el cuerpo de una niña—río recordando a Amaris—. Ambos son buenos niños. Muy simpáticos e inteligentes. Estar con ellos es un placer.

—Supongo que tu amigo y su esposa han hecho un buen trabajo con ellos.

—Sí, Lily es una madre estupenda. Renunció a todo para ocuparse de su hermana y Clayton tuvo que aprender a tratar con niños. Siempre le digo que tuvo suerte que le tocaran buenos niños. Si le hubieran tocado niños como mis sobrinos, habría salido huyendo.

Vuelco la salsa por encima de la lasaña y la llevo al horno.

—Le agradas mucho a mi hija.

—Me siento halagado. A tu hijo no tanto. Soy un extraño feo.

Ella ríe.

—Él opina eso de cualquier hombre que se me acerque que no sea su padre.

—Una acción normal.

Nos quedamos en silencio por un momento, volvemos a hablar al sentarnos a la mesa, listos para comer la lasaña casera que me enseñó a preparar Charlotte.

—Está muy rica.

—Gracias a Charlotte que es una gran cocinera y tiene paciencia para enseñar. —ella deja de reír.

—¿Una amiga con derechos?

Escondo la sonrisa dándole un bocado a la comida. El tono de la pregunta deja claro que le molesta saber eso.

No me emociono con que ella sienta algo por mí, pues ni estoy seguro de que realmente me amaba en el pasado, pero, una vez más, confirmo que no le soy indiferente.

Yo admito para mí mismo que me dio celos conocer a Liam. Él logró lo que yo quería con Malika, nada más que no supo cuidarlo y la perdió.

Puedo decirle que sí y dejar el tema. Aun así, elijo decir la verdad.

—No, la cocinera y niñera de mi amigo Clayton. Es una señora de cincuenta años que cocina como los dioses. Hace el mejor pastel de manzana que he probado en mi vida. Cada vez que voy a comer a casa de Clayton, llego temprano para que ella me enseñe sus trucos y las recetas.

Malika sonríe.

—Eso es genial. Yo aprendí a cocinar con mi padre.

Suspiro.

—Él era un gran cocinero. Recuerdo su risotto… Lamento su muerte. No supe hasta ayer.

—Él te quería mucho. Solía decir que tendría que haberme casado contigo y no con Liam.

—¿A tu padre no le agradaba Liam?

Mali limpia su boca con la servilleta y no puedo evitar mirar sus labios, deseando besarla. Alejo la mirada espantando esos pensamientos. Ya no tengo derecho de besarla. No soy nadie en su vida.

—Le agradaba, solo que no para mí.

—Lamento no haber venido al entierro de tu padre. Cuando supe que te casaste, le pedí a mi familia que no me informarán nada que tuviera relación contigo. Dolía mucho.

Los ojos de Mali se llenan de lágrimas y aparta la mirada.

No creo que se ponga a llorar por los recuerdos de nuestra relación. Tal vez sea por su padre. Ella lo amaba mucho.

»¿Estás bien? No tenemos que hablar de tu padre si te duele.

Ella asiente y el silencio regresa a acompañarnos hasta finalizar la cena. Ella niega a dejarme lavar y no insisto.

Creo que intentar retomar la amistad no fue buena idea. Hay demasiado pasado entre nosotros.

No importa cuantos años hayan pasado, es como si fuera ayer.

El recuerdo de Malika buscándome en el aeropuerto para decirme que fuera a Melbourne que ella estaría aquí esperándome, las llamadas, mi visita y la de ella, y la llamada final de ella dejándome.



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En el texto hay: drama amor, humor romantico, madre divorciada

Editado: 12.09.2022

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